jueves, febrero 08, 2024

Leonardo Pillerini

Esta semana de febrero de 2024, luego de haber sido testigo de uno de los desastres ecológicos y urbanos más grandes de la historia de la región de Valparaíso, en el que más de 130 personas perdieron la vida, barrios enteros fueron arrasados por el fuego, así como sectores diferentes fueron quemados por brigadas de pirómanos pagados (todos suponemos que por las inmobiliarias) creí fervientemente que el inicio de año había sido lo suficientemente fuerte como para que estuviéramos tranquilos por los próximos 6 meses. Pero no.


Esta semana ocurrió un accidente aéreo en el sur del país, en el Lago Ranco, donde un helicóptero Robinson R44 capotó en las aguas del sector de Ilihue, llevando en su interior al expresidente Sebastián Piñera Echeñique quien no pudo escapar a tiempo y terminó falleciendo ahogado.
De inmediato la maquinaria televisiva y escrita, el "cuarto poder", se hizo presente, dejando los relatos de quemados, fallecidos, perdidos, aislados, indefensos, damnificados y hambrientos tirados a un lado de la vereda informativa, olvidados, para rendirle honores al otrora dos veces elegido Presidente de la República de Chile.

De forma casi caricaturesca se comenzaron a suceder en los medios los rostros de quienes fueron sus correligionarios, corruptos, conservadores, multimillonarios, ex ministros, ex asesores, familiares, etc. Un abanico de variopintos personajes que se pegaban codazos para decir la mejor frase, la que más calara hondo en los espectadores y lograra mejorar la imagen venida a menos del ex mandatario y, de paso, ponerlos a ellos en primera fila de la prensa mediática. Y fue así como uno de ellos, Pedro Pablo Errázuriz (un hombre que nació con el abolengo pegado al pañal) decidió definir al fallecido Piñera como "lo más cercano a Leonardo Da Vinci que hemos tenido en Chile".

Por demás está decir que la frase sacó miradas socarronas en los periodistas e hilarantes carcajadas en redes sociales. Y es que definir a alguien como Sebastián Piñera de esta manera no es sólo ridículo, si no también chocante y hasta vejatorio.

Miguel Juan Sebastián Piñera Echeñique (ese es su grandilocuente nombre completo) siempre se autodefinió como "hijo de empleado público" aunque no sé si al ser hijo de un embajador sea posible considerarlo de tal manera. Y aunque quiso siempre parecer un emprendedor, un hombre que se había hecho a sí mismo y un ejemplo que seguir, fue completamente lo contrario. Piñera engloba todo lo que una buena persona no es y se podría decir que inicia con su propio padre, quien siendo parte de la DC y habiendo sido personero del gobierno de Frei, firmó la carta en rechazo al golpe de estado de 1973, pero pidió que su firma fuese retirada a las pocas horas. Una reculada que le permitió usufructuar con su familia de los beneficios de la dictadura a destajo y que definiría la personalidad de su hijo, que replicaría esta actitud de cambiar según las circunstancias, para su propio beneficio. "Estos son mis principios, si no les gustan tengo otros" diría el gran Groucho Marx alguna vez. No hay mejor frase que represente a Tatán.

Y es que este personaje que logró el éxito desde muy joven y cuya ambición era incalculable, supo moverse cual serpiente entre los recovecos legales e impositivos y como anguila en las inversiones comerciales, para convertirse en un especulador tan capaz que alcanzó ribetes de caradurismos que no tienen comparación excepto con los del dictador Augusto Pinochet.

Quiero dejar claro que esto no es un epitafio, es simplemente una lista de hechos y acciones que dan el contexto para entender la figura de Piñera.

EL RICACHÓN:

a) Amasó su fortuna iniciando con el desfalco al Banco De Talca por US$38.000.000, dinero que nunca devolvió y no pagó ni un día de cárcel porque su hermano Pepe habló con la entonces ministra de justicia para que le salvara el pellejo. 

b) Luego de salvar de la cárcel, desde 1990 a 2001 compró empresas en quiebra para eludir impuestos y aumentar su fortuna; este caso explotó en la década de 2010 y fue conocido como el de las "empresas zombie". Nunca pagó esos impuestos. 

c) A mediados de los 70s creó Bancard, trayendo a Chile el concepto de la tarjeta de crédito, algo que se supone fue Ricardo Claro quien le encargó estudiar en un viaje a USA y al que habría dejado de lado para crear él solo la empresa, cosa que Claro no le perdonaría y por lo que sería pieza clave en el "Kiotazo". 

d) En 1997 se destapó el "Caso Chispas", donde Endesa España compró acciones de Enersis y en el que estuvo involucrado Piñera.

e) Entre 2006 y 2007 usa información privilegiada para comprar acciones de LAN. Luego aparecieron audios que lo comprometían directamente.

f) En su primer año del primer mandato (2010 a 2011) duplicó su fortuna mientras no definía su fideicomiso ciego. Ese mismo año entró en la propiedad de la pesquera Exalmar, la cual se benefició del fallo de La Haya en que estaban en litigio Chile y Perú. Piñera sabía los procesos y lo usó a su conveniencia para invertir.

g) Ya siendo presidente electo y en el inicio de su primer mandato, entre 2010 y 2012 se destapan los Pandora Papers donde aparecen las empresas off shore de Piñera, en que sus hijos eran parte de directorios de empresas de papel para evadir impuestos y además así se supo que estaba involucrado hasta el cuello en el proyecto minero y portuario Dominga, que atacaba el ecosistema y comunidades del norte.

h) El 2014 se supo de su participación en el "Caso Cascadas", donde compraba las acciones de las empresas de sus familiares para aumentar artificialmente su valor.

i) Al año siguiente, en 2015 se le vinculó al "Caso Penta" el caso de corrupción legislativa más grande la historia de nuestro país junto al de la Ley de Pesca o "Ley Longueira" tramitada en su gobierno.

j) Al siguiente año apareció el "Caso Bancard" donde nuevamente fue acusado de usar información privilegiada para comprar acciones del Banco de Chile.

k) En su segundo mandato llevó a sus hijos en una gira oficial a China para que hicieran negocios para sus empresas.


EL POLITIQUERO: 

a) En 1992 fue parte del Piñeragate (Kiotazo), un oscuro hecho que involucró a Evelyn Matthei cuando ambos eran precandidatos presidenciales y en que fue grabado intentando manipular el debate con su adversaria para que quienes los entrevistaban la dejaran como incapaz. Luego se supo que ella obtuvo las grabaciones de un integrante de las FFAA y todo quedó en nada.

b) Entre 2010 y 2014 arrasó con los movimientos estudiantiles, violando DDHH a destajo y negándose a hacer cambios sustanciales para mejorar la situación de los colegios públicos. En cambio puso todos sus esfuerzos en crear nuevos liceos exclusivos (bicentenario) que marcaron aún más la brecha educativa y que hasta ahora se ven como enclaves casi elitistas.

c) En 2012 reprimió con todo las movilizaciones de Aysén y Freirina que peleaban por proteger sus territorios de la sobre explotación y los abusos.

d) Eliminó del Metro el área de mantención, dejando en la calle a miles de personas y externalizando a empresas privadas que hasta el día de hoy dan muy cuestionadas mantenciones y limpiezas a las distintas líneas.

e) Cuestionado por las extrañas circunstancias en que falleció un acérrimo detractor de sus malas políticas, el animador Felipe Camiroaga.

f) Gestionó de pésima forma la reconstrucción del borde costero afectado por el terremoto en el sur de Chile e incluso gastó $2.000.000.000 en un monumento que inauguró en 2013 en honor a los afectados, mientras aún muchas familias no tenían soluciones habitacionales luego del tsunami.

g) Cuando Michelle Bachelet fue reelegida, decidió repostularse para un segundo mandato porque su ego no lo aguantó

h) En su segundo período, en 2018 asesinaron a Camilo Catrillanca. Su gobierno fue cómplice de montajes y ocultamiento de pruebas a la justicia, de la militarización del Wallmapu y de acciones intimidatorias a la comunidad mapuche.

i) Durante los incendios que afectaron el sur de Chile se tomó casi 30 días en declarar la zona de catástrofe y en medio de los incendios viajó a Cúcuta a dar la hora en la frontera Venezolana.

j) En 2019 gracias a una serie de medidas y declaraciones desafortunadas de sus ministros y él mismo, en octubre se produce un estallido social que reclamó por las injusticias y falta de oportunidades para la clase trabajadora. Fue un movimiento transversal que Piñera reprimió sin tapujos, declarando la guerra a su propio pueblo, sacando las milicias a las calles, dejando 3000 detenidos, 34 muertos, decenas de violaciones, torturas, 400 mutilados oculares, personas que quedaron parapléjicas y tetrapléjicas por las golpizas de las policías y casos de cuerpos baleados y escondidos en incendios como el de la fábrica Kayser. Hubo montajes y persecución sobre la población civil como no se veía desde la dictadura. Allanaron y secuestraron al interior de los domicilios y atacaron en más de 300 veces a la prensa que retrataba la situación.

k) Indultó a 5 criminales violadores de los DDHH, asesinos y torturadores confesos.

l) Durante la pandemia usó sus privilegios para saltarse todos los protocolos que él mismo obligó a la población a respetar, so pena de multas o encarcelamiento.


