jueves, diciembre 09, 2021

El síndrome de Marty McFly

 No, no es un estudio psicológico ni nada de eso. Es algo que me ha rondado en la cabeza desde que ocurrieron las primarias en Chile este 21 de noviembre pasado. Es más, me viene pasando desde 2017.

En el momento que José Kast ganó por los palos la primera vuelta de las elecciones presidenciales para enfrentarse en un inédito balotaje con el candidato de Apruebo Dignidad, Gabriel Boric, sentí un escalofrío de esos que te erizan los pelos de la nuca y te aprietan los dedos de los pies. Mi mayor miedo se había vuelto realidad. Y aunque lo advertí, nadie me tomó en cuenta.

Corría 2017 y en las elecciones de aquel año, un variopinto grupo de candidatos terminaba por entregar en bandeja al que, a la postre, sería el peor presidente desde la dictadura: Sebastián Piñera. Obviamente ver cómo la gente de mi país volvía a usar su "voto castigo" para entregarle el poder a una derecha que había hecho un pésimo gobierno anterior me dio dolor de estómago. Personalmente voté por el FA porque creía (y lo sigo creyendo) que ya era hora de sacar al duopolio y darle un giro a la política de los últimos 30 años que nos tiene en la situación de inestabilidad y rechazo a las instituciones y la clase política como no se veía desde el golpe de estado.

En esas elecciones, eso sí, otra cosa me preocupó aún más. A quienes veía les decía lo mismo y todo el mundo, incluso personas que conocían la política desde dentro (mucho más de lo que yo sabía hasta ese momento) me decían que el resultado que dio a Kast un 8% de los votos sólo significaba que los pinochetistas extremos y militares lo habían apoyado. Me sentí muy paranoico o al menos eso lograron que sintiera, ya que cada vez que lo mencioné me dijeron que estaba sobre reaccionando a algo que era fortuito.

4 años después y otra elección mediante, ese miedo se convirtió en una realidad espeluznante. Es que el discurso de odio, de ignorancia, de ataque a las diferencias, de usar la biblia como consigna y de mentir usando la post verdad como bandera, caló hondo en una sociedad asolada por el descontento y con un estallido social de por medio.

Y he estado preocupado y también enrabiado. Yo no soy un personaje político ni mucho menos, no tengo años de circo en la política, contactos, nada y aún así advertí el peligro. Ninguno de quienes transitaron por las cúpulas de partidos y la esfera política vapuleada de los últimos años le prestó atención al fenómeno de la ultraderecha en Chile, una que usa el dogma del orden y la brutalidad, golpear antes que preguntar, libertad sólo en lo económico y no en lo civil.

No he podido dejar de pensar en la quema del Reichtaag en la Alemania de entre guerras, con un partido nazi avanzando hacia el poder y que le permitió a Hitler tomar el control del ejecutivo. Ni en el caso de Trump, con su postverdad a cuestas que le permitió ganar los votos de delegados y ser presidente aunque tuviera menos votos reales.

A principios del siglo XX ocurrieron muchas cosas que marcaron los siguientes 100 años, entre ellas una crisis económica mundial, una pandemia y dos guerras mundiales. El aumento de los grupos radicales fascistas se hizo palpable en la Europa de entreguerras, que luchaba por levantarse del conflicto y que era golpeada por la pandemia de Fiebre Española y el crash económico de 1929. Con hambre, rabia y desilusión, el discurso facilista y demagógico de los ultraderechistas caló profundo en las mentes de un pueblo europeo cansado y sin esperanzas. Las figuras fascistas pronto se levantaron autoproclamándose los salvadores, los nuevos mesías que salvarían a sus pueblos y les llevarían a la grandeza que se merecían, esa que les era negada por judíos, musulmanes, gitanos, homosexuales, comunistas o cualquiera que no fuera medianamente caucásico, conservador y trabajador de cabeza gacha.

En este nuevo siglo, la cosa se ha repetido cual loop temporal. Nuevamente tenemos una pandemia, crisis económica, armamentismo extremo, dos potencias que se muestran los dientes (USA y China) y el resurgimiento de los grupos de tinte fascista. Y pareciera que las clases de historia y la experiencia propia de un mundo que aún no cumple un siglo desde el lanzamiento de la primera bomba atómica ya ni siquiera importan. Desde que internet se volvió la casa de las redes sociales, la ignorancia y la mentira hicieron una escalada tan preocupante como los pasquines amarillistas de antaño. Ya la verdad no es lo que importa, si no lo primero que se dice, que se vuelve viral y con lo que todos se quedan.

Y al pensar en el siglo pasado y saber qué pasó me pregunto ¿y si tuviera un DeLorean y como el Doc Brown viajo al pasado y les aviso? ¿Si la gente sabe lo que pasará, impedirán que llegue el nazismo a Alemania o el fascismo a Italia? Pues, aunque tuviera la máquina y lo hiciera, la respuesta sería que no. Muchos en su tiempo advirtieron del peligro. Y no hablo sólo de los periodistas asesinados durante el periodo de transición entre Hindemburg y Hitler; tampoco de los miles de judíos o inmigrantes que sufrieron persecución y sabían que podría volverse peor. Hablo de tipos tan inteligentes como Winston Churchill, quien les avisó a USA, Francia y la propia Gran Bretaña que lo que se venía con Hitler era un peligro que se les escaparía de las manos. Pero claro, USA lo veía como un muro contra el comunismo que crecía más allá de los Alpes, a las faldas de los montes Urales. E irónicamente terminó convirtiendo a Europa en un gran muro.

