martes, diciembre 03, 2013

Los idiotas sin gracia

Cuando un país se enfrenta a un nivel de división tal que pareciera que una revolución social se acerca y que si no hay cambios radicales el accionar de sus dirigentes se vendrá abajo institucionalmente, es cuando las ideas nuevas, los mensajes arriesgados se hacen parte del discurso y los ánimos se elevan en busca de un ideal utópico.
Las elecciones recién pasadas me dejaron con un sabor de boca muy amargo. Y no amargo como el trozo de chocolate bitter que me estoy comiendo mientras escribo estas líneas... al menos ese amargor es exquisito. No. Las elecciones me dejaron claro que Chile no tiene vuelta. No al menos en corto plazo.
Si antes sentía que era un país de latifundistas y peones, ahora creo que es de zorros y borregos. Y peor aún, el perro ovejero está coludido con el zorro para que los dos se coman una oveja al día y vendan la piel y la lana. Mi país es una ameba sin memoria, sin presente y sin futuro.
Es impresentable que habiendo tenido una cantidad impresionante de manifestacionies, de movimientos sociales, luchas por la educación, por la ecología, etc, al fin y al cabo nadie se arriesgara a cambiar nada. Yo jamás había votado. Soy hijo de la generación del NO ESTOY NI AHI que nos metieron en el adn que realmente no hacer nada era lo mismo que esforzarse, porque al final nada cambia. Y es muy cierto... para una sociedad como la nuestra. Ver proyectos como los de Claude, MEO y Sfeir perderse en la marea de un mar de votos sin razón ni pensamiento propio, manejados por una campaña comunicacional brutal y sin parangón, es darse cuenta que Chile se queja, pero no cambia nada. Y quienes quieran buscar un cambio serán siempre tildados de idealista y que eso no se puede hacer en la realidad. La idiosincracia del chileno pareciera ser el asumir y sólo asumir que comer mierda es mejor que no comer nada en absoluto. Y es ahí que encontramos la base del poder en este país. Las migajas, los bonos, el decir que Chile crece cuando los que crecen son los mismos de siempre y el pueblo sigue siempre igual, atorado de cuentas, deudas, enrrabiado con su jefe, con niños que no pueden pagar mejores estudios, con un sistema de salud que los castiga por estar enfermos... y al final votar para que todo siga igual... es una vergüenza.
Muchos dirán que no tengo derecho a opinar porque antes no votaba. Les diré que tengo todo el derecho a opinar porque vivo en este país y pago impuestos igual que ustedes. Y si nunca voté (y tal vez después de ésto no vuelva a votar jamás) es porque la clase política jamás me convenció, porque sé que son una tropa de ladrones. Por eso esta elección era tan importante para mí, porque las alternativas eran diversas, porque los discursos eran arriesgados, se buscaba un cambio sincero y puro. Y al chileno cagón le dio miedo como siempre. No vaya a ser que el jefe se enoje porque pedí que me subieran el sueldo... mejor no denuncio a mi marido que me golpea porque después igual me va a pegar y si se lo llevan preso ahí si que me mata... mejor no digo que abusaron de mi, porque no me van a creer...
Mejor no hablar de ciertas cosas, como decían los grandes de Sumo.
Realmente me harté del chileno miedoso, cagón y reclamón sin sustento. Hasta yo, el que jamás ha creído en la política, el que jamás votó, el que no estaba NI AHI, levanté el culo de la cama y fui a votar para ver si por una vez se podía hacer algo distinto en este país. Si marchaste por un mundo mejor, si gritaste por una educación gratuita y de calidad, si reclamaste por las termoeléctricas y las políticas ambientales, si te sentiste en contra del sistema completo y después no votaste para sacar a esos zánganos vende patria del poder, entonces no huevees los próximos 4 años, porque esos 4 años de la gorda serán por tu culpa, porque te dio lata, porque no era necesario, porque siempre ganan los mismos entonces pa qué, porque carretié hasta la hora del pico y quiero dormir...
La idiosincracia del chileno es ser idiota y sin gracia, esperando que la vida les cambie por arte de magia. No votaré en segunda vuelta porque ambas mujeres son lo más rancio de nuestra política. No votaré porque nadie me representa (nuevamente) y porque ya no le creo al chileno quejón, protestante y lanzado a las calles por cambios sociales. No les creo. Por un momento me ilusionaron, me hicieron creer que podría haber un cambio de mentalidad al menos, pero no. Eso no va a pasar.
Ahora a ahorrar plata, porque el aire enlatado va a salir caro.