Sebastián Piñera es lo más alejado a lo que Leonardo Da Vinci pudo ser. No creó ninguna empresa, no hizo nada bello, no dio herramientas que ayudaran a las personas o grandes inventos. Simplemente fue un ladrón, especulador y aprovechador que usó a Chile como su patio de juegos, donde hizo lo que quiso y donde murió sin pagar ninguno de los crímenes que cometió.


No todos los muertos son buenos. Y éste por lejos jamás lo fue. 




jueves, diciembre 09, 2021

El síndrome de Marty McFly

 No, no es un estudio psicológico ni nada de eso. Es algo que me ha rondado en la cabeza desde que ocurrieron las primarias en Chile este 21 de noviembre pasado. Es más, me viene pasando desde 2017.

En el momento que José Kast ganó por los palos la primera vuelta de las elecciones presidenciales para enfrentarse en un inédito balotaje con el candidato de Apruebo Dignidad, Gabriel Boric, sentí un escalofrío de esos que te erizan los pelos de la nuca y te aprietan los dedos de los pies. Mi mayor miedo se había vuelto realidad. Y aunque lo advertí, nadie me tomó en cuenta.

Corría 2017 y en las elecciones de aquel año, un variopinto grupo de candidatos terminaba por entregar en bandeja al que, a la postre, sería el peor presidente desde la dictadura: Sebastián Piñera. Obviamente ver cómo la gente de mi país volvía a usar su "voto castigo" para entregarle el poder a una derecha que había hecho un pésimo gobierno anterior me dio dolor de estómago. Personalmente voté por el FA porque creía (y lo sigo creyendo) que ya era hora de sacar al duopolio y darle un giro a la política de los últimos 30 años que nos tiene en la situación de inestabilidad y rechazo a las instituciones y la clase política como no se veía desde el golpe de estado.

En esas elecciones, eso sí, otra cosa me preocupó aún más. A quienes veía les decía lo mismo y todo el mundo, incluso personas que conocían la política desde dentro (mucho más de lo que yo sabía hasta ese momento) me decían que el resultado que dio a Kast un 8% de los votos sólo significaba que los pinochetistas extremos y militares lo habían apoyado. Me sentí muy paranoico o al menos eso lograron que sintiera, ya que cada vez que lo mencioné me dijeron que estaba sobre reaccionando a algo que era fortuito.

4 años después y otra elección mediante, ese miedo se convirtió en una realidad espeluznante. Es que el discurso de odio, de ignorancia, de ataque a las diferencias, de usar la biblia como consigna y de mentir usando la post verdad como bandera, caló hondo en una sociedad asolada por el descontento y con un estallido social de por medio.

Y he estado preocupado y también enrabiado. Yo no soy un personaje político ni mucho menos, no tengo años de circo en la política, contactos, nada y aún así advertí el peligro. Ninguno de quienes transitaron por las cúpulas de partidos y la esfera política vapuleada de los últimos años le prestó atención al fenómeno de la ultraderecha en Chile, una que usa el dogma del orden y la brutalidad, golpear antes que preguntar, libertad sólo en lo económico y no en lo civil.

No he podido dejar de pensar en la quema del Reichtaag en la Alemania de entre guerras, con un partido nazi avanzando hacia el poder y que le permitió a Hitler tomar el control del ejecutivo. Ni en el caso de Trump, con su postverdad a cuestas que le permitió ganar los votos de delegados y ser presidente aunque tuviera menos votos reales.

A principios del siglo XX ocurrieron muchas cosas que marcaron los siguientes 100 años, entre ellas una crisis económica mundial, una pandemia y dos guerras mundiales. El aumento de los grupos radicales fascistas se hizo palpable en la Europa de entreguerras, que luchaba por levantarse del conflicto y que era golpeada por la pandemia de Fiebre Española y el crash económico de 1929. Con hambre, rabia y desilusión, el discurso facilista y demagógico de los ultraderechistas caló profundo en las mentes de un pueblo europeo cansado y sin esperanzas. Las figuras fascistas pronto se levantaron autoproclamándose los salvadores, los nuevos mesías que salvarían a sus pueblos y les llevarían a la grandeza que se merecían, esa que les era negada por judíos, musulmanes, gitanos, homosexuales, comunistas o cualquiera que no fuera medianamente caucásico, conservador y trabajador de cabeza gacha.

En este nuevo siglo, la cosa se ha repetido cual loop temporal. Nuevamente tenemos una pandemia, crisis económica, armamentismo extremo, dos potencias que se muestran los dientes (USA y China) y el resurgimiento de los grupos de tinte fascista. Y pareciera que las clases de historia y la experiencia propia de un mundo que aún no cumple un siglo desde el lanzamiento de la primera bomba atómica ya ni siquiera importan. Desde que internet se volvió la casa de las redes sociales, la ignorancia y la mentira hicieron una escalada tan preocupante como los pasquines amarillistas de antaño. Ya la verdad no es lo que importa, si no lo primero que se dice, que se vuelve viral y con lo que todos se quedan.

Y al pensar en el siglo pasado y saber qué pasó me pregunto ¿y si tuviera un DeLorean y como el Doc Brown viajo al pasado y les aviso? ¿Si la gente sabe lo que pasará, impedirán que llegue el nazismo a Alemania o el fascismo a Italia? Pues, aunque tuviera la máquina y lo hiciera, la respuesta sería que no. Muchos en su tiempo advirtieron del peligro. Y no hablo sólo de los periodistas asesinados durante el periodo de transición entre Hindemburg y Hitler; tampoco de los miles de judíos o inmigrantes que sufrieron persecución y sabían que podría volverse peor. Hablo de tipos tan inteligentes como Winston Churchill, quien les avisó a USA, Francia y la propia Gran Bretaña que lo que se venía con Hitler era un peligro que se les escaparía de las manos. Pero claro, USA lo veía como un muro contra el comunismo que crecía más allá de los Alpes, a las faldas de los montes Urales. E irónicamente terminó convirtiendo a Europa en un gran muro.

¿Por qué la gente no hizo caso? ¿Acaso el discurso de odio no era claro? ¿No se sabía exactamente lo que provocaría su llagada al poder?

Pues sí, se sabía. Pero no se le dio la importancia necesaria. En una Europa plagada de descontento y destrozada por la anterior guerra, el discurso nacionalista y xenófobo prendió como un reguero de pólvora. Y para la burguesía y la aristocracia era una forma maravillosa de dejar fuera del espectro a los tan temidos bolcheviques que les querían quitar sus riquezas y dárselas a un pueblo que clamaba por justicia social. No vendré aquí a defender el comunismo Leninista o Stalinista, quienes son culpables de la muerte de millones, sólo pongo el contexto.