¿Por qué la gente no hizo caso? ¿Acaso el discurso de odio no era claro? ¿No se sabía exactamente lo que provocaría su llagada al poder?

Pues sí, se sabía. Pero no se le dio la importancia necesaria. En una Europa plagada de descontento y destrozada por la anterior guerra, el discurso nacionalista y xenófobo prendió como un reguero de pólvora. Y para la burguesía y la aristocracia era una forma maravillosa de dejar fuera del espectro a los tan temidos bolcheviques que les querían quitar sus riquezas y dárselas a un pueblo que clamaba por justicia social. No vendré aquí a defender el comunismo Leninista o Stalinista, quienes son culpables de la muerte de millones, sólo pongo el contexto.

No importaron las consecuencias horribles. No importó sumir al mundo nuevamente en la destrucción y dejar una huella imborrable en nuestra historia con la guerra más sangrienta de nuestra vida como "humanidad". Sólo importó el cálculo cortoplacista y conveniente para unos pocos.ç

Hoy en el mundo la corriente neofascista se alza con un frenesí aterrador. Cada día se les ve avanzar en más escaños, en más acarreo de personas a sus aglomeraciones partidistas o su crecimiento incalculable en las redes sociales. Y ya han ganado varios gobiernos, destrozando la seguridad social y destruyendo el estado por dentro. No siquiera el patriotismo es en alguna forma parecido al que los fascistas enarbolaban a principios del siglo XX. Hoy es una mueca, una burla, en la que usan el término para la barra y por detrás venden todo al mejor postor, incluso aunque sea la China comunista.

Y en Chile nos enfrentamos por primera vez en 50 años al renacimiento del fascismo. Desde la caída de Pinochet la sociedad chilena se metió en una burbuja de statuo quo, sin reparación, sin perdón, sin reconstrucción de las confianzas ni las voluntades. Simplemente le echó tierra al pasado y decidió poner los pies encima mientras se tomaba una cerveza viendo el atardecer. Pero al hacerlo, permitieron que no se castigara el odio fascista ni se prohibiera la intolerancia radical de estos grupos. Quedaron como una anécdota, una simple mancha en una historia tan llena de manchas que parece un dálmata desnutrido.

Nos enfrentamos a la elección más dura desde la vuelta a la democracia. Kast simboliza todo lo que aún no se arregla en este país, donde la mentira, la sedición, el xenofobia, el clasismo y la discriminación son parte de su discurso el que intenta suavizar para el balotaje, tratando de arrastrar votos. Y en su programa ya demostró que la persecución política y la militarización son ejes fundamentales para lograr sus objetivos de destrozar cualquier intento de llevar a Chile a un estado de bienestar que es lo que tanto clama su pueblo.

Y no, no tengo el DeLorean. Pero les aviso desde ya: si Kast es elegido, no esperen nada distinto a lo que se vivió el siglo pasado con los gobiernos fascistas. Trump, Bolsonaro y Johnson ya nos han dado una muestra clara de lo que son capaces. La gran diferencia es que aquí en Chile la cicatriz de la dictadura sigue honda, sangrienta, casi pútrida. Y hoy el discurso de Kast vuelve a abrir esa herida y le echa limón.

Una pena que Marty y el Doc no estén para decirnos que todo estará bien.




miércoles, julio 14, 2021

La falacia de la historia asumida

 Chile es un país racista, eso lo sabemos quienes vivimos aquí desde que nacimos. Nos han dado la falsa impresión de tener un país pluricultural, pero además de colores "uniformes". Se nos vendió que éramos los "ingleses de América", que estábamos separados tanto por una cordillera como por una ascendencia y una cultura completamente distante de nuestros vecinos, un enclave "europeo" en América Latina. Durante siglos, la visión de nuestro país como benefactor y protector de los extranjeros fue una caricatura muy bien hecha, basada simplemente en una serie de entregas de tierras a colonos europeos que tomaron posesión de tierras ancestrales en el sur del país. En Chile dicen que no hubo esclavitud, cuando en realidad sí la hubo hacia indígenas y unos pocos africanos que fueron arrastrados a estas gélidas tierras para intentar la explotación minera y la agricultura de los grandes hacendados.

Toda la memorabilia circundante en el colchón social de nuestro país tiene un tufo a extranjero. Hablamos llenos de anglicismos, nuestras calles más importantes tienen apellidos extranjeros, los lugares más apetecidos y concurridos tienes nombres en inglés, francés o italiano antes de español o mapuche, quechua, diaguita, etc.

