miércoles, septiembre 28, 2011

La chaqueta de Villegas

Hace casi 2 décadas, cuando Chile vivía los albores de la vuelta a la democracia y las fuertes voces de quienes no pudieron expresarse anteriormente comenzaron a resonar en las aulas, los pasillos de gobierno y en la prensa, apareció un hombre con aspecto desaseado, pelo enmarañado, lengua ágil y voz crítica que dejó a todo el mundo pensando que venía a decir por fin lo que todos quería decir hacía años. Ese era Fernando Villegas. Sociólogo y escritor que, por esas casualidades del destino, estudió en mi amado Colegio San Agustín. Este personaje habló fuerte y claro en momentos que todos callaban aún asustados de un boinazo o un tanquetazo e incluso cuando el país dividido avivó aún más su discordia en tiempos del arrestro de Pinochet en Londres. Sacó muchos libros, habló a destajo en radio y TV y dejó claro que su mente era la que tenía esa voz disonante de Pepe Grillo que daba a conocer la visión alternativa y muchas veces correcta frente al statuo quo reinante en nuestro país, a la postre nuestro lastre más duro y amargo porque el que hasta ahora no hemos logrado surgir.

La vida da muchas vueltas, así como la ropa. Y es que ahora, cada vez que tengo la oportunidad de escuchar a Villegas, encuentro que la chaqueta tiene las costuras para afuera. Se ha dado una voltereta impresionante y sus dichos parecieran los de cualquier conservador tipo Carlos Larraín. No ataca a nadie, se ha vuelto un apoyo mediático en muchos aspectos al orden reinante y por sobretodo ha hecho que su tribuna, lograda por tantos años de esfuerzo, se haya vuelto una mancha gris en la TV, como su cabello. Es impresionante como en una de las entregas de su programa "Tolerancia Cero" de CHV se permitió defender las políticas racistas y mentirosas que el gobierno usó en el caso del ciudadano pakistaní acusado de terrorismo por Hinzpeter. A simple vista se puede notar el montaje que hubo tras este suceso y el mismo Fernando Paulsen adujo la imposibilidad de probar el montaje porque ya ni siquiera va a haber juicio. Las pruebas jamás serán refutadas y el nombre de este joven quedará manchado para siempre sólo porque el gobierno necesitaba generar una cortina de humo y hacer ver que Chile podía estar amenazado. Esto ocurrió extrañamente cuando Hinzpeter comenzaba a demostrar su ineficacia en la lucha contra la delincuencia y el gobierno iniciaba su hundimiento lento pero seguro hacia el 22% de aprobación que tiene hoy su representante más importante: el propio presidente.

Villegas ni siquiera fue capaz de acorralar al ex-DINA, boina negra y actual alcalde de Providencia, Cristián Labbé, cuando de forma arbitraria e ilegal cerró los colegios que la municipalidad tiene a su cargo a causa del conflicto estudiantil e incluyó entre sus medidas la imposibilidad de renovación de matrícula para todos los alumnos que no vivieran en la comuna. El chascón que antaño peleaba por los derechos de todos quienes fueron reprimidos y de la libertad de expresión era incapaz de hablarle de frente a quien hacía lo mismo ahora con los jóvenes de este país. Es más, tan callado estuvo que posiblemente era mejor poner en su lugar uno de sus libros o una foto de alguna revista de antaño donde haya obtenido la portada. En cambio, Paulsen, quien era crítico, pero defendía mucho la institucionalidad, es ahora quien lleva la batuta de las crítica controversial y el análisis incisivo. Villegas se ha convertido en un arroz graneado, uno más de la comparsa que apoya a las instituciones vetustas e inoperantes de un gobierno gastado desde sus inicios, agotado porque no tiene recursos ni mentes capaces de generar cambios en Chile, cambios que ellos mismo usaron como bandera en su candidatura.

"La nueva forma de gobernar" en el caso de Villegas se ha convertido en "La nueva forma de criticar" esa que no hace daño, que revisa los casos con liviandad, que admite como verdades las versiones oficiales y que, peor aún, traiciona todo lo que lo hizo ser el personaje de renombre que ahora es.

La vida y la ropa da vueltas Fernando. Y tu chaqueta tiene la etiqueta por el lado de afuera. Las costuras se ven de lejos, chascón.