lunes, octubre 21, 2019

Estamos en guerra

"Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, que no le teme a nada ni a nadie, que está dispuesto a usar la violencia sin ningún límite, incluso cuando significa pérdida de vidas humanas que está dispuesto a quemar nuestros hospitales, nuestras estaciones del metro, nuestros supermercados con el único propósito de producir el mayo daño posible. Ellos están en guerra contra todos los chilenos de buena voluntad que queremos vivir en democracia, con libertad y en paz"

Estas son las palabras con que anoche, anunciando un nuevo día de toque de queda se refirió a la situación Sebastián Piñera, quien aún ostenta el título de presidente de Chile, a pesar de haber demostrado con holgura que es un inepto para el cargo y que su delfín Chadwick (su primo nepotista) es quien lleva las riendas cual Portales o Guzmán en la lucha contra el alzamiento popular y el mantenimiento del statuo quo.

Y escuchando su perorata he caído en cuenta de que tiene toda la razón. Se ha equivocado solamente en los papeles de quienes están involucrados en la acción. Sí, estamos en guerra. YO ESTOY EN GUERRA.

Estoy en guerra contra un enemigo poderoso, llamado AFP que se lleva todas mis imposiciones, lucra con ellas y me carga las pérdidas para luego darme una pensión miserable, negándome sacar mis propios fondos para invertirlos por mi cuenta y se llena la boca de que esos dineros son míos. Estoy en contra de un enemigo poderoso, como los bancos y las inmobiliarias que llevaron en 9 años a triplicar el precio de los departamentos y casas, que dejaron en la banca rota a las familias con créditos imposibles de pagar, con tasas alucinantes. Estoy en guerra con un enemigo poderoso como los empresarios que se han comprado Chile entero, que pagan unos sueldos cagones y que no los reajustan, exigen lealtad y pagan con esclavitud salarial. Estoy en guerra contra las poderosas autopistas concesionadas, que lograron cobrar arriendo por el aparato con que nos cobran sin que podamos hacer nada. Estoy en guerra contra el poder que puso a esta masa de ineptos, ladrones y estafadores en el gobierno y el congreso. Estoy en guerra contra el SII y el poder judicial que permitieron que Johnson, Hites, el mismo Piñera, Délano, Penta y un sin número de políticos y empresarios defraudaran al fisco sin pagar más que multas pequeñas o con clases de ética.

Ese enemigo poderoso no le teme a nada ni a nadie, ni a los tratados internacionales, ni a la UNICEF, la ONU, la OCDE ni nadie, precarizando la salud, educación y la democracia con sus movidas tránsfugas. Ese enemigo está dispuesto a usar la violencia sin ningún límite, sacando a la milicia al segundo día de manifestaciones, generando caos, realizando montajes y atacando a la gente sin justificación en el 80% de los casos. No le importan las vidas humanas, tanto así que se sabía que habían 62 carabineros heridos y en los hospitales que estaban, pero no se sabe la identidad ni la cantidad de muertos civiles y personas lesionadas en la comunidad. Ese enemigo poderoso ha quemado el sistema público de salud desde dentro, desmantelando los hospitales al recortar sus recursos y pagar a los privados miles de millones en atenciones que el sistema público no puede dar porque está falto de recursos, sólo con la mira puesta en privatizar completamente la salud chilena. Ese enemigo poderoso quemó nuestro sistema de locomoción con alzas gigantescas, con un pésimo servicio de cobertura por 13 años que hemos aguantado casi sin chistar. Ese enemigo permitió que los supermercados cobraran los precios que querían, se coludieran las farmacias, se precarizaran los salarios y que los proveedores recibieran pagos a 90 o 120 días.

Ese enemigo poderoso, representado por Piñera, Luksic, Paulman, Chadwick, la UDI, RN, la DC, el PS y el PPD y tantos otros actores políticos que me repulsa sólo recordar cómo se limpian la boca hablando del pueblo, es quien está en guerra contra todos los chilenos de buena voluntad que queremos vivir en democracia, con libertad y en paz.

Si, Piñera, estamos en guerra. Estamos en guerra contra ti y lo que representas. Estamos en guerra contra la injusticia de vivir en el oasis del empresariado y el infierno de los empleados.