jueves, septiembre 05, 2013

Los 40

La próxima semana se cumplen 40 años... 4 décadas de una fecha nefasta para nuestro país. El 11 de septiembre de 1973 es una fecha grabada a fuego en nuestra sociedad, en quienes la vivieron y en quienes nos hemos visto obligados a vivir la herencia del odio y la injusticia que existieron en esos años. Ese día, el día del golpe militar, Chile sucumbió a la falta de visión, a la influencia extranjera, al manejo del dinero y a la injusticia de quienes quisieron cambiar todo por el alivio y necesidad de unos pocos.

Pero también es cierto que Chile no es nuevo en golpes, guerras civiles y traiciones políticas. Desde que el país se independizó de España siempre ha tenido problemas para mantener la insitucionalidad, aunque nos quieran contar una historia más bonita que remarque este momento como el peor de nuestra historia. Es cierto, una dictadura como la de Pinochet durante 17 años es algo que realmente deja una huella nefasta en un pueblo acostumbrado a agachar el moño y que decidan por él desde el coloniaje; pero eso no quita que hemos tenido bastantes horrores en nuestra vida republicana.

Primero, la Dirección Suprema de O'Higgins, que intentó por todos los medios dar al país su propia visión en desmedro de clases sociales dispares y personas con mucho poder e influencia. No fue el mejor gobernante, pero fue obligado a abdicar y exiliarse por el bien de la república naciente. Que decir del vanagloriado Diego Portales, que se dio maña de manejar el país y cometer atrocidades bajo el cargo de Primer Ministro, haciendo del Presidente un monigote sin peso ni opinión... o de la traición que nuestras amadas fuerzas armadas cometieron contra nuestro presidente Balmaceda, quien jamás estuvo de acuerdo con la Guerra del Pacífico, ya que fue peleada para salvar los intereses de capitales extranjeros en el negocio del salitre; cuando Balmaceda comenzó a realizar cambios generales a nuestro país y a tener en contra a aquellos mismos que Chile salvó a pesar del gran costo humano, éstos traicionaron a Chile y crearon un ambiente falso que terminó por declarar la guerra civil y terminar con la vida del presidente.

Que decir del parlamentarismo y su seguidilla de presidentes destituídos... la masacre de la escuela Santa María o del golpe de estado de Carlos Ibañez del Campo... otro dictador terrible que a la gente se le olvida por completo y que incluso sus contemporáneos olvidaron tanto que lo eligieron presidente al poco tiempo...

Chile es un país acostumbrado a las traiciones políticas, a que el pueblo sea una masa ignorante que no avanza sin que sus patrones les digan que hacer. Y cuando las cosas cambian... los patrones tiran la correa de sus perros guardianes para que todo vuelva a la normalidad.

Entre todas las muestras de arrepentimiento falsas y forzadas que he visto estos últimos días y la intransigencia de muchos sectores al respecto de que fue lo que causó el quiebre de nuestra democrcia, me asalta la reflexión que Chile está igual de dividido que antes... sólo que ahora además el pueblo está entendiendo por primera vez que nadie jamás bogará por ellos. Es la primera vez que, estando en democracia y viviendo una realidad no demasiado ignorante, el ciudadano promedio busca que sus derechos y los de su patria sean respetados... por primera vez los intereses de unos pocos no son importantes...