No importaron las consecuencias horribles. No importó sumir al mundo nuevamente en la destrucción y dejar una huella imborrable en nuestra historia con la guerra más sangrienta de nuestra vida como "humanidad". Sólo importó el cálculo cortoplacista y conveniente para unos pocos.ç

Hoy en el mundo la corriente neofascista se alza con un frenesí aterrador. Cada día se les ve avanzar en más escaños, en más acarreo de personas a sus aglomeraciones partidistas o su crecimiento incalculable en las redes sociales. Y ya han ganado varios gobiernos, destrozando la seguridad social y destruyendo el estado por dentro. No siquiera el patriotismo es en alguna forma parecido al que los fascistas enarbolaban a principios del siglo XX. Hoy es una mueca, una burla, en la que usan el término para la barra y por detrás venden todo al mejor postor, incluso aunque sea la China comunista.

Y en Chile nos enfrentamos por primera vez en 50 años al renacimiento del fascismo. Desde la caída de Pinochet la sociedad chilena se metió en una burbuja de statuo quo, sin reparación, sin perdón, sin reconstrucción de las confianzas ni las voluntades. Simplemente le echó tierra al pasado y decidió poner los pies encima mientras se tomaba una cerveza viendo el atardecer. Pero al hacerlo, permitieron que no se castigara el odio fascista ni se prohibiera la intolerancia radical de estos grupos. Quedaron como una anécdota, una simple mancha en una historia tan llena de manchas que parece un dálmata desnutrido.

Nos enfrentamos a la elección más dura desde la vuelta a la democracia. Kast simboliza todo lo que aún no se arregla en este país, donde la mentira, la sedición, el xenofobia, el clasismo y la discriminación son parte de su discurso el que intenta suavizar para el balotaje, tratando de arrastrar votos. Y en su programa ya demostró que la persecución política y la militarización son ejes fundamentales para lograr sus objetivos de destrozar cualquier intento de llevar a Chile a un estado de bienestar que es lo que tanto clama su pueblo.

Y no, no tengo el DeLorean. Pero les aviso desde ya: si Kast es elegido, no esperen nada distinto a lo que se vivió el siglo pasado con los gobiernos fascistas. Trump, Bolsonaro y Johnson ya nos han dado una muestra clara de lo que son capaces. La gran diferencia es que aquí en Chile la cicatriz de la dictadura sigue honda, sangrienta, casi pútrida. Y hoy el discurso de Kast vuelve a abrir esa herida y le echa limón.

Una pena que Marty y el Doc no estén para decirnos que todo estará bien.




miércoles, julio 14, 2021

La falacia de la historia asumida

 Chile es un país racista, eso lo sabemos quienes vivimos aquí desde que nacimos. Nos han dado la falsa impresión de tener un país pluricultural, pero además de colores "uniformes". Se nos vendió que éramos los "ingleses de América", que estábamos separados tanto por una cordillera como por una ascendencia y una cultura completamente distante de nuestros vecinos, un enclave "europeo" en América Latina. Durante siglos, la visión de nuestro país como benefactor y protector de los extranjeros fue una caricatura muy bien hecha, basada simplemente en una serie de entregas de tierras a colonos europeos que tomaron posesión de tierras ancestrales en el sur del país. En Chile dicen que no hubo esclavitud, cuando en realidad sí la hubo hacia indígenas y unos pocos africanos que fueron arrastrados a estas gélidas tierras para intentar la explotación minera y la agricultura de los grandes hacendados.

Toda la memorabilia circundante en el colchón social de nuestro país tiene un tufo a extranjero. Hablamos llenos de anglicismos, nuestras calles más importantes tienen apellidos extranjeros, los lugares más apetecidos y concurridos tienes nombres en inglés, francés o italiano antes de español o mapuche, quechua, diaguita, etc.

Existe además una complacencia entre historiadores y escritores nacionales de denostar a los pueblos originarios dentro de nuestra literatura docta. No es sólo su culpa, claro está. Todos recibieron la enseñanza proveniente de muchos textos escritos por españoles que identificaban a estos indígenas como "problemáticos, sin conocimiento, belicosos y salvajes". Se menospreció la capacidad de los pueblos originarios desde el inicio por no tener un paralelo con los grandes imperios prehispánicos. Para el europeo y luego para el criollo nacido en nuestras tierras, la admiración por una cultura se basa casi exclusivamente en sus logros arquitectónicos o ingenieriles. Es así como existe admiración infinita por civilizaciones como la egipcia, griega, romana y china y se menosprecia el aporte de otros pueblos que no dejaron tales registros. Es más, aunque todavía no se tiene un entendimiento a ciencia cierta de cómo un pueblo como el Rapa Nui logró crear tales figuras monumentales, éstas no se colocan al mismo nivel de las civilizaciones antes mencionadas, aunque tengan obras artísticas y escritura propia (que no han podido descifrar).

Ayer me enviaron un texto típico de Facebook, de esas cadenas que dicen "lo vi por ahí" o "copiado de alguna parte" sobre cierto historiador Pompeyo Prieto, quien en una extensa redacción, toma los antecedentes del proceso de poblamiento de la América continental a través del Estrecho de Bering como la forma de determinar que el pueblo mapuche, al igual que apache, comanche y otros no son de América, por lo que no son originarios de aquí y por esa razón no deberían ocupar esa denominación. De esta manera denosta la propiedad que estos pueblos sienten por esta tierra en la que han vivido desde hace milenios.

No es de extrañar que tal publicación esté en la página de Oficiales en Retiro de las Fuerzas de la Defensa Nacional. Estamos claros hasta este punto, desde inicios de la colonia, pasando por la "Pacificación de la Araucanía" y las dictaduras del siglo pasado, que nuestras FFAA no tienen ningún tipo de aprecio ni respeto por los pueblos originarios y su legado. Históricamente se les ha puesto el pie encima desde los gobiernos centrales y quienes han sido ocupados para pisotear han sido dichas FFAA.

Quisiera simplemente analizar la hipótesis que Pompeyo Prieto ocupa tan livianamente para determinar que los pueblos originarios de Chile no son tales. Según él, la llegada al continente desde Asia ya los deja como "inmigrantes". De ser así, podríamos considerar a toda la raza humana como inmigrantes del mundo y sólo originarios de África, ya que la migración desde ese continente hacia Europa y Asia permitió los asentamientos humanos que dieron paso a las civilizaciones de la antigüedad y las sociedad modernas. Impresiona la falta de entendimiento de lo que significa ser originario de un lugar. El asentamiento de un pueblo en un lugar durante cientos o miles de años y que no ha tenido a otros antes que ellos, les otorga tal denominación. Se podrá hablar mucho de la beligerancia entre mapuches y otros pueblos indígenas de la región, eso ya es otra cosa. Me quiero dedicar al punto "académico" en cuestión. Los indígenas que viven en nuestro sur son los herederos únicos de un legado ancestral de quienes poblaron por primera vez este continente. Aseverar que no lo son y menospreciar ese legado y esa herencia da cuenta de una necesidad de crear una historia a conveniencia de quien la necesita, en este caso, el statuo quo de nuestra sociedad chilena.

Otra cosa muy vaga y torpe de su análisis es que determina, casi como una exigencia de perseverancia sobre el territorio nacional, el mestizaje como tal. Según él, nuestro mestizaje no se produjo en su mayoría con los mapuche, ya que ellos "se mezclan muy poco, no se integran" según él, a la sociedad. Sin embargo, si revisamos los textos históricos (incluidos los más deterministas y racistas) podemos encontrar que tanto mapuches como huilliches y otras tribus de esta parte del continente sí se mezclaron con los inmigrantes y colonos españoles. A veces consensuado, la mayor parte de las veces obligado, ya que los españoles no traían al inicio sus familias y violaban a destajo. Así mismo, las redadas que hicieron los mapuche terminaron raptando mujeres españolas llegadas en las siguientes expediciones y posterior colonialismo. Y aunque quiera suavizar sus conceptos de "blanqueamiento" de la sociedad chilena, hay que dejarle muy en claro que esta sociedad es un quiltro, lleno de cruzamientos. Todos los que estamos aquí tenemos trazas de pueblos originarios, sea cual sea. Y muchos vienen de los mapuche.

