Cuando los tiempos cambian, los procesos de las sociedades sufren trastornos que, como todo en la vida y en el universo, son cíclicos. Así vemos casos en que parejas que se odian vuelven a estar juntar y vuelven a odiarse, países que tienen una gran bonanza económica y luego caen para volver a subir, climas de años secos y lluvias torrenciales, etc. En política hay un fenómeno parecido: la alternancia en el poder y los extremistas políticos.
Aunque en Chile la atención en la política es cada vez menor, en que nuestra clase política nos aburre y no permite una renovación completa y clara, es muy posible que no veamos pronto una agitación social como la de la UP ni un resurgimiento del comunismo acérrimo como ideal de un país. Nuestra economía y estilo de vida no nos permitirían eso más que gradualmente, ya que las diferencias sociales, aunque sigan siendo inmensas, ya son bastante menos pronunciadas que en esos años, por lo que la mayoría de los chilenos tenemos un acceso la tecnología y a las comodidades que antes hubiese sido imposible.
Hay otros países donde esto no pasa, donde existen sólo 2 clases sociales, como en Perú y Bolivia, o en que sencillamente un loco se subió al poder y hace lo que quiere con la plata sin que nadie haga o le diga nada. Éste es el caso de “Chavito”. Hugo Chávez, el déspota mandatario venezolano que hace algunos años llegó al poder con la premisa de ser un revolucionario social para ese país, comenzó a realizar muchos cambios en la administración de la nación caribeña y a dar pasos impensados ante los capitalistas norteamericanos: estatizó las petroleras, hizo un nuevo orden social, cambió las facultades del congreso y del presidente, etc. Entre otras cosas, mejoró la vida de muchos con entregas de dinero salido de los petrodólares. Así, Argentina, Bolivia, Uruguay, Ecuador y otros países han recibido miles de millones de dólares como regalo por parte de Chávez, quien no da puntada sin hilo; es obvio que a la larga, como un mafioso italiano o un congresista gringo, volverá a pedir favores por estos regalitos que hizo antes, favores que podrían cambiar el orden político de América Latina frente al mundo. Si hubiese usado esa plata en los desempleados de su país, éstos habrían tenido un sueldo mínimo durante todo el mandato de Chávez...
Chávez es adorado u odiado, no hay intermedio. Mientras habla largo y tendido en la cumbre de presidentes, con sus frases de manual y defendiendo a su “República Bolivariana de Venezuela”, los demás comensales lo miran con hastío, esperando que deje la palabrería vacía y que les preste más plata. Yo lo considero un loco, un orate al que le dieron el poder y no lo van a poder sacar sino mediante un golpe de estado o una intervención extranjera. Porque ahora se le ocurrió tener poder totales, llamando a una consulta popular que obviamente será fraudulenta. Este es el último paso para convertir a Venezuela en una dictadura comunista. La juventud se está revelando, pero Chávez es incapaz de enfrentarlos directamente; en un forma matonesca envía a grupos paramilitares a infiltrarse en las manifestaciones y que así ataquen desde adentro e hieran a los manifestantes como si fuesen “personas de libre pensamiento que defienden su propia visión de la justicia social y que la defienden”. Estas acciones me recuerdan a los Nazis, cuando Hindenburg agonizaba en su lecho y los del partido nacionalsocialista desbarataban las sesiones del congreso y buscaban afanosamente que se aprobara la reforma que permitía a Hitler ser Ministro de RR.EE., Primer Ministro y Ministro de Defensa, lo que lo convirtió en el Fürer...
Así que Chavito tendrá un grave problema a la larga, porque está comprobado que cuando un régimen se convierte en totalitario, viene una revuelta y un golpe de estado, luego una dictadura facista (o como dijo Pinochet una “dictablanda”) y un largo camino para que el país vuelva a tener democracia. Venezuela, mírate y mira a Chile. Ve nuestro pasado, no permitas que por los delirios de grandeza y los arrebatos de un loco tu pueblo tenga que sufrir las consecuencias durante muchísimos años más.
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