sábado, junio 30, 2007

¡Cómprate una sonrisa, Perico!

De todas las frases televisivas de los comerciales ochenteros, “¡cómprate un auto, Perico!” fue una de las más celebradas (sin olvidar “¿auto nuevo, Carlitos?”). Este comercial de crédito bancario hacía pensar que era muy probable para cualquiera comprarse un auto. Perico era la imagen del enamorado eterno que, sin mucha plata, cortejaba a su novia en su bicicleta. Cuando el comercial salió al aire se convirtió en un hito y todos los ciclistas recibían el mismo grito cuando pasaban (cosa típica del chileno promedio, sin muchas ideas y que copia la primera ocurrencia del vecino, haciéndola suya hasta el fin de los tiempos).

Bueno, los años pasaron y se hizo un remake en la tv de los noventas, donde nuevamente Nissim Sharim, el actor de los ochenta, salía como Perico en otras situaciones. Y llegaron los nostálgicos que aplaudían el retorno de un clásico, se invitaron a los protagonistas de comerciales célebres (como el que decía “ni me moví del escritorio”) a programas de renombre en horario prime como “Viva el Lunes” y se retomó el hilo de los comerciales con más humor, cosa que se mantiene hasta ahora.

Resalta entre las campañas actuales la que hace varios años viene haciendo Lipigas con su perro quiltro “Spike” y sus frases como “oh, my gasssss” o “puro caloooor” en tono huachaca, con un doblaje excepcional y una actuación del perro que deja a todo el mundo feliz. Una de las últimas entregas de esta saga fue la promoción para ganar un Chevrolet Spark amarillo gracias a los sellos de seguridad marcados en cada balón. El spot comienza con un ciclista que pasa por en frente del camión de Lipigas, al cual el perro le grita “¡cómprate un balón, Perico!” parafraseando al comercial ochentero. Bueno, el comercial es otro acierto en que el perro se roba la película y que, por lo demás, se agradece entre tanta mala campaña que tiene uno que aguantar en la tv diariamente, como esos spots de jarabe para la tos... ¡UF!

El problema se ha suscitado a los pocos días. La Agrupación de Ciclistas Furiosos, entidad creada con el fin de exigir los derechos de los ciclistas para obtener vías seguras y exclusivas, respeto del gobierno y los automovilistas, acciones ciudadanas y marchas al respecto (muchas de las cuales he apoyado moralmente), decidió que el comercial en cuestión “hace una referencia peyorativa a nuestro medio de transporte, aduciendo a una conocida propaganda de la década de los ochenta que alimenta la idea de que es un vehículo de menor categoría, ligado a una posición económica inferior”.

Bueno, hay algo que nuestros amigos ciclistas olvidaron: la bicicleta ES un medio de movilización más barato, ES de menor categoría por que no es motorizado y ES lo que muchas familias pueden pagar, a diferencia de un auto. No por eso, la bicicleta debe ser considerada como algo que denoste nuestra calidad de transeúntes movilizados que somos; es más, el ciclista es muy bien considerado por sus pares, como una persona esforzada, que busca bienestar, tanto para su persona como para el medio ambiente. Está bien que todos luchemos por nuestros derechos, pero ¿acaso la Asociación de No-Videntes reclamó por el comercial del ciego al que su perro lo lleva a la tienda de mascotas en vez de a la de CD’s de Jazz? NO. Tampoco reclamaron las mujeres cuando salieron las miles de campañas de toallas higiénicas o las de “le saco la sal” o la de la niña que pelea con todo el mundo porque no ha tomado su Tapal. Tampoco reclamaron los seguidores del budismo cuando el mono de Costa salía como sensei religioso que declaraba que la solución del hambre la tenía en su pecho, un costa kids que tenía guardado...

Y es que lo que molesta es que parece que la gente no sabe medirse; el luchar por un ideal no significa que debes dejar de reírte de tí mismo, que tienes que ser tan intransigente que pierdas el humor, que no sepas reaccionar, que intentes imponer tus pensamientos a cualquier precio. Significa que debes tener la amplitud de criterio para ver los pros y los contras de tu postura y la de tu contrario, que puedas aceptar críticas y hacerlas, que te importen las causas de otros; pero por sobretodo, que no pierdas la perspectiva y que, en último caso, sencillamente sólo te rías del perro que habla sobre lo bueno que es el gas de Lipigas.

Así, a todos los ciclistas furiosos les digo ¡CÓMPRATE UNA SONRISA, PERICOOOOO!