También plantea que "el estado chileno siempre ha apoyado a estas etnias", como si los procesos de la Guerra de Arauco, la posterior Pacificación de la Araucanía y la represión sistemática estos pueblos no hubiese ocurrido. Pareciera ser que a este "historiador" se le olvidó buena parte de la historia. Todo para cerrar su alocución con llamar a quienes luchan por la restitución de sus tierras "terroristas". Quisiera decirle a don Pompeyo que si aún quedaran Kawéskar vivos, seguramente estarían peleando también. Es fácil quejarse por la piedra recibida cuando se ha estado botando camionadas de piedras sobre quien la lanzó.

Y para cerrar con su frase "el Estado Chileno siempre prevalece" le tengo sólo una cosa que decir. El estado no es el que prevalece, son los habitantes de esta tierra. Todos y cada uno valemos. Y ya es hora que quienes no han sido valorados de igual forma, sean tratados como se merecen. Como ancestros, como origen, como orgullo de nuestras raíces. Chile es sólo una idea que nació sobre un suelo ya habitado, vivido y sufrido por generaciones que claman por ser respetadas. 

Ya es hora de abrazar nuestras raíces.







miércoles, abril 07, 2021

La cultura de la cancelación debe ser cancelada

Dado los arrebatos de la opinión pública referidos a la actuación de "Violento Parra", humorista nacional, en programa "Mentiras Verdaderas", debo referirme a un fenómeno mundial que está produciendo tantos problemas como consecuencia indeseables dentro del mundo del entretenimiento y la cultura.

La cultura y el arte están supeditados al momento histórico en le cual se crean y desenvuelven sus obras. Es así como tenemos arte basado en deidades en casi toda la historia antigua, gestas de batallas, culto al cuerpo humano, a la naturaleza o a la abstracción según sea la época en que se realizaron y las influencias de la misma sociedad en sus autores. Es imposible usar una misma vara para medir la moralidad de tales obras, ya que el contexto determina mucho el producto que vemos hoy en día. Dicho aquello, cabe señalar que eso no significa que no se pueda tener una mirada crítica de los mismos, dado que somos seres que evolucionan social y culturalmente y que, bajo los nuevos parámetros que nosotros mismos nos vamos imponiendo, las visiones cambian y permiten análisis dispares según el momento en que vivimos.

Bajo este lente, quiero analizar el fenómeno de la "cultura de la cancelación". Este movimiento, que ha explotado gracias a las redes sociales, es una forma de rechazo público a una obra, autor, movimiento o moda que existe o existió y que, en vez de analizar el tema bajo los contextos antes descritos, los iguala a la normalidad actual. Es así como desde hace un tiempo hemos visto que se ha criticado a directores conocidos y queridos como James Gunn por un tweeter en broma pasado de la raya que publicó hace 10 años y que Disney tomó como justificación para echarlo del MCU. Luego, cuando se dieron cuenta que todo el elenco de Guardianes de la Galaxia se negaba a participar en nuevas entregas sin él, decidieron recontratarlo.

También hemos visto el caso de "Lo que el viento se llevó", una película clásica de 1939, que se basa en el libro del mismo nombre publicado tres años antes y que mostraba la Guerra de Secesión de Estados Unidos desde la perspectiva de una familia sureña, poseedora de esclavos. Esa película fue filmada en una época en que la comunidad afroamericana no tenía presencia real en el cine excepto por pequeños papeles y cortometrajes, sin reconocimiento de derechos reales en la sociedad. Obviamente su visión es bastante racista referida a los parámetros actuales, pero además trata de una época donde la esclavitud era algo natural para la sociedad norteamericana. Ahora se le cataloga de ser una película racista y eso la ha llevado a pedir que se le elimine de todas las plataformas de streaming y que obligó a las distribuidoras a poner un cartel al inicio explicando que "se hizo bajo un contexto histórico distinto". Esa película fue la que dio el primer Oscar a una actriz de color quien no lo pudo recibir en el mismo escenario que el resto de los actores, por estar segregados los espacios según raza. Fue el inicio de una larga travesía para que la comunidad afroamericana lograra respeto y reconocimiento en el cine de Estados Unidos. Es decir, una película "racista" termina siendo el medio para reivindicar a la comunidad segregada. No darle ese peso y sólo ver la obra bajo el prisma de lo que el racismo es considerado hoy le quita la posibilidad de seguir siendo un clásico del cine de todos los tiempos. 

Es así como también tenemos el problema con las artes frente al legado de las mujeres. Olvidadas, relegadas, a quienes muchas veces les quitaron el crédito de sus propias obras, hoy por hoy son la piedra base de la creatividad y la cultura en el mundo. Es imposible pensar que la cultura no las considere. Son muchas veces más audaces y logran mayores éxitos en ámbitos que se les negaron por sus pares masculinos que primero las vieron como incapaces y luego como una amenaza. Las letras de canciones, los textos de libros, las menciones, las mismas obras que mostraban a las mujeres sólo como una comparsa dentro de la gran obra de los machos recios que salvaban al mundo, peleaban guerras y creaban grandes inventos, han sido criticadas en innumerables ocasiones por perpetuar ese modelo al ser consideradas obras máximas de la historia. Pero eso está llevando a cuestionar obras que, por más que nos molesten hoy, siguen siendo obras que marcaron época y son necesarias para entender la historia.

En el caso de "Violento Parra" no quiero decir que su propuesta me resulte un "arte" que deba ser defendido a raja tabla. Es más, siendo un humorista de limitadas capacidades, le ha sacado el jugo a su propuesta irreverente y crítica, personificando a la versión más arcaica del cuico ricachón y analfabeto social que predomina en la clase alta chilena, desconectada de la realidad que el 96% de Chile vive. Sus ataques son propios de los códigos que esa élite ha acuñado por generaciones, para quienes un mapuche, un pobre, un homosexual o un extranjero son igual de indeseables y molestos. El escuchar las frases llenas de desprecio que canta "Violento Parra" nos hace sonreír con una mueca que demuestra que sabemos que esa sátira y caricatura no está tan alejada de como todos vemos a esa clase alta. El problema radica en que su humor es invertido. El chiste no es el chiste, si no la forma en que dice lo que dice, aunque lo que diga sea aberrante a nuestros oídos y completamente censurable desde la moralidad imperante. 

Impacta, por otro lado, que quienes han ocupado la cultura de la cancelación muchas veces han sido los más marginados por la sociedad. Minorías de todo tipo y color han tomado esta herramienta como una vendetta contra lo que los ataca de forma directa o indirecta, sin importar la fuente o la intención. Estamos claros que "Violento Parra" no será recordado en los anales de nuestra historia como un revolucionario, un líder de opinión ni una lumbrera del humor criollo, pero se le ha dado demasiada importancia a su rutina, sobre todo por la reacción de Daniela Vega, quien se ha vuelto algo así como paladín de la causa trans y de ejemplo para el resto de la sociedad de que la comunidad LGBT+ vino a para quedarse con una fuerza nunca antes vista. Ella misma, desde su palestra, se ha convertido un ente de censura. 

Lo malo que conlleva la cultura de la cancelación es que en vez de criticar y llevar a la palestra el problema y analizarlo como sociedad, normalmente lo que quiere es borrar los hechos que le incomodan a la mayoría. Es decir, es como tener un plumón negro en la historia e ir tarjando personas o hechos que nos molestan para que no se hable más de ellos. Y la naturaleza humana no aprende si no es por los errores que comete y que la empujan a los aciertos que luego heredará a las siguientes generaciones. Es como que dijéramos que en Europa eligieron a un líder extremo nacionalsocialista en los años 30 y después (renglón negro) Europa se ha convertido en un lugar multicultural y multirracial. O como muy bien hicieron en un sketch de Plan Z, cuando Pinochet iba a pedirle "amablemente" a Allende que dejara el gobierno y luego se hacía un corte que decía que "imágenes incómodas se reemplazaron por este paisaje" para que luego todos se abrazaban felices por el nuevo Chile. A los chilenos que sabemos qué ocurrió nos pareció una forma muy clara de demostrar cómo quienes fueron partidarios de la dictadura veían el hecho del golpe militar de 1973 y sus consecuencias, una visión completamente ajena y descontextualizada a lo que vivió el resto de Chile por esos años. Y es entonces que se entiende que el chiste no es reírse de la muerte de Allende, las torturas o la falta de libertad, el exilio, etc... todo pasa por reírse de la desconexión entre quienes cuentan la historia con la realidad a la que se refiere.