Existe además una complacencia entre historiadores y escritores nacionales de denostar a los pueblos originarios dentro de nuestra literatura docta. No es sólo su culpa, claro está. Todos recibieron la enseñanza proveniente de muchos textos escritos por españoles que identificaban a estos indígenas como "problemáticos, sin conocimiento, belicosos y salvajes". Se menospreció la capacidad de los pueblos originarios desde el inicio por no tener un paralelo con los grandes imperios prehispánicos. Para el europeo y luego para el criollo nacido en nuestras tierras, la admiración por una cultura se basa casi exclusivamente en sus logros arquitectónicos o ingenieriles. Es así como existe admiración infinita por civilizaciones como la egipcia, griega, romana y china y se menosprecia el aporte de otros pueblos que no dejaron tales registros. Es más, aunque todavía no se tiene un entendimiento a ciencia cierta de cómo un pueblo como el Rapa Nui logró crear tales figuras monumentales, éstas no se colocan al mismo nivel de las civilizaciones antes mencionadas, aunque tengan obras artísticas y escritura propia (que no han podido descifrar).

Ayer me enviaron un texto típico de Facebook, de esas cadenas que dicen "lo vi por ahí" o "copiado de alguna parte" sobre cierto historiador Pompeyo Prieto, quien en una extensa redacción, toma los antecedentes del proceso de poblamiento de la América continental a través del Estrecho de Bering como la forma de determinar que el pueblo mapuche, al igual que apache, comanche y otros no son de América, por lo que no son originarios de aquí y por esa razón no deberían ocupar esa denominación. De esta manera denosta la propiedad que estos pueblos sienten por esta tierra en la que han vivido desde hace milenios.

No es de extrañar que tal publicación esté en la página de Oficiales en Retiro de las Fuerzas de la Defensa Nacional. Estamos claros hasta este punto, desde inicios de la colonia, pasando por la "Pacificación de la Araucanía" y las dictaduras del siglo pasado, que nuestras FFAA no tienen ningún tipo de aprecio ni respeto por los pueblos originarios y su legado. Históricamente se les ha puesto el pie encima desde los gobiernos centrales y quienes han sido ocupados para pisotear han sido dichas FFAA.

Quisiera simplemente analizar la hipótesis que Pompeyo Prieto ocupa tan livianamente para determinar que los pueblos originarios de Chile no son tales. Según él, la llegada al continente desde Asia ya los deja como "inmigrantes". De ser así, podríamos considerar a toda la raza humana como inmigrantes del mundo y sólo originarios de África, ya que la migración desde ese continente hacia Europa y Asia permitió los asentamientos humanos que dieron paso a las civilizaciones de la antigüedad y las sociedad modernas. Impresiona la falta de entendimiento de lo que significa ser originario de un lugar. El asentamiento de un pueblo en un lugar durante cientos o miles de años y que no ha tenido a otros antes que ellos, les otorga tal denominación. Se podrá hablar mucho de la beligerancia entre mapuches y otros pueblos indígenas de la región, eso ya es otra cosa. Me quiero dedicar al punto "académico" en cuestión. Los indígenas que viven en nuestro sur son los herederos únicos de un legado ancestral de quienes poblaron por primera vez este continente. Aseverar que no lo son y menospreciar ese legado y esa herencia da cuenta de una necesidad de crear una historia a conveniencia de quien la necesita, en este caso, el statuo quo de nuestra sociedad chilena.

Otra cosa muy vaga y torpe de su análisis es que determina, casi como una exigencia de perseverancia sobre el territorio nacional, el mestizaje como tal. Según él, nuestro mestizaje no se produjo en su mayoría con los mapuche, ya que ellos "se mezclan muy poco, no se integran" según él, a la sociedad. Sin embargo, si revisamos los textos históricos (incluidos los más deterministas y racistas) podemos encontrar que tanto mapuches como huilliches y otras tribus de esta parte del continente sí se mezclaron con los inmigrantes y colonos españoles. A veces consensuado, la mayor parte de las veces obligado, ya que los españoles no traían al inicio sus familias y violaban a destajo. Así mismo, las redadas que hicieron los mapuche terminaron raptando mujeres españolas llegadas en las siguientes expediciones y posterior colonialismo. Y aunque quiera suavizar sus conceptos de "blanqueamiento" de la sociedad chilena, hay que dejarle muy en claro que esta sociedad es un quiltro, lleno de cruzamientos. Todos los que estamos aquí tenemos trazas de pueblos originarios, sea cual sea. Y muchos vienen de los mapuche.

También plantea que "el estado chileno siempre ha apoyado a estas etnias", como si los procesos de la Guerra de Arauco, la posterior Pacificación de la Araucanía y la represión sistemática estos pueblos no hubiese ocurrido. Pareciera ser que a este "historiador" se le olvidó buena parte de la historia. Todo para cerrar su alocución con llamar a quienes luchan por la restitución de sus tierras "terroristas". Quisiera decirle a don Pompeyo que si aún quedaran Kawéskar vivos, seguramente estarían peleando también. Es fácil quejarse por la piedra recibida cuando se ha estado botando camionadas de piedras sobre quien la lanzó.

Y para cerrar con su frase "el Estado Chileno siempre prevalece" le tengo sólo una cosa que decir. El estado no es el que prevalece, son los habitantes de esta tierra. Todos y cada uno valemos. Y ya es hora que quienes no han sido valorados de igual forma, sean tratados como se merecen. Como ancestros, como origen, como orgullo de nuestras raíces. Chile es sólo una idea que nació sobre un suelo ya habitado, vivido y sufrido por generaciones que claman por ser respetadas. 