Por eso el escuchar hace un tiempo a Hermógenes Pérez de Arce, un personaje siniestro y patético que aseguró que el golpe puede volver a ocurrir si cambiamos la constitución con una asamblea constituyente (tesis que el vendido de Camilo Escalona también sostuvo) me hizo erizar los pelos... ¿cuanto pasará para que vuelvan a tirar la correa del perro guardián? ¿cuanto permitirán que el pueblo se manifieste y busque una mejor vida?

Puede que el plazo sea corto... espero que no. Pero mientras tanto gritaré por las causas que creo justas. Chile es un país desigual, sin proyección real, donde unos cuantos tienen todo y el resto se pudre lentamente en la abulia de su realidad y la televisión basura.

Para que un 11 no vuelva a ocurrir no es el pueblo o la nación la que debe cambiar. Son los que manejan los hilos quienes tienen que entender que esos hilos se pueden cortar. Las marionetas ya han tomado conciencia. El teatro de títeres está pronto a cerrar sus cortinas.

jueves, julio 18, 2013

Recuerdos morosos

A veces me pongo en situaciones que normalmente no son de mi agrado o simplemente tengo visiones de cosas que alguna vez dije que no me pasarían y finalmente me terminan pasando. Y es posible que como a muchos de ustedes les pase, me termino sorprendiendo de vivir o hacer lo que alguna vez critiqué y apunté con mi dedo acusador. La vida tiene más vueltas que montaña rusa gringa, está más que claro.  Repasando los últimos sucesos de mi vida que me han tenido en ciertos momentos la deriva y en otros ilusionado de futuros prometedores... me puse a escuchar unas radios online, que dejarían de lado mis preocupaciones y me harían disfrutar de un relajo entre tanto avatar que circula por los lares de mi vida. En una de esas gringas que nadie conoce me quedé un rato... el suficiente para sentir que debía cambiarla. Es que cuando te pones a escuchar las canciones de cuando eras niño y adolescente te hacen recordar mucho, tal vez demasiado... vuelves a vivir esas sensaciones que dejaste guardadas en el fondo del cajón de tus recuerdos, esas que siempre te llevaban a la melancolía.
Debo decir que desde niño debo haber sufrido algún tipo de depresión... no era posible que un niño fuera tan existencialista y analista de su entorno mientras a la vez miraba melancólico las hojas de los árboles caer en otoño, odiando el invierno porque le traía el deseo de no despertar más... quien sabe si con un buen tratamiento ahora sería un super espectacular empresario de la bohemia capitalina o un médico de primera línea.... pero aquí estoy, sacando siempre de la manga creaciones artísticas, haciendo música, escribiendo o simplemente opinando...
Los recuerdos de la niñez pueden ser a veces demasiado melancólicos y lejanos... pero una sola nota, una frase, una tonada las revelan como recién vividas, sin ninguna posibilidad de reprimirlas. Ese poder que tienen las canciones siempre me ha parecido completamente mágico, poderoso y hasta peligroso. Es mucho lo que puede evocar una melodía, mucho lo que conlleva el momento en que fue escuchada, con quién, en que etapa de decisiones o simplemente por el olor de la comida que ese día estabas consumiendo. Así es como Carol King puede recordarme a mi casa de cuando tenía 10 años, en invierno, mirando una película añeja mientras escribía mis historietas... o Miguel Bosé me hace recordar el olor a cera del parquet de mi casa en La Cisterna, cuando vivíamos solos con mi mamá y mi hermano... o Pearl Jam me recuerda esas salidas a hurtadillas del colegio para tomar una cerveza detrás del seminario con mis amigos y enemigos... a la hora de hacer algo malo todos nos acompañábamos. Natking Cole llenando promesas que nunca se cumplieron, mis primeras canciones con las risas de amistades perdidas y otras que están a fuego marcadas hasta el día de hoy... un Coldplay que simplemente me hace recordar ojos ajenos y perdidos o unos Strokes que me recuerdan la locura tierna y desfachatada de alguna amiga... La música tiene esa fuerza, ese poder, esa capacidad de hacerte caer en un momento, en un estado, en una imagen que aunque no veas ni recuerdes siempre, está ahí, en tu inconsciente, esperando que vuelvas a revisarla, como un libro viejo que guarda polvo en un librero, sediento de una mirada nueva y desconocida para quien sus páginas sean una sorpresa.
Lo extraño es que aunque sean los mismos recuerdos, las imágenes cambian... puede ser que la vida nos da una perspectiva distinta cada vez que las revisitamos. Quien sabe que pensaré de mi y de mi vida en 30 años más... quien sabe que haré y diré por las elecciones y pasos que he dado. Cada uno de esos pasos serán la huella que pavimentará mi destino... quien sabe donde me llevarán mis pasos... y que música escucharé mientras camino.