La cultura de la cancelación está produciendo que las visiones distintas o dispares comiencen a variar. Es así como algunas se anulan para seguir con la opinión general y otras, por el contrario se radicalizan. Y es ahí cuando comienzan las polarizaciones sociales que conllevan a enfrentamientos mayores. Su efecto puede ser nefasto a largo plazo. Si borramos partes incómodas de nuestro pasado, es muy posible que en el futuro quienes no tengan esa información cometan esos mismos errores. 

Debemos mejorar como sociedad, aceptar nuestros errores y evolucionar. Borrar el pasado nos da una falsa sensación de tranquilidad. La calma antes de la tormenta.




martes, abril 06, 2021

La visión del autor

Tal vez suene a lugar común por estos días, pero quiero referirme al tema del Snydercut aunque todos ya hayan hablado de ello. Y lo quiero hacer desde mi posición de audiovisualista, guionista y realizador. Mi lado motiongrapher también tiene algo que decir al respecto.

Desde el inicio de la carrera de Zack Snyder se sabía que era un tipo que siempre buscó la visualidad más que el contenido. Se desarrolló como la nueva lumbrera estética de Hollywood con muy buenas adaptaciones (algunas más fieles que otras) de obras como Watchmen y 300, que le abrieron las puertas a tomar la posta del DCU que le propusieron a Nolan después de su aplaudida trilogía sobre el hombre murciélago. Claro que el paso del manto no era cosa que le preocupara a Nolan, aunque sí a la mayoría de seguidores nuevos de lo que hacía el universo DC con sus comics llevados a la pantalla. A diferencia de lo que lograba Marvel con personajes que parecían olvidados en el comic y que se volvían íconos de una nueva era en el cine, DC (que fue la génesis de la mayoría de los personajes de superhéroes) perdía terreno, ya que la visión realista de Nolan no continuaría y se necesitaba algo espectacular para darle la patada inicial al Universo Cinematográfico DC, que traería a un nuevo Superman, un nuevo Batman, una nueva Mujer Maravilla y el Namor de DC, Aquaman, en una versión mucho más brutal. Y por supuesto, la tarea era jodidamente titánica, ya que DC tenía que mantener su tono "oscuro" para diferenciarse de las fantasías "graciosas" de Marvel.

Snyder, el rey de la cámara lenta (debe haber visto Baywatch hasta el cansancio) hizo su estreno en el DCU con MAN OF STEEL. Fue un muy bien inicio, presentando a Henry Cavill quien no tuvo problemas para representar la nueva versión del kryptoniano, si no que se convirtió en la encarnación más cercana al físico del cómic que hayamos visto en pantalla. Aunque tenía ciertas falencias en el guión y algunas cosas cursis, la película funcionaba, sobre todo en mostrar los conflictos internos del alienígena criado en la Tierra al tomar su papel como el dios protector del planeta. El siguiente paso fue presentar a Batman, pero en vez de hacer una película de "inicios" como la de Superman, decidieron dar por hecho que Batman ya existía, que estaba en su madurez, ya había perdido a Robin a manos del Guasón y además le tomaba bronca a Superman por la destrucción de la ciudad durante su batalla con Zod. Así nace "Dawn of Justice", donde vemos por primera vez al Batfleck enfrentándose a Superman y presentando además a la Mujer Maravilla, Lex Luthor (en la peor versión que se les pudo haber ocurrido) y por si faltara poco, a Darkseid con un origen tan extraño que prefiero ni recordarlo. Lo que sí recordamos todos es la línea de giro dramático más nefasta del cine del nuevo mileno... "Martha". Según el propio Snyder fue algo que siempre quiso que pasara de la forma que se dio, lo que me suena a que es muy tozudo o realmente peca de inocencia guionística, si existiera ese término.

Y es aquí donde los problemas se suscitaron entre el director y Warner, dueña de los derechos en pantalla de los personajes de DC y que ha hecho mucha plata con las series, pero que en el cine está siempre al debe, con producciones que siempre están al borde de, pero no pasan de ahí. Es cierto que con Man of Steel el futuro se veía promisorio (ya que se comenzaron las preproducciones de un montón de películas referidas a este universo), pero la duda sobre el trabajo de Snyder por culpa del "efecto Marta" generó las primeras asperezas, por lo que la tercera entrega del director debía romper con todo y le lanzaron encima la carga de hacer la primera película de la Liga de la Justicia, teniendo que presentar a tres personajes que no habían aparecido antes y que tampoco tenían películas introductorias propias: Flash, Cyborg y Aquaman. Y si hay algo que aprender del MCU es que si se presentan adecuadamente los personajes de tu universo película a película, la unión de todos ellos genera éxitos de taquilla gigantes.

La tarea era dura, pero Snyder se lo tomó con toda la seriedad que merecía el proyecto y pensó en una película dividida en tres partes, su obra máxima en el cine de superhéroes. Era una idea tan ambiciosa que, luego del chasco que fue Batman v/s Superman, la compañía cinematográfica decidió simplificarla a una sola película y poner a Josh Whedon, el flamante directo de Avengers, a cargo de supervisar que a Snyder no se le fuera la mano con la oscuridad y fuera un poco más "marvelita". Cuando esto comenzaba a generar ruido en el rodaje, con un Snyder lanzado a su visión y un Whedon que buscaba que todo fuera color y chistes a cada instante, llegó la terrible noticia que destrozó a Zack y lo sacó del rodaje para siempre. Su hija Autumm se había suicidado, por lo que abandonó el proyecto cuando faltaba muy poco para terminar. En su reemplazo tomó las riendas Whedon que decidió rodar casi 2/3 de la película de nuevo para darle un mejor ritmo y una visión más alegre que lo que había hecho Snyder hasta ese momento. Fue así como tuvieron que rodar escenas nuevas de Superman con bigote y tratar de borrarlo en  postproducción, cosa que no resultó para nada bien. Aún me dan escalofríos recordar esa imagen.

Desde el primer visionado, los ejecutivos de Warner sabían que la Liga de la Justicia era una una real mierda adornada con cerezas y coco rayado, pero mierda al fin. Era intragable. Sosa, sin fondo, con personajes desdibujados o demasiado arquetípicos, completamente sexualizada y banal, con un antagonista que parecía una versión pirata de la bruja de los Power Rangers. Todo mal. Fue tanto así que (según dicen) los cercanos a Snyder le prohibieron ver la película de Whedon para que no sufriera un colapso. Y en realidad, yo había hecho lo mismo.

Años después se deslizó la posibilidad de que Snyder tuviera algo de su película sin terminar por ahí guardada y que le hiciera más justicia a la visión del autor mismo, más que lo que la compañía quería. Y al tiempo el hashtag #snydercut se volvió tendencia, con lo que se alzó una campaña sin precedentes para que la versión del director fuera llevada a cabo y así zanjar de una vez la discusión de si podría haber sido una mejor película con Snyder que con Whedon. Ojalá así se movieran para causas más humanitarias, pero sabemos que las redes sociales se mueven con mayor eficacia contra los conglomerados económicos que contra los gobiernos. Finalmente, Warner habló con él, le propuso sacar la película como había quedado, a lo que Snyder se negó. Aceptaron entregarle un presupuesto mínimo para terminarla, realizó las tomas que le faltaban y comenzó con la postproducción. Ahí la expectativa era tan alta que los mismos ejecutivos de Warner propusieron aumentar el presupuesto y así la película salió a la luz en marzo de 2021.

Ahora que ya puse en contexto el cómo llegamos a este punto, quiero poner ambas películas una al lado de la otra y hacer un análisis de las virtudes y defectos de la versión de Snyder respecto a la de Whedon. No me dedicaré a mostrar cada referencia a  los comics ni cosas freaks, porque para eso hay miles de videos en youtube de geeks hablando horas y horas al respecto. Voy a hablar de la obra cinematográfica.

