Cuando en tiempo antiguos un rey quería hacer una guerra para controlar el paso de los barcos desde el Mar Negro a los Balcanes, se inventaba el rapto de su reina y se reclamaba el derecho inalienable de su consorte a ir a buscarla, rescatarla y destruir todo a su paso. Más hacia el presente, cuando el gobierno de una superpotencia necesitaba pagar los favores de los empresarios que los eligieron y pagar contratos millonarios para la construcción y comercialización de armas a las fuerzas armadas, se inventaba que un dictador quería conquistar todo el medio oriente. Y cuando se necesitó alejar las críticas a la gestión de algunos vecinos frente a las necesidades de su pueblo, se inventaron problemas de delimitación de fronteras. Es así, siempre se ha usado el método del problema mayor para evitar el problema cotidiano.
Chile no es ajeno a esta práctica, lo ha hecho desde que existe como nación. Un país lleno de latifundistas, dueños de todo (falta que nos cobren por respirar) donde la clase alta tiene el mayor porcentaje de fortuna en Latinoamérica, nuestra clase baja recibe apoyos míseros y todo lo paga la clase media, es el lugar propicio para hacer esto. Porque aunque la "inmensa mayoría" (como reza Piñera en cada discurso añejo y latero) está indignada y con ganas de recibir lo que merece, no tiene la fuerza ni la convicción de que esos cambios son probables. Y nuestra clase política, manejada cual títere por los conglomerados nacionales e internacionales, cumple a cabalidad la gestión de estos engaños.
Si usted no lo cree, vea nuestra televisión y prensa actual. Estamos plagados de realities, de programas basura, de reportajes que no le importan a nadie y repeticiones de videos sacados de Youtube. Cada vez que hay una desgracia, la cobertura pareciera la de cuando vino el Papa a Chile. Cientos de horas en decir lo mismo, para alienar la realidad abismal y terrible: nuestro congreso y nuestro gobierno hacen lo que quieren. Y aunque internet nos ha permitido mayor apertura de pensamiento, conocimiento y cercanía, se ha convertido en el gran causante de la desidia popular. Porque ya las marchas pasaron a ser cotidianas y a veces un like pareciera que lo arregla todo. Y no es así
Las cortinas de humo en Chile son pan de cada día. Hoy le tocó a Salfate, un conductor de TV que no es la gran cosa, pero se ha convertido en icono pop por sus frases y apariciones. Es un tipo común con muchas teorías conspirativas, de las que el 90% son fantasías; esto produce que las reales no sean tomadas en cuenta. Y este tipo que fue encontrado en una transacción de drogas ha ocupado todas las portadas de los diarios, cobertura de todos los canales de TV; el dedo acusador de los mismos consumidores que trabajan en el medio se ha levantado castigador y sentencia su comportamiento. El burro hablando de orejas, dirá la gente.
El punto que me atañe hoy comentar es que mientras todo el mundo habla de Salfate, nadie sabe que en el congreso está aprobándose la comercialización del Litio a través del decreto que subrepticiamente el gobierno generó para estos efectos. Un decreto que va contra la misma constitución que armó la derecha en 1980 de manera fraudulenta. Y es de extrañar, ya que ellos se han protegido contra cualquier cambio al modelo impreso en esa carta magna. Están aprobando lo que no se puede hacer: vender el recurso más escaso del planeta y que existe (como varios otros) casi exclusivamente en Chile. Siguen regodeándose de la venta del cobre y creen dejarnos tranquilos con eso. Pero el cobre está a punto de perder terreno de forma definitiva con los dispositivos móviles. Ya no se necesitan tantos cables de cobre, los transistores y microchip no usan tanto cobre como antes, la fibra óptica le quitó mucho del mercado... el cobre pronto será un metal que se volverá a valorizar como lo fue hace décadas. Y el litio, en cambio, es el mineral que nos puede dejar como la potencia mundial que siempre hemos querido ser. El litio es la base de las baterías en el mundo y lo seguirá siendo por décadas. Al ser uno de los pocos países con este recurso, es absurdo no dejarlo para la explotación exclusiva del estado. Será nuestro colchón para las próximas generaciones, permitirá que tengamos una industria propia de explotación y venta y, por qué no soñar un poco, de manufactura.
Pero a la clase política, que vive sólo del hoy y del bolsillo lleno, eso no le interesa. Esperan su comisión. Porque los potentados y conglomerados internacionales han hecho un lobby como nunca en la historia. Y todos han caído, cual más cuál menos, en la extorsión. Hoy se está vendiendo nuestro futuro al mejor postor y nadie lo sabe. Lo peor de todo, es que a nadie parece importarle.
Y es por eso que Chile seguirá siendo siempre el patio de atrás de las potencias. Porque nuestros gobiernos no velan por Chile, velan por sí mismos, por su bolsillo; no ven el progreso como algo igualitario, lo ven como una pirámide. El "chorreo" ya demostró que no sirve, sólo hace más poderoso al rico y más pobre al trabajador. Pero bueno, para que decirlo si ya lo sabemos.
¿Qué podemos hacer? en las próximas elecciones no vote. Ahora que es voluntario, demuéstrele a estos zánganos que no los queremos, a ninguno de ellos. Y tal vez entonces, por vez primera, podamos dar el golpe en la mesa que este país necesita para hacer de una vez las cosas bien.