miércoles, julio 12, 2006

De cómo David le ganó a Goliat

En los primeros tiempos de la población de Palestina, cuando los reyes israelitas lograban tener por fin una nación unida por un objetivo común y en su “tierra prometida”, muchos pueblos aledaños comenzaron a atacarles, ya sea por interés en su tierra, por necesidad de esclavos o simplemente porque eran enemigos. De todas estas luchas, guerras de las cuales en su mayoría salieron victoriosos sólo con el favor de Dios, hubo una que todo el mundo recuerda: David contra Goliat. Cuando los filisteos asolaban las planicies de Israel y ya nadie les hacía frente por miedo a su gigante luchador “Goliat”, apareció un pequeño y flacucho jovencito de nombre David, que decidió enfrentarlo. Armado sólo con su honda, en un arranque de inteligencia absoluta, le dio una pedrada en medio de la frente y lo mató. Suficiente para ganar la batalla, porque todo el resto se envalentonó. Incluso terminaron nombrándolo rey.

Bueno, el recuerdo de esta historia lo hago porque desde hace unos días me siento un David moderno. Sucede que en 1997 mi madre tomó un crédito para que yo pudiese estudiar en el Duoc a través de la Financiera Condell, el cual tenía un seguro de desgravamen como todos los créditos que en ese tiempo se tomaban. Pasaron los años y Condell fue comprado por CorpBanca y pasó a llamarse “BanCondell”, un nombre realmente original. El punto es que durante años mi madre pagó los intereses que esta deuda conlleva (hasta el día de su muerte), con lo que completó un pago de $6.500.000 en intereses hasta diciembre de 2003, fecha del último pago.

La deuda de 4 millones todavía estaba sin pagar al momento de su fallecimiento. Por lo tanto decidí de buena fe ir a BanCondell a arreglar el asunto. Con contrato en mano pedí que se hiciera efectivo el seguro de desgravamen. Para mi sorpresa no existía tal seguro porque ellos no lo habían renovado en forma automática desde que un idiota del congreso propuso el año 2000 una ley para sacar los seguros obligatorios de los créditos, para así ahorrarse algunos pesos en el pago mensual. Entonces, sin más, dejó a medio Chile desprotegido en caso de muerte del deudor. Como ésta era mi situación, inmediatamente me acercaron los papeles para que firmase el pago de las cuotas de la deuda, arguyendo la frase de “¡uf! Si tenemos miles de casos como éste...”

Por consejo de mi mujer, no firmé. En cambio fuimos al Sernac y relatamos lo acontecido. Se hicieron parte de mi queja y entablaron una demanda civil en el Juzgado de Policía Local de Providencia. Yo también demandé, con la esperanza de no tener que pagar la deuda, ya que incluso con toda la intención de pagarla, sólo me dejaban cubrir los intereses por mi bajo sueldo.

Finalmente llegó el fallo, el cual fue negativo y me obligaba incluso a pagar el abogado de BanCondell. Sin esperanzas, llamé al Sernac y les dije que agradecía la ayuda, pero que debía pagar. El abogado me retó y me dijo que no podía dejar que se salieran con la suya y que el Sernac iba a apelar. Entonces me decidí y apelé yo también, esta vez con una abogada amiga.

El tiempo pasó y finalmente, luego del juicio, los alegatos y un cuanto hay, la Corte de Apelaciones me dio la razón y BanCondell tuvo que eliminar para siempre mi deuda. ¡Incluso tuvo que pagar mi abogada! Lo raro es que Sernac jamás apeló el fallo...

Así que esto les digo: no importa quien sea, que contactos tenga, siempre luchen por sus derechos. Porque, así como yo, el mundo está llenos de Davides lanzando una pequeña piedra a la frente del gigante.