- En principio hay que aclarar que la historia es la misma, Steppenwolf viene a la tierra a buscar las cajas madre para acabar con todo y los superhéroes de DC lo detienen. Lo que cambia es la forma y las justificaciones a los actos de los personajes. En el caso de los personajes principales, la secuencia de inicio es un repaso de la muerte de Superman y cómo su grito de muerte despierta a las cajas madres escondidas en la tierra y le avisa al mundo que la Tierra no tiene defensores fuertes. En la de Whedon salía Superman grabado por un smartphone con un cgi horrible tapando un bigote del tamaño de Connecticut en una escena tan tonta como innecesaria. 
- En la versión de Whedon, Steppenwolf hace todo porque "es malo" o "porque sí". En la de Snyder el tipo es un renegado, un paria expulsado por Darkseid luego de haberlo traicionado y para él el encontrar las cajas madres es lo más importante, porque así puede congraciarse con su señor y volver a estar a su lado. Este sólo detalle genera una seria de secuencias donde se ve esta interacción, su desesperada necesidad de aprobación y le da un contexto a todo lo que hace este personaje que ya no solamente es "malo porque sí" si no que tiene un objetivo y una necesidad que satisfacer. Le da más peso y contenido a su empresa y una motivación para luchar con todas sus fuerzas contra los héroes terrestres. 
- Batman es el más badass de todos en la versión de Snyder. Pelea palmo a palmo con sus compañeros, a pesar de no tener superpoderes. Es además el líder indiscutido de todo el equipo. Su interacción con todos los personajes es distinta y hace que las relaciones entre todos giren en torno a él. Y Alfred tiene una segunda vida aquí, ya que se muestra su lado más servicial y analítico, empoderado de todo el peso de su bagage cultural y experiencia. También Batman tiene una evolución, ya que pasa de ser el tipo sin esperanzas de la película anterior a tener fe nuevamente. En la Whedon queda como un ricachón que buscó gente para pelear por él y salir victorioso.
- Superman deja de ser el tipo básico que nos mostró Whedon y pasa a ser un tipo conflictuado que al volver a la vida sólo puede reaccionar y volver a la realidad al sentir el hijo en el vientre de Lois. Su relación con el mundo vuelve de a poco, las confianzas deben ganarse en el caso de Batman, pero la Tierra lo necesita. Su elección de traje negro es por las mismas razones regenerativas que en los comics de los 90, pero no lo explican en la película. Para mí no era necesario, pero otros reclaman. 
- La Mujer Maravilla ahora sí que maravilla. Es tremendamente violenta, rápida, dura, no le vienen con cuentos. Ahora es una amazona completa y no la versión softporn que nos presentó Whedon, con tomas de su culo cada 20 minutos o de flash cayéndose en su pecho. Es una líder innata, pero decide ayudar a Batman porque la batalla es mucho para ella sola y lo sabe. Su apego a su tribu le hacen reaccionar mucho más agresiva contra Steppenwolf por su ataque a la isla de las amazonas. 
- Flash fue de menos a más. Aunque mantiene chistes bobos y es el alivio cómico de la película, su rol es demasiado importante, trascendente y es quien salva el día al fin y al cabo. Además muestra su relación con su padre de manera más pesimista, sus motivaciones para ser parte del equipo ya no son tan de freak, si no de solitario y además muestra su capacidad de moverse a través del tiempo al correr más rápido que la velocidad de la luz, algo que se explora largamente en los cómics, pero que en la versión de Whedon pensaron que era mucho y era mejor hacerlo empujar una camioneta con una familia en su interior y terminar corriendo en una competencia con Superman... 
- Aquaman es quien menos variaciones tiene. Sigue siendo bastante plano referente a lo que sucede a su alrededor, pero ahora se le pone el contexto de que su propio pueblo, al menos quienes conocen su historia y quieren a su madre, le exigen que tome partido y haga algo para salvar a su gente de Steppenwolf. Además sienta las bases de la película en solitario al plantear a su próximo antagonista (su hermano) y su relación con su padre terrenal, con quien decide volver a estar luego de la aventura. Su viaje recién inicia. Aunque debo decir que el canto de las pobladoras adorando el chaleco que dejó tirado me pareció un poco pasado de rosca.
- Cyborg. Creo que si las acusaciones del actor que da vida a este personaje son ciertas, Josh Whedon es un racista de tomo y lomo. El personaje sólo era una anécdota dentro de la primera entrega de la Liga de la Justicia. En la versión de Snyder es él el eje de todo, la historia necesita de él como él de la historia, es el medio y el fin para lograr el éxito, aún sin quererlo. La relación con su padre, la forma en que se desarrolla le da al personaje una motivación extra, sin contar con la propia aceptación al ser un monstruo a sus ojos. Simplemente son dos películas distintas por este aspecto. Y nada que decir frente a sus capacidades o "poderes" y su lazo con las cajas madre que ahora queda muy claro y permite una justificación frente a que puede separarlas siendo sólo un cyborg y no un dios.
- DARKSEID. Creo que ésto le dio un peso tan importante al argumento de la película que hizo que todas las pesadillas de Batman de la segunda película y las de las escenas post créditos tuvieran sentido y uno se quedara con ganas de más.
- Jocker. Jared Leto vuelve como el Guasón después de su infortunado paso por Escuadrón Suicida (otro bodrio de película). La gran diferencia es que Snyder ahora le dio todo el tiempo para que su personaje pudiera entablar una conversación llena de cinismo y amenazas veladas con el Batfleck que sigue siendo una gran personificación del murciélago. Uno quisiera ver más de esa interacción, pero bueno, Warner ya dijo que no.
- Detective Marciano aparece en la de Snyder y, aunque parece un poco forzada su presencia, me gusta que sea el personaje que vimos en la primera película de Superman y que luego de su muerte entiende que no puede estar ajeno a proteger la Tierra de amenazas exteriores. Aún así, su trabajo de cgi es pobre respecto al resto, lo que no le baja puntos al diseño que está excelente. Argumentalmente flojo al mantenerse al margen de una lucha tan importante, pero entendible si se le considera la primera de tres películas.
- La secuencia de la lucha de los dioses antiguos contra la invasión de Darkseid. ESPECTACULAR. Creo que logra captar toda nuestra atención con toneladas de acción, momentos épicos, grandes diseños de personajes y en 3 minutos te enciende más que toda la película de Whedon.
- La escena post créditos y la visión de Cyborg. Ambas son escenas visualmente alucinantes y que al ser unidas a la visión de Batman de la película anterior dan a entender todo el contexto que tendrían la segunda y tercera entrega de esta trilogía fallida. Todo ambientado en el contexto de Injustice, donde Superman se vuelve malo "de los cojones" como dirían los españoles.

A nivel de su estética, debo decir que siempre me ha gustado la estética de colores degradados y oscuros como los que usa Snyder. Buen trabajados los diseños, los escenarios, la iluminación. La idea de un universo sombrío, oscuro y vil se traduce en toda la película como un manto que es imposible de evitar sentir su presencia. Obviamente el director usa y abusa de la cámara lenta de tal manera que llega a cansar en el primer tercio de las 4 horas de película. Claro que este recurso está utilizado de manera sublime en la escena cuando despiertan a Superman y cuando al final Flash debe retroceder el tiempo para salvarlos a todos. 

La elección de cast puede gustar a algunos y molestar a otros, pero creo que funciona y mucho más en la versión de Snyder. Personalmente Ezra Miller no es mi favorito como Flash, lo encuentro sobreactuado y que como público no puedo conectar con él. Aún así, su personaje se desarrolla mejor y terminas considerándolo esencial. Una pena que el papá de Cyborg se muera como también lo hizo en Terminator 2, sacrificándose por un bien mayor. Y definitivamente todo lo que se hizo a nivel visual con los dioses antiguos dan ganas de que se convierta en una película propia.

La banda sonora es otro tema, ya que muchas canciones que ocupó Snyder son parte del conocimiento y aprobación pública, temazos de tiempos ajenos a la trama, pero que le dieron mucho más peso. Sabemos que una en especial está incluida en honor a su hija, pero en general toda la banda sonora y el tratamiento de sonido mejora referente a la de Whedon.