Espero que alguna de esas canciones sea mía.

viernes, mayo 17, 2013

Prefiero el caos

Hace meses que llama la atención de mi vista cansada un personaje que merece un especial reconocimiento en estas líneas. He demostrado y remarcado cada cierto tiempo que soy un hombre que no tiene ninguna tendencia política, porque no existe un partido político que me identifique; soy agnóstico y además prefiero la verdad dura que los voladores de luces, bonitos y sin sustancia.

La pasada elección presidencial me tentó con un personaje que, aunque nunca fue de mi agrado en su forma de plantear su discurso... era la primera vez que presentaba problemáticas más reales y soluciones distintas, más jugadas, fuera del duopolio que gobierna nuestro país hace 23 años, herencia de la "dictablanda" de Pinochet. MEO fue uno de quienes se pararon con una nueva visión, pero que terminó cayendo por los vicios propios que la política partidista presenta. No pudo sobreponerse a lo que los conglomerados hicieron para desacreditarlo y para crear una paranoia de ingobernabilidad a su alrededor.

Hoy quien me llama la atención es Marcel Claude. A diferencia de MEO, Marcel me encuentra en un momento distinto de mi vida, con otra forma de mirar las cosas, más analítica, menos idealista, más realista y dura. Y es por eso, en una realidad que cada día me muestra lo bajo del ser humano, lo poco que valora todo lo que tiene a su alrededor y defraudarme de la masa de ovejas que pastan a 2 lucas la hora de pastoreo es que Marcel simplemente me ha permitido darme un lujo. Sí. Desde que tomé conciencia de quién soy en esta sociedad, decidí que no le daría mi voto a nadie... al principio era por el "no estoy ni ahí" tan propio de mi generación nacida en la desidia de los hijos de la dictadura y jóvenes parranderos que gozamos de la libertad sin sufrir más que las cargas que nuestras familias arrastraron esos años; luego fue por el círculo vicioso que significa el sistema binominal y la podredumbre de políticos que ya hacen de Chile uno de los países más vendidos y con menos conciencia social de la región; finalmente no votaría porque simplemente no quería perder mi tiempo en promesas vacías.

Pero hoy la historia es distinta. Desde que los movimientos sociales aparecieron en escena hace unos años con la revolución de los pingüinos y los estudiantes secundario más próximamente, se desató en mí una rabia que había guardado por mucho tiempo referente a la estructura que gobierna nuestro Chile. Hace años que postulo una forma nueva de mejorar este país y hacer que todos y no sólo 7 familias tengamos un mejor pasar. Y esa rabia y desidia creció a tal punto que hoy por hoy dejaré de reclamar mirando la tele y levantaré mi culo para ir a votar.

Marcel Claude es sin dudas un tipo muy claro, lleno de ideas (muchas de las cuales hemos tratado miles de veces entre muchos) y además considera las culpabilidades y quiere que quienes nos tienen así paguen por el daño que han hecho. Chile es un país lleno de riqueza, de la cual su gente no ve absolutamente nada. Es un país que podría mantener a todo su pueblo con estándares decentes de vida y generar crecimiento, pero que amparado en el temor de los poderosos y en la ignorancia y comodidad de una masa popular inocua, esos cambio no se concretarán. Marcel es quien me hizo ver que no estaba solo en esta lucha conceptual, es un agente de cambio que realmente tiene un discurso y un planteamiento que me esperanza. Y sí, es hora de votar... no votaré por senadores ni diputados, esas mierdas se eligen solas y no son ningún aporte. No hay forma de sacarlos con el sistema binominal, así que no me gasto. Pero en las presidenciales, mi voto va para Marcel.