Ya es hora de abrazar nuestras raíces.







miércoles, abril 07, 2021

La cultura de la cancelación debe ser cancelada

Dado los arrebatos de la opinión pública referidos a la actuación de "Violento Parra", humorista nacional, en programa "Mentiras Verdaderas", debo referirme a un fenómeno mundial que está produciendo tantos problemas como consecuencia indeseables dentro del mundo del entretenimiento y la cultura.

La cultura y el arte están supeditados al momento histórico en le cual se crean y desenvuelven sus obras. Es así como tenemos arte basado en deidades en casi toda la historia antigua, gestas de batallas, culto al cuerpo humano, a la naturaleza o a la abstracción según sea la época en que se realizaron y las influencias de la misma sociedad en sus autores. Es imposible usar una misma vara para medir la moralidad de tales obras, ya que el contexto determina mucho el producto que vemos hoy en día. Dicho aquello, cabe señalar que eso no significa que no se pueda tener una mirada crítica de los mismos, dado que somos seres que evolucionan social y culturalmente y que, bajo los nuevos parámetros que nosotros mismos nos vamos imponiendo, las visiones cambian y permiten análisis dispares según el momento en que vivimos.

Bajo este lente, quiero analizar el fenómeno de la "cultura de la cancelación". Este movimiento, que ha explotado gracias a las redes sociales, es una forma de rechazo público a una obra, autor, movimiento o moda que existe o existió y que, en vez de analizar el tema bajo los contextos antes descritos, los iguala a la normalidad actual. Es así como desde hace un tiempo hemos visto que se ha criticado a directores conocidos y queridos como James Gunn por un tweeter en broma pasado de la raya que publicó hace 10 años y que Disney tomó como justificación para echarlo del MCU. Luego, cuando se dieron cuenta que todo el elenco de Guardianes de la Galaxia se negaba a participar en nuevas entregas sin él, decidieron recontratarlo.

También hemos visto el caso de "Lo que el viento se llevó", una película clásica de 1939, que se basa en el libro del mismo nombre publicado tres años antes y que mostraba la Guerra de Secesión de Estados Unidos desde la perspectiva de una familia sureña, poseedora de esclavos. Esa película fue filmada en una época en que la comunidad afroamericana no tenía presencia real en el cine excepto por pequeños papeles y cortometrajes, sin reconocimiento de derechos reales en la sociedad. Obviamente su visión es bastante racista referida a los parámetros actuales, pero además trata de una época donde la esclavitud era algo natural para la sociedad norteamericana. Ahora se le cataloga de ser una película racista y eso la ha llevado a pedir que se le elimine de todas las plataformas de streaming y que obligó a las distribuidoras a poner un cartel al inicio explicando que "se hizo bajo un contexto histórico distinto". Esa película fue la que dio el primer Oscar a una actriz de color quien no lo pudo recibir en el mismo escenario que el resto de los actores, por estar segregados los espacios según raza. Fue el inicio de una larga travesía para que la comunidad afroamericana lograra respeto y reconocimiento en el cine de Estados Unidos. Es decir, una película "racista" termina siendo el medio para reivindicar a la comunidad segregada. No darle ese peso y sólo ver la obra bajo el prisma de lo que el racismo es considerado hoy le quita la posibilidad de seguir siendo un clásico del cine de todos los tiempos. 

Es así como también tenemos el problema con las artes frente al legado de las mujeres. Olvidadas, relegadas, a quienes muchas veces les quitaron el crédito de sus propias obras, hoy por hoy son la piedra base de la creatividad y la cultura en el mundo. Es imposible pensar que la cultura no las considere. Son muchas veces más audaces y logran mayores éxitos en ámbitos que se les negaron por sus pares masculinos que primero las vieron como incapaces y luego como una amenaza. Las letras de canciones, los textos de libros, las menciones, las mismas obras que mostraban a las mujeres sólo como una comparsa dentro de la gran obra de los machos recios que salvaban al mundo, peleaban guerras y creaban grandes inventos, han sido criticadas en innumerables ocasiones por perpetuar ese modelo al ser consideradas obras máximas de la historia. Pero eso está llevando a cuestionar obras que, por más que nos molesten hoy, siguen siendo obras que marcaron época y son necesarias para entender la historia.

En el caso de "Violento Parra" no quiero decir que su propuesta me resulte un "arte" que deba ser defendido a raja tabla. Es más, siendo un humorista de limitadas capacidades, le ha sacado el jugo a su propuesta irreverente y crítica, personificando a la versión más arcaica del cuico ricachón y analfabeto social que predomina en la clase alta chilena, desconectada de la realidad que el 96% de Chile vive. Sus ataques son propios de los códigos que esa élite ha acuñado por generaciones, para quienes un mapuche, un pobre, un homosexual o un extranjero son igual de indeseables y molestos. El escuchar las frases llenas de desprecio que canta "Violento Parra" nos hace sonreír con una mueca que demuestra que sabemos que esa sátira y caricatura no está tan alejada de como todos vemos a esa clase alta. El problema radica en que su humor es invertido. El chiste no es el chiste, si no la forma en que dice lo que dice, aunque lo que diga sea aberrante a nuestros oídos y completamente censurable desde la moralidad imperante. 