CONCLUSIÓN

¿Qué me queda después de comparar estas dos películas? Que, aunque le duela a Warner, Snyder tenía muy claro el objetivo y el camino a seguir. Te puede gustar o no su forma de contar historias o su estética y ritmo de montaje, pero el tipo sabía qué quería hacer. Y la premura por lograr grandes ganancias en el corto plazo (que sí estaba logrando Marvel) terminó por sepultar lo que podría haber sido el cierre perfecto para la visión de Snyder en el DCU. Desgraciadamente con plata baila el monito.

Reitero que no soy un fan de Snyder. Me gustan algunos de sus trabajos, pero no existe una sola película suya que no me cause reparos. De todas maneras, el corte de 4 horas en formato 4:3 (¿por qué? PORQUE SÍ) es una muestra completa de dos fenómenos únicos: la visión de un director que se contrapone a la de la compañía que lo financia y logra perseverar... y la de la fuerza que tiene internet y las redes sociales ante las multinacionales. 

Creo que este hecho era necesario. Muchas veces los directores se quejan que su visión no está completamente reflejada en sus películas porque los estudios meten mano a cada rato y eliminan o cambian cosas que ellos por contrato deben aceptar. Hay pocos que tienen mayor poder sobre sus obras, como Nolan. Y a futuro (tal vez) las grandes compañías y estudios se tomen un poco más de tiempo para decidir qué hacer en vista de los planes futuros. Kevin Feige tiene el gran triunfo de haber logrado una visión de más de 20 películas para darle un marco argumental a la Saga del Infinito. Sin "Iron Man" habría sido imposible, pero sin Kevin y su visión de la totalidad del MCU, tampoco. Muchos proyectos fallidos como "Thor 2" o "La Era de Ultrón" podrían haber hipotecado proyectos más arriesgados como "Guardianes de la Galaxia" o "Ant-Man". El negarse a dar el brazo a torcer para mantener una visión total fue lo que les dio el éxito y les respondió con la franquicia más exitosa de la historia del cine.

Esperemos que Warner y los demás estudios entiendan que los tiempos han cambiado y que ahora el público exige que se respete su opinión. Y aunque no deben caer en el servilismo exagerado para dar en el gusto a la gente, deben al menos entender que ciertos proyectos tienen su público cautivo, por el que vale la pena arriesgar algo de dinero. Esos feligreses siempre volverán y tarde o temprano, serán quienes hagan de su proyecto un gran negocio. 





jueves, septiembre 17, 2020

Sobre la legitimidad del proceso constituyente chileno

 Desde que inició el proceso constituyente en Chile con la firma del “Acuerdo de Paz” entre las figuras y partidos de la cúpula política de nuestro país, todos nos dimos cuenta que el proceso dejaba fuera a la gran mayoría del pueblo. Fue así como se acordó un sistema de elección de constitucionales basado en D’Hont, el mismo ocupado para la elección de diputados, a través de listas partidistas que no permiten la real representatividad de la votación popular. Este sistema, asumido durante la reforma de 2017 del Servel permitió que nuevas fuerzas partidistas actuaran en la contingencia institucionalizada, como es el caso del Frente Amplio, pero siguió dejando a los independientes en precarias condiciones. Es así como comienza la dicotomía de este proceso.

Primero, debemos entender el contexto histórico que vivimos. Jamás en nuestra historia republicana se había dado la posibilidad de redactar una nueva constitución durante un gobierno elegido democráticamente. En 1828, cuando Freire planteó la primera constitución, de carácter federalista, fue realizada por una élite que controlaba el gobierno y las instituciones. Portales y sus colaboradores en 1833, luego de la Batalla de Lircay, propició una nueva constitución, la que definió un estado centralista, presidencialista y basado en el latifundio y la recta provincia. Eso determinó que nuestro país se volviera el oasis de empresarios extranjeros, de depredadores de recursos naturales, tierras ancestrales y nos hizo pelear una guerra contra dos vecinos para cuidar los intereses de los empresarios ingleses del salitre. Ya en el siglo XX, cuando se produjo el golpe de estado producto de la crisis económica y sistémica de inicios de los años 20, se redactó una nueva carta magna entre especialistas y, cuando ésta debía ser ratificada, se llamó al expresidente Alessandri, quien ocupó una “comisión revisora” que terminó cambiando la constitución a su antojo. Aún así, esa constitución logró cambiar el modelo latifundista a uno más liberal, lo que a la postre permitió generar cambios en el estado para tener una industria propia, educación laica y gratuita y otros triunfos durante las décadas del 40 al 60. Por obvias razones no me detendré a analizar el trabajo de la Comisión Ortúzar y Jaime Guzmán en la constitución del 80 que se desarrolló bajo una dictadura militar y que cambió el modelo a uno neoliberal rendido a los pies de la casta más conservadora del Chile de fin de siglo. Es la que aún nos rige, maquillada, con la firma de Lagos. Es decir, hemos tenido 3 constituciones mediante 3 golpes de estado.

Lo que hay que analizar ahora es lo que ocurre con el actual proceso constituyente. La ley 21.200, creada para modificar la constitución, permite por primera vez la realización de un plebiscito para decidir si se cambia la Carta Magna y cuál es el órgano que debe redactarla. Como todas las leyes que definen estas instancias dentro de un marco “democrático”, la ley restringe las acciones de la Convención (sea mixta o constitucional) a la única y exclusiva labor de redactar la constitución, respetando tratados vigentes, sin influir en los demás poderes del estado. Sobre este punto se ha dicho mucho, que es una ley mordaza, que evita la realización de una constitución real que permita cambios, manteniendo la nueva carta amarrada a los intereses de la oligarquía y la clase política. Pero ahora debemos poner el contexto latinoamericano para analizar esta ley y el proceso que vivimos.

Casi todos los procesos de cambio de constitución dentro la “institucionalidad democrática” en los demás países latinoamericanos han tenido una evolución e implementación parecida. He aquí los ejemplos del caso:

1.- Argentina, 1993: Carlos Menem, presidente en ejercicio, decide que es necesario cambiar la constitución del siglo XIX, para lo cual convence a la oposición de Alfonsín en el llamado “Pacto de los Olivos”. Se aprobó un proceso para elegir una Convención Constituyente bajo el sistema D’Hont donde los partidos políticos tenían la prioridad, con las mismas restricciones de no poder influir en los demás poderes del estado en ejercicio y con un quórum de aprobación de los artículos de 2/3.

2.- Bolivia, 2006: Después de un golpe de estado, el presidente de transición, Mesa, llama a realizar una Asamblea Constituyente con participación ciudadana de todos los sectores, donde compitieron en igualdad partidos políticos y agrupaciones ciudadanas. Todos los artículos se aprobaron con un quórum de 2/3.

3.- Brasil, 1988: Se realiza una “Asamblea Constituyente” que en realidad es un Congreso Constituyente, elegido entre los partidos políticos por sistema D’Hont, sin la participación de independientes. Además de redactar la constitución, debieron trabajar en funciones parlamentarias de forma paralela.

4.- Colombia, 1991: En una elección anterior, los jóvenes colombianos llamaron a llenar una “séptima papeleta” para pedir una asamblea constituyente. El presidente escuchó el llamado ciudadano de más de dos millones de votos y llamó a un plebiscito a través de un decreto presidencial que contó con el voto del 86% del padrón de votación. Para la elección de los constituyentes, la votación fue sólo del 30%, pero se realizó de igual forma. Se ocupó una variación del sistema D’Hont, donde los puestos que quedaban rezagados quedaron en poder de movimientos sociales y se le dio 4 escaños de voz y sin voto a las guerrillas. Las dos fuerzas políticas más importantes definieron la mayoría de los aspectos del reglamento que rigió el funcionamiento de la Asamblea.

5.- Ecuador, 2008: Una vez que fue elegido por mayoría el presidente Correa, decidió promover una consulta popular a través de un decreto presidencial para cambiar la constitución. La aprobación fue del 80%. Fueron elecciones libres, donde el partido del presidente acaparó 80 de 130 escaños. Esta asamblea además tuvo labores legislativas.

