viernes, noviembre 23, 2007

La Inflación

Hace mucho que me prometí jamás hablar de economía, aspecto de la vida diaria al que no soy asiduo, sus códigos me parecen chino y realmente siento que, aunque gobierna nuestra vida, no es la razón por la que estamos aquí; así que no le presto mayor importancia más que para tener la plata que necesito para vivir.

El hecho es que no voy a hablar de economía, pero si está relacionado con ella. Hace un par de días se comenzó a discutir en el congreso una nueva ley que aumenta en un 6% el sueldo de todos los empleados fiscales, quienes estaban en huelga por la demora en los reajustes salariales y quienes fueron apoyados por los basureros que no recogieron nada por varios días. El aumento lo considero muy bueno y justificado cuando aún en Chile no se legisla para tener un salario mínimo lo suficientemente digno como para lograr pasar el mes. Entonces... ¿que es lo que me molesta?

Bueno, junto con las medidas de reajuste salarial venía adosada una limitante: que tanto a los ministros, subsecretarios, senadores y diputados no se les reajustaría el sueldo. El congreso rechazó este punto y tuvo que sacarse para obtener la aprobación. Uno podría decir: “si el reajuste es para todos, así debe ser”. El problema radica en lo siguiente: los sueldos de estos personeros pasan de los 3 millones, llegando algunos a los 5 o 6 millones al mes. Considerando un 6% de aumento, significa que quien gana 5 millones recibirá un aumento de $300.000... es decir que para ellos, el aumento significa un sueldo completo de varios empleados que han luchado por años por este reajuste y a quienes con suerte le tocarán proporcionalmente unas 30 lukas. ¿No les parece injusto? Los senadores y diputados trabajan menos que el resto, tienen sueldos gigantescos por una pega bastante fácil, se ahorran mucho con los planes y convenios del estado, etc. Es decir que el fin y al cabo gastan menos en la vida normal que lo que los demás empleados públicos deben desembolsar por estar más abajo en el escalafón salarial del gobierno.

Cuando nuestros periodistas enfrentaron a los senadores por esta medida, algunos dijeron estar en contra del reajuste parlamentario, pero en cambio el senador Larraín argumentó que “La inflación es igual para todos, a todos nos afecta por igual y el costo de la vida nos cambia a todos” (...)

Yo me pregunto: ¿la inflación es la que aumenta sus mejillas y genera la cara de raja de estos tipos? Es que me perdonará el congreso, pero tipos más flojos, faranduleros, ladrones y corruptos no he visto desde la dictadura. Se llenan la boca de promesas, de cambios, de fiscalización, pero no hacen nada que realmente le llegue a la masa, las leyes se acumulan y no salen nunca, sobre todo las sociales y medioambientales. Pero además es el colmo que cuando por fin hay consenso y se generan propuestas como ésta, la única forma en que se aprueben es que ellos también salgan beneficiados. ¡Manga de ladrones, dejen de comerse nuestros impuestos y hagan algo bueno para variar!

Aunque es entendible... “la inflación nos toca a todos, la comida es más cara, la bencina también, la cuota del Villa María y el entrenador de tenis para el chicoco están muy caros, que decir de la gorda que no puede pasar más de un año con el mismo auto y uno, uno que se desvive por este país, debería tener por lo menos 2 casas de veraneo para poder descansar de tanta presión... Es que la política cansa, uno no sabe qué hacer con el tiempo que le sobra en la semana y los millones que no nos merecemos...”
Esto, señor Larraín, es lo que honestamente debió decir al país.

martes, noviembre 13, 2007

La decimoprimera es la vencida


Y finalmente lo logró. Sin dejar de sufrir, claro, pero con la satisfacción de por fin ganarle al mejor tenista de todos los tiempos. Sólo debo decir ¡GRANDE FEÑA!

domingo, noviembre 11, 2007

El lunático de moda

Cuando los tiempos cambian, los procesos de las sociedades sufren trastornos que, como todo en la vida y en el universo, son cíclicos. Así vemos casos en que parejas que se odian vuelven a estar juntar y vuelven a odiarse, países que tienen una gran bonanza económica y luego caen para volver a subir, climas de años secos y lluvias torrenciales, etc. En política hay un fenómeno parecido: la alternancia en el poder y los extremistas políticos.