Impacta, por otro lado, que quienes han ocupado la cultura de la cancelación muchas veces han sido los más marginados por la sociedad. Minorías de todo tipo y color han tomado esta herramienta como una vendetta contra lo que los ataca de forma directa o indirecta, sin importar la fuente o la intención. Estamos claros que "Violento Parra" no será recordado en los anales de nuestra historia como un revolucionario, un líder de opinión ni una lumbrera del humor criollo, pero se le ha dado demasiada importancia a su rutina, sobre todo por la reacción de Daniela Vega, quien se ha vuelto algo así como paladín de la causa trans y de ejemplo para el resto de la sociedad de que la comunidad LGBT+ vino a para quedarse con una fuerza nunca antes vista. Ella misma, desde su palestra, se ha convertido un ente de censura. 

Lo malo que conlleva la cultura de la cancelación es que en vez de criticar y llevar a la palestra el problema y analizarlo como sociedad, normalmente lo que quiere es borrar los hechos que le incomodan a la mayoría. Es decir, es como tener un plumón negro en la historia e ir tarjando personas o hechos que nos molestan para que no se hable más de ellos. Y la naturaleza humana no aprende si no es por los errores que comete y que la empujan a los aciertos que luego heredará a las siguientes generaciones. Es como que dijéramos que en Europa eligieron a un líder extremo nacionalsocialista en los años 30 y después (renglón negro) Europa se ha convertido en un lugar multicultural y multirracial. O como muy bien hicieron en un sketch de Plan Z, cuando Pinochet iba a pedirle "amablemente" a Allende que dejara el gobierno y luego se hacía un corte que decía que "imágenes incómodas se reemplazaron por este paisaje" para que luego todos se abrazaban felices por el nuevo Chile. A los chilenos que sabemos qué ocurrió nos pareció una forma muy clara de demostrar cómo quienes fueron partidarios de la dictadura veían el hecho del golpe militar de 1973 y sus consecuencias, una visión completamente ajena y descontextualizada a lo que vivió el resto de Chile por esos años. Y es entonces que se entiende que el chiste no es reírse de la muerte de Allende, las torturas o la falta de libertad, el exilio, etc... todo pasa por reírse de la desconexión entre quienes cuentan la historia con la realidad a la que se refiere.

La cultura de la cancelación está produciendo que las visiones distintas o dispares comiencen a variar. Es así como algunas se anulan para seguir con la opinión general y otras, por el contrario se radicalizan. Y es ahí cuando comienzan las polarizaciones sociales que conllevan a enfrentamientos mayores. Su efecto puede ser nefasto a largo plazo. Si borramos partes incómodas de nuestro pasado, es muy posible que en el futuro quienes no tengan esa información cometan esos mismos errores. 

Debemos mejorar como sociedad, aceptar nuestros errores y evolucionar. Borrar el pasado nos da una falsa sensación de tranquilidad. La calma antes de la tormenta.




martes, abril 06, 2021

La visión del autor

Tal vez suene a lugar común por estos días, pero quiero referirme al tema del Snydercut aunque todos ya hayan hablado de ello. Y lo quiero hacer desde mi posición de audiovisualista, guionista y realizador. Mi lado motiongrapher también tiene algo que decir al respecto.

Desde el inicio de la carrera de Zack Snyder se sabía que era un tipo que siempre buscó la visualidad más que el contenido. Se desarrolló como la nueva lumbrera estética de Hollywood con muy buenas adaptaciones (algunas más fieles que otras) de obras como Watchmen y 300, que le abrieron las puertas a tomar la posta del DCU que le propusieron a Nolan después de su aplaudida trilogía sobre el hombre murciélago. Claro que el paso del manto no era cosa que le preocupara a Nolan, aunque sí a la mayoría de seguidores nuevos de lo que hacía el universo DC con sus comics llevados a la pantalla. A diferencia de lo que lograba Marvel con personajes que parecían olvidados en el comic y que se volvían íconos de una nueva era en el cine, DC (que fue la génesis de la mayoría de los personajes de superhéroes) perdía terreno, ya que la visión realista de Nolan no continuaría y se necesitaba algo espectacular para darle la patada inicial al Universo Cinematográfico DC, que traería a un nuevo Superman, un nuevo Batman, una nueva Mujer Maravilla y el Namor de DC, Aquaman, en una versión mucho más brutal. Y por supuesto, la tarea era jodidamente titánica, ya que DC tenía que mantener su tono "oscuro" para diferenciarse de las fantasías "graciosas" de Marvel.