6.- Paraguay, 1992: Luego del golpe de estado de 1989 se proclama un gobierno transitorio. El presidente Andrés Rodríguez en 1991 se llama a elecciones para un proceso constituyente, donde se elige la Convención Nacional Constituyente. El sistema para la elección es D’Hont con participación de independientes. La aprobación de cada una de las leyes necesita 2/3 de los votos al interior de la Convención.

7.- Perú, 1992: Fujimori, luego de dar un autogolpe, llama a crear una nueva constitución, para lo que designa un “Congreso Constituyente Democrático” armado con 80 integrantes parlamentarios. En esos momentos, el Senado y la Cámara de Diputados habían sido disueltos por el presidente e intervino todos los demás poderes del estado. La cantidad de votos blancos y nulos permitió que las fuerzas de gobierno tuvieran mayoría para redactar la constitución a su gusto.

8.- Venezuela, 1999: Una vez ganada por mayoría la elección presidencial por parte de Hugo Chávez, éste hace un decreto para llamar a la creación de una Asamblea Nacional Constituyente que redacte una nueva constitución, aprobado por la Corte Suprema. Como dicha Asamblea fue convocada, pero no existían regulaciones para su funcionamiento, la propia asamblea decidió otorgarse a sí misma el poder de abolir las instituciones gubernamentales y despedir a personeros y oficiales de gobiernos que a su criterio eran corruptos. Este proceso permitió la participación de 1.171 candidatos para los 131 escaños disponibles. Hubo una abstención del 62% de los votantes. Los partidarios del gobierno de Chávez arrasaron en las elecciones acaparando el 95% de los escaños. Tres de esos escaños eran exclusivos de los pueblos indígenas.

Como podemos ver, salvo los casos de Venezuela, Ecuador y Bolivia, todos estos procesos fueron realizados en condiciones parecidas o peores a la que estamos viviendo en el proceso chileno. Este proceso ocupa las mismas estructuras e incluso nombres de algunas de estas iniciativas latinoamericanas, por lo que, a ojos de la comunidad internacional, es un proceso completamente válido. Y es aquí donde tenemos la gran piedra de tope frente al llamado a no votar en el proceso constituyente impulsado en Chile: el voto de entrada y de salida.

El voto de entrada fue designado como VOLUNTARIO. Aquello significa que, sin importar la abstención, el proceso será validado con los resultados porcentuales que se obtengan del universo de votos válidamente emitidos. Es decir, si el 51% de chilenos que no votó en la elección pasada repite su accionar y votan aún menos chilenos en el total de sufragios, de todas maneras se realizará el proceso y se elegirá una de las alternativas para la convención. Entonces, cualquiera de las iniciativas ciudadanas paralelas que existen quedarán invalidadas por las instituciones y leyes vigentes. Es este panorama el que nos debe preocupar. La desconfianza en las instituciones y la clase política ha llevado a pensar que se puede boicotear este proceso, pero dadas las circunstancias nacionales internas y el contexto latinoamericano, no sucederá.

¿Qué podemos hacer entonces?

La ciudadanía empoderada debe buscar que su voz sea escuchada. El mayor rechazo que tiene este proceso es el sistema de elecciones por listas D’Hont que deja en inmejorable posición a los partidos políticos e impide la competencia de los candidatos independientes y la participación de los movimientos sociales. Es por ello que debemos generar una tercera papeleta e ir a votar en masa. Si votamos “Apruebo”, “Convención Constitucional” y además ingresamos una tercera papeleta con el voto AC, impediremos que la Convención mixta gane, que es lo primordial. Luego, con la Convención Constitucional ganada, los votos AC demostrarán que nuestra intención es redactar la constitución en igualdad de condiciones. Pediremos expresamente mediante ese voto que se modifique el sistema de elecciones por uno de mayoría simple y donde los partidos políticos no tengan ninguna preferencia por parte del Servel y las leyes como la 21.200 para presentar sus candidatos y que no exista el sistema de arrastre por lista de D’Hont que impide la competencia de los candidatos independientes. Debemos presionar de esta forma, porque de otra forma podemos perder todas las oportunidades que tenemos de participación en un proceso constituyente que ya empezó, con o sin nosotros.

Aún así, si el gobierno con la menor aprobación histórica no escucha el clamor popular, la instancia de ocupar partidos instrumentales que entreguen los cupos a la ciudadanía es una de las armas con que podemos ingresar constituyentes que sean del pueblo y lleven a esa redacción todos los postulados y proyectos preparados en las asambleas territoriales, cabildos y reuniones sociales. Debe existir una cofradía entre movimientos políticos nacientes y las asambleas para evitar que la clase política se robe este proceso y entregue una constitución que puede resultar aún peor que la anterior.

No hay que perder el foco. Hay que cambiar la constitución del dictador. Las herramientas pueden ser variadas, pero el llamado es uno: sin participación, entregamos la constitución a los mismos de siempre. Debemos luchar desde todos los frentes, desde las urnas, las asambleas, en las marchas, Plaza Dignidad, creando nuevos referentes políticos y utilizando todas las instancias que se nos vayan dando. Chile quiere un nuevo trato, un nuevo comienzo, pero para ello debemos entender que no podemos darles nuestro futuro en bandeja a quienes han usufructuado de Chile por décadas. Por no participar. los hemos dejado hacer con nuestro país lo que quieran.

No es el momento de restarse.

viernes, junio 26, 2020

Fuerte y derecho


Sacaron el disco PARE del camino. Hace rato. Hubo un intento de frenazo por allá por noviembre, pero fue sólo un derrape, nada más. Y por más que habían semáforos, pasos de cebra y un cuanto hay de avisos para detener el curso, Piñera y sus boys no se han detenido. Es más, apretaron el acelerador en plena rotonda del coronavirus y saldrán disparados directo a un estado de sitio.
Sí, parece sacado de una mala road movie, pero aquí no tendremos a Thelma & Lois tomándose de las manos lanzándose al barranco para ser siempre libres. No. Tenemos a Piñera y todo su séquito de cómplices levantando las manos mientras se enfilan contra un muro. Y por desgracia no es un muro hecho por la oposición, que cual Neville Chamberlain, negocian con un Hitler de brazos cortos para que no les hagan daño… pero sólo a ellos. No, el muro somos nosotros, los 18 millones de chilenos que estamos viviendo el peor gobierno desde la vuelta a la democracia y, quién sabe, tal vez el último que tengamos democrático en mucho tiempo si esto sigue así.
Así como Churchill les gritaba a todos en Inglaterra que Hitler era un maniático megalómano que iba a acabar con el mundo, me siento ahora, pero con menos barriga, más pelo e infinitamente menos carismático. En incontables ocasiones he tratado el tema con conocidos y con otros que no lo son tanto. Piñera está camino a hacer un autogolpe. Lo dije en noviembre, antes del acuerdo de paz, que me hizo olvidar esa idea al ver que se abría un proceso medianamente democrático en su lugar. Pero, luego de la aparición del coronavirus en nuestras vidas, ha vuelto al camino que imaginaba en mis peores pesadillas. Cada intervención, cada nuevo decreto, cada nuevo proyecto de ley, cada roce con el congreso y el poder judicial muestran un claro fin: una autocracia. Y a diferencia de la de un Hitler que era seguido por millones por su capacidad de convocatoria y la alienación de la sociedad alemana por buscar venganza por una guerra pasada, aquí está casi completamente solo. Pero quienes lo acompañan velan por los intereses de una élite que no sólo jamás se ha preocupado de los demás, si no que ahora quieren eliminar cualquier posibilidad de un brote reaccionario popular. Estamos ante el principio del fin de la democracia mentirosa que hemos tenido por 30 años. Y sólo se ven dos posibilidades a corto plazo: la dimisión o el autogolpe.
Cabe preguntarse de qué lado se pondrán las FFAA si Luksic y sus amigos deciden que es malo para sus negocios que Piñera acabe con el estado de derecho y gobierne como un pseudo dictador. Porque ténganlo claro, las FFAA no defenderán el estado de derecho porque sea ético o porque decidan defender a la población. Las FFAA en Chile trabajan para el mejor postor.
Se vienen tiempos inciertos.