Como dijo Redolés, prefiero el caos a esta realidad tan charcha.

martes, abril 02, 2013

Amor actual

Muy bien dijo John Lennon hace mucho que el amor está dado según lo que nos enseña que debe ser. Estamos llenos de prejuicios, tabúes, reglas, sumisiones y un sin fin de amarras que nuestra sociedad, cultura, religión y hasta costumbre familiar nos determina a seguir. Y cada vez que pasan los años, esas costumbres y creencias se arraigan aún más por el simple hecho que la vida nos dice exactamente lo contrario. El pensar en el amor se convierte en una suerte de carrera contra la decepción y las rabias, en que el ser fiel o respetuoso se convierte en un ideal y que todas plas parejas terminan de una u otra forma traicionando.

Creemos que el primer amor es el más importante y que recordaremos para toda la vida... a veces puede ser cierto el de recordarlo, pero no tanto así el de mantenerlo como un ideal. Nos hemos hecho la idea que ese amor puro e inocente es el que nos lleva por el camino ideal y que si lo mantenemos toda la vida seremos los paladines de la perfección en el arte del amor que tan vilipendiado está. Pero no es así.

Amar se torna a cada instante en una compleja madeja de sentimientos y forcejeos por mantener la libertad y dejar la libertad del otro sin sentirse amenazado. Pero ¿eso es posible? tal vez para mentes más civilizadas o más avanzadas y con personalidad más firmes que el promedio. Lo que normalmente pasa es que nuestras relaciones se tornan posesivas, llenas de miedos y  cuestionamientos, en los que pensamos que lo que hacemos puede o no estar mal y que quien sabe que hace nuestra pareja sin nosotros, sin nuestro control. Cuesta aún más plantearse una relación de completa confianza cuando nuestro entorno y nosotros mismo nos damos cuenta que la línea entre lo permitido y lo prohibido es demasiado delgada cuando nos conviene a nosotros y es un abismo cuando le conviene a nuestra pareja. Celos por cosas ínfimas cuando nosotros exigimos muchísima más comprensión... parejas que reclaman por la salida nocturna mientras ellos hacen lo que quieren con quien quieren sin medir consecuencias. Y así sigue la bola de nieve hasta que el respeto mutuo se convierte en sólo una imagen de comodidad para no perder a quien tenemos seguros al lado.

Enamorarse pareciera ser la única forma de vida aceptada por nuestra sociedad. Cada vez que estamos solo, nos buscan pareja o simplemente se preocupan que no tengamos a nadie... y si están en plan de hacerlo con todas también es problemático, porque significa que estás más solo para el resto... una cosa que realmente ofusca y termina por dejarnos en un páramo sin muchas salidas más que la de aceptar en algún momento que puedes tener una relación duradera con alguien.

¿Es tan necesario? para la mayoría sí. Hay otros que han tomado las leyes en sus manos y al momento de amar se desvivien por un sólo instante y si ese momento pasa no claudican en buscarlo en otra persona. Y eso está bien, más que bien, pensando en que nos obligan a pensar en las relaciones como lineales y estancadas y no en lo que realmente son: una montaña rusa llena de subidas y bajadas. Para vivir un amor a cierta edad, en la que no te encuentras ni como adulto, ni como joven, en la que no sabes si pareces o no viejo, en la que te estás replanteando tus deberes y luchas por tus sueños como la última oportunidad de tenerlos, tienes que pensar que no eres dueño de nada más que de ti mismo. Y jamás debes esperar que la persona con quien estás cumpla con lo que tú tienes pensado que será para ti. La imagen ideal no cabe en la realidad y debemos aceptar que son tanto o más defectuoso que nosotros para mantener una relación.