Snyder, el rey de la cámara lenta (debe haber visto Baywatch hasta el cansancio) hizo su estreno en el DCU con MAN OF STEEL. Fue un muy bien inicio, presentando a Henry Cavill quien no tuvo problemas para representar la nueva versión del kryptoniano, si no que se convirtió en la encarnación más cercana al físico del cómic que hayamos visto en pantalla. Aunque tenía ciertas falencias en el guión y algunas cosas cursis, la película funcionaba, sobre todo en mostrar los conflictos internos del alienígena criado en la Tierra al tomar su papel como el dios protector del planeta. El siguiente paso fue presentar a Batman, pero en vez de hacer una película de "inicios" como la de Superman, decidieron dar por hecho que Batman ya existía, que estaba en su madurez, ya había perdido a Robin a manos del Guasón y además le tomaba bronca a Superman por la destrucción de la ciudad durante su batalla con Zod. Así nace "Dawn of Justice", donde vemos por primera vez al Batfleck enfrentándose a Superman y presentando además a la Mujer Maravilla, Lex Luthor (en la peor versión que se les pudo haber ocurrido) y por si faltara poco, a Darkseid con un origen tan extraño que prefiero ni recordarlo. Lo que sí recordamos todos es la línea de giro dramático más nefasta del cine del nuevo mileno... "Martha". Según el propio Snyder fue algo que siempre quiso que pasara de la forma que se dio, lo que me suena a que es muy tozudo o realmente peca de inocencia guionística, si existiera ese término.

Y es aquí donde los problemas se suscitaron entre el director y Warner, dueña de los derechos en pantalla de los personajes de DC y que ha hecho mucha plata con las series, pero que en el cine está siempre al debe, con producciones que siempre están al borde de, pero no pasan de ahí. Es cierto que con Man of Steel el futuro se veía promisorio (ya que se comenzaron las preproducciones de un montón de películas referidas a este universo), pero la duda sobre el trabajo de Snyder por culpa del "efecto Marta" generó las primeras asperezas, por lo que la tercera entrega del director debía romper con todo y le lanzaron encima la carga de hacer la primera película de la Liga de la Justicia, teniendo que presentar a tres personajes que no habían aparecido antes y que tampoco tenían películas introductorias propias: Flash, Cyborg y Aquaman. Y si hay algo que aprender del MCU es que si se presentan adecuadamente los personajes de tu universo película a película, la unión de todos ellos genera éxitos de taquilla gigantes.

La tarea era dura, pero Snyder se lo tomó con toda la seriedad que merecía el proyecto y pensó en una película dividida en tres partes, su obra máxima en el cine de superhéroes. Era una idea tan ambiciosa que, luego del chasco que fue Batman v/s Superman, la compañía cinematográfica decidió simplificarla a una sola película y poner a Josh Whedon, el flamante directo de Avengers, a cargo de supervisar que a Snyder no se le fuera la mano con la oscuridad y fuera un poco más "marvelita". Cuando esto comenzaba a generar ruido en el rodaje, con un Snyder lanzado a su visión y un Whedon que buscaba que todo fuera color y chistes a cada instante, llegó la terrible noticia que destrozó a Zack y lo sacó del rodaje para siempre. Su hija Autumm se había suicidado, por lo que abandonó el proyecto cuando faltaba muy poco para terminar. En su reemplazo tomó las riendas Whedon que decidió rodar casi 2/3 de la película de nuevo para darle un mejor ritmo y una visión más alegre que lo que había hecho Snyder hasta ese momento. Fue así como tuvieron que rodar escenas nuevas de Superman con bigote y tratar de borrarlo en  postproducción, cosa que no resultó para nada bien. Aún me dan escalofríos recordar esa imagen.

Desde el primer visionado, los ejecutivos de Warner sabían que la Liga de la Justicia era una una real mierda adornada con cerezas y coco rayado, pero mierda al fin. Era intragable. Sosa, sin fondo, con personajes desdibujados o demasiado arquetípicos, completamente sexualizada y banal, con un antagonista que parecía una versión pirata de la bruja de los Power Rangers. Todo mal. Fue tanto así que (según dicen) los cercanos a Snyder le prohibieron ver la película de Whedon para que no sufriera un colapso. Y en realidad, yo había hecho lo mismo.

Años después se deslizó la posibilidad de que Snyder tuviera algo de su película sin terminar por ahí guardada y que le hiciera más justicia a la visión del autor mismo, más que lo que la compañía quería. Y al tiempo el hashtag #snydercut se volvió tendencia, con lo que se alzó una campaña sin precedentes para que la versión del director fuera llevada a cabo y así zanjar de una vez la discusión de si podría haber sido una mejor película con Snyder que con Whedon. Ojalá así se movieran para causas más humanitarias, pero sabemos que las redes sociales se mueven con mayor eficacia contra los conglomerados económicos que contra los gobiernos. Finalmente, Warner habló con él, le propuso sacar la película como había quedado, a lo que Snyder se negó. Aceptaron entregarle un presupuesto mínimo para terminarla, realizó las tomas que le faltaban y comenzó con la postproducción. Ahí la expectativa era tan alta que los mismos ejecutivos de Warner propusieron aumentar el presupuesto y así la película salió a la luz en marzo de 2021.

Ahora que ya puse en contexto el cómo llegamos a este punto, quiero poner ambas películas una al lado de la otra y hacer un análisis de las virtudes y defectos de la versión de Snyder respecto a la de Whedon. No me dedicaré a mostrar cada referencia a  los comics ni cosas freaks, porque para eso hay miles de videos en youtube de geeks hablando horas y horas al respecto. Voy a hablar de la obra cinematográfica.

