martes, marzo 18, 2008

El malo de Disney

Hace mucho que los malvados de cuento, esos seres únicos, con rostros que indican a todas luces que buscan sólo el beneficio personal y que gozan con el infortunio ajeno, no tenían un espacio en el mundo real.

Y no es que en el mundo real no existan los malvados. Los hay de todos los tipos, con caras de bonachones, rotos con plata, prepotentes, arribistas en busca de mayor poder y tipos que simplemente son malos por naturaleza. Pero hacía mucho que no veía en Chile a un tipo que fuese tan disneísticamente malo como Aldolfo Zaldívar.

Sí, el coloro, ese político que siempre estuvo en segundo plano y que cuando se hizo conocido estuvo siempre a la sombra de su hermano, el chico Andrés Zaldívar; ese que confundían con Ravinet porque los dos eran colorines, pero el otro era más mediático y le gustaba a las abuelitas; el que quiso cagarse a todos sus correligionarios y por sobretodo a Soledad Alvear con el único propósito de algún día llegar a la Moneda; ese que decidió perseguir a su propio partido y a su propio gobierno; ese que tiene pinta de derecha y arruga la nariz cuando abraza los ideales del conglomerado izquierdista, porque en el fondo no le gusta verse al lado de los socialistas, sólo de los que le convienen.

Sí, ese hombre que exuda algo siniestro y que siempre hemos visto como el lado oscuro y sucio de la política, dio un último golpe, digno de un malo de Disney.

Cuando su partido político se aburrió de él y le dio una buena patada en el culo por estar siempre tratando de denostar la imagen de sus compañeros en pos de la propia, decidió asociarse a Flores, otro senador que siempre está por su propia causa. Y los "díscolos" aquellos que lo apoyaron tratando de formarse con él para sacar dividendos políticos, esos que siempre comienzan con escándalo y terminan con elecciones ganadas, se juntaron en el congreso para hacer una "bancada colorina". Y el mapa político de Chile cambió. Porque ahora estos pocos parlamentarios le quitaron la mayoría en el congreso a la concertación, los que tuvieron que buscar un acuerdo con ellos para algunas leyes o proyectos en camino. Esa diferencia mínima generó un aumento en su poder personal y en el de sus seguidores como no ha habido otro en nuestra política actual.

Y su último movimiento fue magistral. Sí, porque igual que los malos de Disney, uno siempre supo que el tipo buscaba más poder y nadie se lo impidió. Es más, Cuando se propuso los candidatos a Presidente del Senado, Flores se hizo a un lado por él, dejándole el camino libre y por supuesto, convirtiéndolo en el segundo político más importante del país.

Y el ridículo (como todos los politiqueros d este país) salió a la calle en el centro para hacer su primera visita oficial a la Moneda e imitando a Bill Clinton se metió al Café Haití para tomarse un cortadito rodeado de cámaras de TV.

La propagada está dada, señores. En los próximos años veremos a Zaldívar como el nuevo candidato presidencial de la Concertación (y probablemente el último que presenten como conglomerado); lo veremos con su sonrisa malévola mofarse de quienes lo ningunearon políticamente y le dieron la espalda; se alzará en el congreso a recibir la banda, mirando por sobre su hombro a la saliente Michelle, riéndose de su mala suerte y de todos los grandes proyectos que lanzó y que nadie tomó en cuenta por que él se encargó de bajarles el perfil y mostrar el lado oscuro de la concertación, de remarcar cada falla del Transantiago y de aportillar a su partido en todos los sentidos; se sentirá omnipotente, habrá superado por primera vez a su hermano y tendrá al país a sus pies, un país que sabrá que cometió el error más grande de su vida, pero que no lo impidió en la votación porque lo consideraron el mal menor en comparación al mercader Piñera. Pero no habrán hadas madrinas que nos salven, ni ratones convertidos en lacayos que nos protejan, ni un príncipe que llegue a acabar con el malvado de turno, porque esto no es una película de Disney.

Y ese será un día negro para Chile, señores.