Para amar en realidad sólo hay que disfrutar las cosas pequeñas, las cosas insignificantes, las cosas que al final del día nos dejarán con ese gustito de que nuestro día valió la pena. Y jamás pensar en lo que podría ser o lo que se pudo hacer... sólo disfrutar lo que se consiguió en el día a día. Aunque la relación dure menos que estornudo de mosca.

martes, febrero 12, 2013

Papa Off

Revuelo ha causado la renuncia del Papa Benedicto XVI, uno de los papas menos queridos, más rechazados y que menos confianza ha generado en el mundo católico, pero también en el resto de las congregaciones, religiones, y creencias, incluso en quienes nos consideramos agnósticos.

Ratzinger, quien fue seleccionado como papa hace un par de años, tuvo la responsabilidad de reemplazar a quien fuera el papa más querido de los tiempos modernos: Juan Pablo II. Ése fue el papa que generó las mayores simpatías, pero que por otro lado, permitió que ciertas facciones de la iglesia tomaran un poder inusitado y desbalancearan la casa de dios hacia conductas basadas en el poderío político y económico, olvidando la idea principal del pontificado. Estamos claros que la iglesia no es una panacea de justicia y humanidad como ella misma profesa y se llena la boca para que lo recordemos a cada instante.El caso del papa polaco fue simplemente el mejor ejemplo del marketing que se haya visto en mucho tiempo. Si la Coca-Cola no hubiese inventado al viejo pascuero antes, seguramente habrían comprado los derechos de imagen y estaríamos llenos de fotos de Karol Wojtyla en los camiones repartidores.

El caso del papa alemán... Ratzinger... es distinto. Nadie lo quiso. Nadie lo aceptó porque su pasado era muy tórrido, lleno de hechos reñidos con la moral, partiendo por ser un niño uniformado de las juventudes nazistas (hay fotos al respecto) por ser uno de los obispos que más apoyó y protegió a quienes fueron acusados de violaciones y abusos sexuales, porque fue elegido en un cónclave que se suponía jamás le daría su voto, porque se parece al emperador Palpatine... etc.

Todos se extrañan por su dimisión, pero hay varios casos a través de la historia donde ha ocurrido... y todos se vieron obligados a hacerlo. Clemente I (del 88 al 97), Ponciano (230 al 235), Silverio (536 al 537), Celestino V,  el pontífice del "gran rechazo", (29 de agosto al 13 de diciembre de 1294) y Gregorio XII (1406 a 1415) quien fuera el último en hacerlo.

Extrañamente éste Benedicto no es el primero en renunciar, ya que Benedicto IX (del 10 marzo al 1 de mayo de 1045) renunció a favor de Silvestre III y después retomó el cargo para pasarlo a Gregorio VI, quien fue acusado de haberlo adquirido ilegalmente y decidió también renunciar (un enredo de aquellos).

Lo importante aquí no es el hecho de la renuncia, si no lo que la produce y las consecuencias que traerá para la iglesia y sus feligreses, pero más aún para la credibilidad y el poderío que esta religión posee en el mundo político y económico. Las presiones de los grupos que buscan justicia contra tantos abusos por parte de los sacerdotes, quienes han creído y seguido a sus pastores, pero sólo han encontrado desazón y mentira. No podemos juzgar a toda la iglesia por la maldad y desfachatez de unos cuantos... pero el hecho es que son muchísimos más de los que se saben y ya los que se conocen son demasiados. 

El juego de roles cambiará, esperando las reacciones de los líderes, los grupos, asociaciones y familias de poder... mientras los feligreses mirarán esperanzados de que el humo blanco traiga a un líder que les lleve como su fiel rebaño por la senda de la salvación. ¿Y que pasará entonces? Nada, porque la iglesia siempre ha mantenido a raya a su rebaño, sin cuestionamientos, sin libertades interpretativas de su doctrina, simplemente como un eco que repite incesantemente las plegarias mientras sus bolsillos se vacían en la gran olla de las ofrendas que mantienen el círculo vicioso de la esperanza en una salvación que nadie les puede garantizar..