- En principio hay que aclarar que la historia es la misma, Steppenwolf viene a la tierra a buscar las cajas madre para acabar con todo y los superhéroes de DC lo detienen. Lo que cambia es la forma y las justificaciones a los actos de los personajes. En el caso de los personajes principales, la secuencia de inicio es un repaso de la muerte de Superman y cómo su grito de muerte despierta a las cajas madres escondidas en la tierra y le avisa al mundo que la Tierra no tiene defensores fuertes. En la de Whedon salía Superman grabado por un smartphone con un cgi horrible tapando un bigote del tamaño de Connecticut en una escena tan tonta como innecesaria. 
- En la versión de Whedon, Steppenwolf hace todo porque "es malo" o "porque sí". En la de Snyder el tipo es un renegado, un paria expulsado por Darkseid luego de haberlo traicionado y para él el encontrar las cajas madres es lo más importante, porque así puede congraciarse con su señor y volver a estar a su lado. Este sólo detalle genera una seria de secuencias donde se ve esta interacción, su desesperada necesidad de aprobación y le da un contexto a todo lo que hace este personaje que ya no solamente es "malo porque sí" si no que tiene un objetivo y una necesidad que satisfacer. Le da más peso y contenido a su empresa y una motivación para luchar con todas sus fuerzas contra los héroes terrestres. 
- Batman es el más badass de todos en la versión de Snyder. Pelea palmo a palmo con sus compañeros, a pesar de no tener superpoderes. Es además el líder indiscutido de todo el equipo. Su interacción con todos los personajes es distinta y hace que las relaciones entre todos giren en torno a él. Y Alfred tiene una segunda vida aquí, ya que se muestra su lado más servicial y analítico, empoderado de todo el peso de su bagage cultural y experiencia. También Batman tiene una evolución, ya que pasa de ser el tipo sin esperanzas de la película anterior a tener fe nuevamente. En la Whedon queda como un ricachón que buscó gente para pelear por él y salir victorioso.
- Superman deja de ser el tipo básico que nos mostró Whedon y pasa a ser un tipo conflictuado que al volver a la vida sólo puede reaccionar y volver a la realidad al sentir el hijo en el vientre de Lois. Su relación con el mundo vuelve de a poco, las confianzas deben ganarse en el caso de Batman, pero la Tierra lo necesita. Su elección de traje negro es por las mismas razones regenerativas que en los comics de los 90, pero no lo explican en la película. Para mí no era necesario, pero otros reclaman. 
- La Mujer Maravilla ahora sí que maravilla. Es tremendamente violenta, rápida, dura, no le vienen con cuentos. Ahora es una amazona completa y no la versión softporn que nos presentó Whedon, con tomas de su culo cada 20 minutos o de flash cayéndose en su pecho. Es una líder innata, pero decide ayudar a Batman porque la batalla es mucho para ella sola y lo sabe. Su apego a su tribu le hacen reaccionar mucho más agresiva contra Steppenwolf por su ataque a la isla de las amazonas. 
- Flash fue de menos a más. Aunque mantiene chistes bobos y es el alivio cómico de la película, su rol es demasiado importante, trascendente y es quien salva el día al fin y al cabo. Además muestra su relación con su padre de manera más pesimista, sus motivaciones para ser parte del equipo ya no son tan de freak, si no de solitario y además muestra su capacidad de moverse a través del tiempo al correr más rápido que la velocidad de la luz, algo que se explora largamente en los cómics, pero que en la versión de Whedon pensaron que era mucho y era mejor hacerlo empujar una camioneta con una familia en su interior y terminar corriendo en una competencia con Superman... 
- Aquaman es quien menos variaciones tiene. Sigue siendo bastante plano referente a lo que sucede a su alrededor, pero ahora se le pone el contexto de que su propio pueblo, al menos quienes conocen su historia y quieren a su madre, le exigen que tome partido y haga algo para salvar a su gente de Steppenwolf. Además sienta las bases de la película en solitario al plantear a su próximo antagonista (su hermano) y su relación con su padre terrenal, con quien decide volver a estar luego de la aventura. Su viaje recién inicia. Aunque debo decir que el canto de las pobladoras adorando el chaleco que dejó tirado me pareció un poco pasado de rosca.
- Cyborg. Creo que si las acusaciones del actor que da vida a este personaje son ciertas, Josh Whedon es un racista de tomo y lomo. El personaje sólo era una anécdota dentro de la primera entrega de la Liga de la Justicia. En la versión de Snyder es él el eje de todo, la historia necesita de él como él de la historia, es el medio y el fin para lograr el éxito, aún sin quererlo. La relación con su padre, la forma en que se desarrolla le da al personaje una motivación extra, sin contar con la propia aceptación al ser un monstruo a sus ojos. Simplemente son dos películas distintas por este aspecto. Y nada que decir frente a sus capacidades o "poderes" y su lazo con las cajas madre que ahora queda muy claro y permite una justificación frente a que puede separarlas siendo sólo un cyborg y no un dios.
- DARKSEID. Creo que ésto le dio un peso tan importante al argumento de la película que hizo que todas las pesadillas de Batman de la segunda película y las de las escenas post créditos tuvieran sentido y uno se quedara con ganas de más.
- Jocker. Jared Leto vuelve como el Guasón después de su infortunado paso por Escuadrón Suicida (otro bodrio de película). La gran diferencia es que Snyder ahora le dio todo el tiempo para que su personaje pudiera entablar una conversación llena de cinismo y amenazas veladas con el Batfleck que sigue siendo una gran personificación del murciélago. Uno quisiera ver más de esa interacción, pero bueno, Warner ya dijo que no.
- Detective Marciano aparece en la de Snyder y, aunque parece un poco forzada su presencia, me gusta que sea el personaje que vimos en la primera película de Superman y que luego de su muerte entiende que no puede estar ajeno a proteger la Tierra de amenazas exteriores. Aún así, su trabajo de cgi es pobre respecto al resto, lo que no le baja puntos al diseño que está excelente. Argumentalmente flojo al mantenerse al margen de una lucha tan importante, pero entendible si se le considera la primera de tres películas.
- La secuencia de la lucha de los dioses antiguos contra la invasión de Darkseid. ESPECTACULAR. Creo que logra captar toda nuestra atención con toneladas de acción, momentos épicos, grandes diseños de personajes y en 3 minutos te enciende más que toda la película de Whedon.
- La escena post créditos y la visión de Cyborg. Ambas son escenas visualmente alucinantes y que al ser unidas a la visión de Batman de la película anterior dan a entender todo el contexto que tendrían la segunda y tercera entrega de esta trilogía fallida. Todo ambientado en el contexto de Injustice, donde Superman se vuelve malo "de los cojones" como dirían los españoles.