YO ESTOY EN GUERRA.

jueves, mayo 09, 2019

Avengers: la saga del infinito

Durante un año no me aparecí por aquí escribiendo, por múltiples razones. Entre ellas un cambio de casa, nuevas responsabilidades, organización, proyectos musicales nuevos y un cuanto hay de cosas por hacer. Como siempre mi disgregado cerebro se debatió en qué tenía que priorizar, así que todo quedó medio nebuloso, como esta mañana santiaguina.

Dentro de las cosas que me inspiraron a volver a escribir (política, desigualdad social, pobreza, etc.) decidí darle un pequeño giro y no comentar lo mal que está el mundo, porque ya todos los sabemos. En cambio quiero hablar sobre el fenómeno cultural en el que se convirtió el MCU.

Marvel siempre ha sido mi compañía de comics favorita. Desde niño siempre me atrajo Iron Man y Spiderman mucho más que Superman y los tipos de DC (excepto por Batman, porque Batman es Batman). Y cuando soñaba con la posibilidad de ver sus héroes en la pantalla grande siempre me decepcionaban porque elegían a los que a mí menos me gustaban (como los 4 Fantásticos) y lo hacían mal. Cuando por allá en el 2008 hicieron la versión de Iron Man con mi actor favorito, Robert Downey Jr., supe que estaba al frente de un fenómeno nuevo. Y aunque quería ver todo lo que podría alcanzar la franquicia, nunca creí que llegaría a convertirse en lo que es hoy en día.

La Saga del Infinito, ese compendio de 20 películas que rodea la entrega de su cierre (no único, ya que falta la segunda de Spiderman) con ENDGAME ha sido un fenómeno de la cultura pop único. No sólo por la calidad de las producciones, excelente casting, modificaciones de guión para generar una historia común, adaptar personajes sosos a verdaderos referentes, si no también el tomar a iconos del comic como Capitán América y relanzarlo como un héroe que no representa los ideales de USA, si no los de todos los seres humanos. El nivel de trabajo en el guión para darle sustento a las historias, el desarrollo del arco argumental de cada personaje, la forma en que desarrollaron un tema común, en que los diálogos fueron ocupados como ganchos para ser descifrados en entregas posteriores, es algo que no habíamos visto en el cine, excepto en algunas trilogías que se basaron en libros, como El Señor de los Anillos o Harry Potter (aunque esta última me prende menos que Barney Gómez en bikini). Lo que han vivido las nuevas generaciones con este género ha sido realmente algo impensado hace 20 o 30 años, creo que jamás se había planteado un desafío como éste. Y debo decir que a mis más de 40 años he quedado sorprendido.

Tanto los hermanos Russo, como James Gunn y Favreau, todos quienes tuvieron algún poder de decisión en cómo plantear las películas, han hecho un trabajo extraordinario. Hay perlas como también pan marraqueta, pero no por eso deja de ser un conjunto exquisito. Es cosa de ver cómo ciertos personajes que sólo eran una ilusión verlos en la pantalla (Dr. Strange, Pantera Negra, Guardianes de la Galaxia) fueron llevados al cine en solitario, con propuestas visuales muy interesantes y atractivas no sólo para los fanáticos del comic, si no para el público en general. Y creo que el hecho de que ahora sea de dominio público algo que sólo le gustaba a los niños y los ñoños, ha sido el palo al gato que se necesitaba para revitalizar el cine.

Muchos dirán que el cine de superhéroes no se compara a una buena película de autor y lo comparto. No estamos ante la lumbrera del séptimo arte y del lenguaje audiovisual, pero sí estamos ante algo que supera las expectativas de los espectadores como no habíamos visto desde la aparición del western o Star Wars. Y es que Marvel tiene tantos personajes con aspectos humanos, con problemas e inseguridades que es imposible no tener un momento de identificación con al menos uno de ellos.

Sé que ahora que la Saga del Infinito ha terminado es probable que la fase 4 del MCU no sea de la misma calidad, impronta o fuerza de todo lo anteriormente vivido, pero está claro que marcó un antes y un después en las producciones cinematográficas. Y no sólo eso: creo que gracias a ésto la gente ha vuelto en masa al cine. Ojalá se pudiera ver reflejado eso en el interés por ver cine nacional, pero sabemos que el chileno nunca apoya lo suyo. El ser profeta en su tierra jamás funciona para el arte en Chile a no ser que todos los astros se alineen.

Al menos he tenido la fortuna de ver cómo mis sueños de niño se volvieron realidad en la pantalla. Nunca seré Iron Man (no tengo plata), pero pude ver su mejor versión.