martes, mayo 12, 2015

Lentes empañados

Hace varios años, cuando usted partió como la tía buena onda y se ganó el cariño de muchos, yo me sentí muy bien, porque sentía que con su llegada (aunque no la apoyé con mi voto) se daba el lugar que merecía la mujer chilena y se golpeaba la mesa en contra de la desigualdad. Que como era mujer y más joven que los vetustos hombre políticos de la época, podría sacar adelante todos los cambios que Chile clamaba... pero claro, como todo lo que hacen los políticos, fue una mera ilusión. De todas maneras, incluso con el Transantiago que le dejó Lagos como una bomba incendiaria lanzada a la bodega de papeles y cartones, usted se ganó el cariño de la gente. Y salió airosa, se fue al extranjero y cosechó los frutos de lo que había hecho: fue una Obama blanca y gorda para nosotros. Pero al igual que Obama, fue pura publicidad. Su gobierno fue el más derechista de todos los de la Concertación, excepto porque Lagos vendió todo antes...

Lo que siempre me pregunté fue "¿cómo pudo aceptar volver?". Y es que aún no me lo explico. Ya lo tenía todo. Había sido el ícono, la imagen viva de un empoderamiento femenino y un cambio en la percepción social de su rol. Ya era respetada afuera. ¿Por qué? ¿Por qué dejar todo para venirse a lo mismo? Alguien dirá que el altruismo hace que las personas dejen su bienestar por el bien mayor. Pero yo no lo veo así en este caso. Usted volvió porque los mismo vetustos políticos de la Concertación no podían llegar por su cuenta nuevamente al gobierno. Y llegó a una concerta 2.0, con nombre nuevo, menos colores y más banderas, pero que al final eran los mismos de siempre haciendo lo mismo de siempre.

A pesar de todo y de no haber votado jamás por usted, le tuve fe. Por que al menos no seguía en el sillón otro imbécil payaso vende todo como Piñera, que sinceramente me avergonzaba a tal punto que feliz me hubiese ido del país esos 4 años. Pero claro, no tengo la plata para ello, porque soy un hijo de las políticas del tatita, donde todos trabajamos esperando el chorreo que nunca llegó. Le tuve fe porque dije "espero que ahora sea más jugada que la primera vez..." y en su primer año debo decir que iba mejor... no bien, pero mejor. Al menos llegó a esos acuerdos, que parecen grandes avances, pero que en la práctica son pasos con bolsas de arenas en cada pie. Terminó el binominal con un sistema no tan exactamente democrático como queríamos, pero mejor que el que había... se hizo una mejor reforma tributaria... aunque igual nos haya apretado de nuevo el cinturón a todos y no haya quitado el royalty a las mineras que se comen todo y sólo nos dejan mierda. La reforma laboral se veía bien encaminada... que decir de la educacional... hasta que llegaron los casos de corrupción.

Y aquí quiero ser muy enfático: todos los políticos en Chile lo sabían y la gran mayoría son corruptos. El punto es que se le atacó a quienes están acostumbrados a comprar el silencio... y cuando se les atacó, empezaron a patalear en el suelo, botando sillas, candelabros, vasos, pateando puertas y dejando al descubierto la gran cagada que siempre estuvo, con personeros de la concerta que negociaban con el yerno de Pinochet... algo así como el "Síndrome de Estocolmo" que señalaron por ahí hace pocos días.

Y a usted le tembló la mano. Le tembló la mano y la pera, no por los corruptos descubiertos de siempre, si no cuando la corrupción fue tan notoria que hasta su hijo se vio involucrado. El mejor regalo del día de las madres que le pudo hacer fue dejarla sola, sin apoyo y tampoco apoyar a su mujer. Simplemente un cobarde de tomo y lomo. Y usted con una pésima asesoría comunicacional, dejando entrever que ni siquiera sabe lo que pasa en su propia casa, con su propia familia.

Y aún así llegó el día del golpe de timón. Cuando decía que iba a hacer cambios en el gabinete. Cuando todos estaban cuestionados, usted decidió limpiar la casa. Y sacó los muebles y les puso el cartel para la venta de garage... sólo que al final los terminó entrando y cambiando de pieza.

Lo que pasó ayer fue el gran triunfo de la política del statuo quo, donde los partidos que tienen un 4% de aprobación sacaron a quienes no les convenía y pusieron a los vejetes y manipulados títeres de siempre, para cortar desde la base cualquier reforma demasiado agresiva, respondiendo a los intereses de sus propios titiriteros, los dueños de Chile, que no somos ni usted ni yo, si no los mismos dueños desde hace casi 200 años..

Sinceramente, todo esto me da mucha pena. Pena por Chile, que ya no puede más y necesita cambios reales y SOCIALES, que necesita más DERECHOS (no como esa burla de hombre que es Felipe Kast que nos espeta olvidarnos de nuestros derechos y tener más deberes), un Chile que necesita crecer para todos, que necesita tener las herramientas para darnos una equidad tanto económica como moral y educacional.

Señora, usted perdió, y lo sabe. Y lo peor de todo es que tendrá que ver acongojada y con sus lentes empañados, cómo se desmorona lo poco que logró armar, porque sencillamente no puede controlar a quienes le rogaron y le lloraron para que volviera, porque ellos eran incapaces de hacerse del poder, una tropa de cobardes que dice apoyarla, pero la traiciona a cada paso.

Y aunque jamás la quise en el cargo y jamás voté por usted, me da mucha pena su situación. Creo que debió haber visto un poco más de cine hace algunos años. Se habría dado cuenta mucho antes que las segundas partes nunca son buenas.