A nivel de su estética, debo decir que siempre me ha gustado la estética de colores degradados y oscuros como los que usa Snyder. Buen trabajados los diseños, los escenarios, la iluminación. La idea de un universo sombrío, oscuro y vil se traduce en toda la película como un manto que es imposible de evitar sentir su presencia. Obviamente el director usa y abusa de la cámara lenta de tal manera que llega a cansar en el primer tercio de las 4 horas de película. Claro que este recurso está utilizado de manera sublime en la escena cuando despiertan a Superman y cuando al final Flash debe retroceder el tiempo para salvarlos a todos. 

La elección de cast puede gustar a algunos y molestar a otros, pero creo que funciona y mucho más en la versión de Snyder. Personalmente Ezra Miller no es mi favorito como Flash, lo encuentro sobreactuado y que como público no puedo conectar con él. Aún así, su personaje se desarrolla mejor y terminas considerándolo esencial. Una pena que el papá de Cyborg se muera como también lo hizo en Terminator 2, sacrificándose por un bien mayor. Y definitivamente todo lo que se hizo a nivel visual con los dioses antiguos dan ganas de que se convierta en una película propia.

La banda sonora es otro tema, ya que muchas canciones que ocupó Snyder son parte del conocimiento y aprobación pública, temazos de tiempos ajenos a la trama, pero que le dieron mucho más peso. Sabemos que una en especial está incluida en honor a su hija, pero en general toda la banda sonora y el tratamiento de sonido mejora referente a la de Whedon.

CONCLUSIÓN

¿Qué me queda después de comparar estas dos películas? Que, aunque le duela a Warner, Snyder tenía muy claro el objetivo y el camino a seguir. Te puede gustar o no su forma de contar historias o su estética y ritmo de montaje, pero el tipo sabía qué quería hacer. Y la premura por lograr grandes ganancias en el corto plazo (que sí estaba logrando Marvel) terminó por sepultar lo que podría haber sido el cierre perfecto para la visión de Snyder en el DCU. Desgraciadamente con plata baila el monito.

Reitero que no soy un fan de Snyder. Me gustan algunos de sus trabajos, pero no existe una sola película suya que no me cause reparos. De todas maneras, el corte de 4 horas en formato 4:3 (¿por qué? PORQUE SÍ) es una muestra completa de dos fenómenos únicos: la visión de un director que se contrapone a la de la compañía que lo financia y logra perseverar... y la de la fuerza que tiene internet y las redes sociales ante las multinacionales. 

Creo que este hecho era necesario. Muchas veces los directores se quejan que su visión no está completamente reflejada en sus películas porque los estudios meten mano a cada rato y eliminan o cambian cosas que ellos por contrato deben aceptar. Hay pocos que tienen mayor poder sobre sus obras, como Nolan. Y a futuro (tal vez) las grandes compañías y estudios se tomen un poco más de tiempo para decidir qué hacer en vista de los planes futuros. Kevin Feige tiene el gran triunfo de haber logrado una visión de más de 20 películas para darle un marco argumental a la Saga del Infinito. Sin "Iron Man" habría sido imposible, pero sin Kevin y su visión de la totalidad del MCU, tampoco. Muchos proyectos fallidos como "Thor 2" o "La Era de Ultrón" podrían haber hipotecado proyectos más arriesgados como "Guardianes de la Galaxia" o "Ant-Man". El negarse a dar el brazo a torcer para mantener una visión total fue lo que les dio el éxito y les respondió con la franquicia más exitosa de la historia del cine.

Esperemos que Warner y los demás estudios entiendan que los tiempos han cambiado y que ahora el público exige que se respete su opinión. Y aunque no deben caer en el servilismo exagerado para dar en el gusto a la gente, deben al menos entender que ciertos proyectos tienen su público cautivo, por el que vale la pena arriesgar algo de dinero. Esos feligreses siempre volverán y tarde o temprano, serán quienes hagan de su proyecto un gran negocio.