domingo, enero 20, 2008

Cuando el teatro se vuelve cine



Hay veces en que quienes somos escépticos (y nos gusta cuestionarlo todo) quedamos pasmados ante lo algo que nos saca de contexto y nos deja fuera de lugar, fuera de nuestra coraza analítica y sólo nos saca un “chuuuuuu.... la cagó....”

Eso me pasó el otro día cuando se realizó el lanzamiento de “Santiago a Mil” esa tradición cultural que lleva casi 15 años y que embarca a toda la ciudad y algunas otras zonas del país en un viaje lleno de colores, música, vida y sobretodo de aprendizaje al alcance de todos. Así llegan obras de todas partes del mundo y espectáculos a los que normalmente el público no está acostumbrado. Lo bueno es que con los años la gente se acostumbró a verlos y no pifiar si el artista no tocaba una cumbia o la obra de teatro no era una comedia.

Así y todo, siempre me pasa que con las obras de teatro (a diferencia del cine) las encuentro excelentes, pero jamás me vuelan la cabeza. Son representaciones de un teatro dramático, algo que a veces, al ser en vivo y completamente físico y táctil, impide que su entrega innove de alguna forma inesperada para el espectador. Claro que eso era hasta ese día. Porque cuando vi “Sin Sangre” la obra de teatro montada por la compañía “TeatroCinema” la cabeza me empezó a dar vueltas como nunca.

¿Por qué? Por la sencilla razón que es una obra que explora las sensaciones visuales a través de una historia. No, no es una volada de colores y luces que no aportan en nada. Es simplemente ocupar los recursos audiovisuales y las proyecciones y retroproyecciones para crear un escenario idéntico a una película. Así uno comienza a ver un enfrentamiento a balazos en que podemos ver al mismo tiempo lo que está fuera de la casa, el que responde a los disparos desde dentro y en un zoom rapidísimo llegar hasta sus contrarios; ver dentro de un estanque con agua, pasar de un pueblucho a un hotel, recorrer las calles y la gente como si viésemos a través de un viewmaster.

Y el efecto es impresionante. No sólo la historia es excelente (basada en el libro del mismo nombre) sino también el elenco. Pero por obvias razones uno no atiende estos puntos sino algo ya avanzada la obra, porque la puesta en escena es tan espectacular que simplemente uno no sabe donde mirar...

Gracias a TeatroCinema por cambiar la forma en que veía el teatro.

miércoles, enero 02, 2008

Adiós, don Julio...


Ya no quedan comentarista como don Julio. Porque por ser viejo uno diría que el Sapo Livingstone debería ser igual, pero no. La gran gracia de este "poeta de las cosas cotidianas" era que rescataba del baúl de los recuerdos a jugadores, dirigentes y equipos que el consciente colectivo olvida con mucha facilidad, pero que marcaron a generaciones.

Será muy difícil volver a escuchar anécdotas de Naval de Talcahuano, el Green Cross, Ferrobadmington o cómo el Shago Morning ganó su única estrella en primera división durante el campeonato de 1942.

Realmente es una tremenda pérdida para el deporte nacional, un ejemplo que todos los periodistas y relatores deportivos debieran seguir, donde la caballerosidad, la educación y el respeto permitían la crítica constructiva, la visión a largo plazo y la altura de miras para un deporte chileno que, aunque no llueve, gotea hazañas históricas.

Adiós don Julio, nos va a hacer mucha falta.