Aunque en Chile la atención en la política es cada vez menor, en que nuestra clase política nos aburre y no permite una renovación completa y clara, es muy posible que no veamos pronto una agitación social como la de la UP ni un resurgimiento del comunismo acérrimo como ideal de un país. Nuestra economía y estilo de vida no nos permitirían eso más que gradualmente, ya que las diferencias sociales, aunque sigan siendo inmensas, ya son bastante menos pronunciadas que en esos años, por lo que la mayoría de los chilenos tenemos un acceso la tecnología y a las comodidades que antes hubiese sido imposible.

Hay otros países donde esto no pasa, donde existen sólo 2 clases sociales, como en Perú y Bolivia, o en que sencillamente un loco se subió al poder y hace lo que quiere con la plata sin que nadie haga o le diga nada. Éste es el caso de “Chavito”. Hugo Chávez, el déspota mandatario venezolano que hace algunos años llegó al poder con la premisa de ser un revolucionario social para ese país, comenzó a realizar muchos cambios en la administración de la nación caribeña y a dar pasos impensados ante los capitalistas norteamericanos: estatizó las petroleras, hizo un nuevo orden social, cambió las facultades del congreso y del presidente, etc. Entre otras cosas, mejoró la vida de muchos con entregas de dinero salido de los petrodólares. Así, Argentina, Bolivia, Uruguay, Ecuador y otros países han recibido miles de millones de dólares como regalo por parte de Chávez, quien no da puntada sin hilo; es obvio que a la larga, como un mafioso italiano o un congresista gringo, volverá a pedir favores por estos regalitos que hizo antes, favores que podrían cambiar el orden político de América Latina frente al mundo. Si hubiese usado esa plata en los desempleados de su país, éstos habrían tenido un sueldo mínimo durante todo el mandato de Chávez...

Chávez es adorado u odiado, no hay intermedio. Mientras habla largo y tendido en la cumbre de presidentes, con sus frases de manual y defendiendo a su “República Bolivariana de Venezuela”, los demás comensales lo miran con hastío, esperando que deje la palabrería vacía y que les preste más plata. Yo lo considero un loco, un orate al que le dieron el poder y no lo van a poder sacar sino mediante un golpe de estado o una intervención extranjera. Porque ahora se le ocurrió tener poder totales, llamando a una consulta popular que obviamente será fraudulenta. Este es el último paso para convertir a Venezuela en una dictadura comunista. La juventud se está revelando, pero Chávez es incapaz de enfrentarlos directamente; en un forma matonesca envía a grupos paramilitares a infiltrarse en las manifestaciones y que así ataquen desde adentro e hieran a los manifestantes como si fuesen “personas de libre pensamiento que defienden su propia visión de la justicia social y que la defienden”. Estas acciones me recuerdan a los Nazis, cuando Hindenburg agonizaba en su lecho y los del partido nacionalsocialista desbarataban las sesiones del congreso y buscaban afanosamente que se aprobara la reforma que permitía a Hitler ser Ministro de RR.EE., Primer Ministro y Ministro de Defensa, lo que lo convirtió en el Fürer...
Así que Chavito tendrá un grave problema a la larga, porque está comprobado que cuando un régimen se convierte en totalitario, viene una revuelta y un golpe de estado, luego una dictadura facista (o como dijo Pinochet una “dictablanda”) y un largo camino para que el país vuelva a tener democracia. Venezuela, mírate y mira a Chile. Ve nuestro pasado, no permitas que por los delirios de grandeza y los arrebatos de un loco tu pueblo tenga que sufrir las consecuencias durante muchísimos años más.