viernes, junio 26, 2020

Fuerte y derecho


Sacaron el disco PARE del camino. Hace rato. Hubo un intento de frenazo por allá por noviembre, pero fue sólo un derrape, nada más. Y por más que habían semáforos, pasos de cebra y un cuanto hay de avisos para detener el curso, Piñera y sus boys no se han detenido. Es más, apretaron el acelerador en plena rotonda del coronavirus y saldrán disparados directo a un estado de sitio.
Sí, parece sacado de una mala road movie, pero aquí no tendremos a Thelma & Lois tomándose de las manos lanzándose al barranco para ser siempre libres. No. Tenemos a Piñera y todo su séquito de cómplices levantando las manos mientras se enfilan contra un muro. Y por desgracia no es un muro hecho por la oposición, que cual Neville Chamberlain, negocian con un Hitler de brazos cortos para que no les hagan daño… pero sólo a ellos. No, el muro somos nosotros, los 18 millones de chilenos que estamos viviendo el peor gobierno desde la vuelta a la democracia y, quién sabe, tal vez el último que tengamos democrático en mucho tiempo si esto sigue así.
Así como Churchill les gritaba a todos en Inglaterra que Hitler era un maniático megalómano que iba a acabar con el mundo, me siento ahora, pero con menos barriga, más pelo e infinitamente menos carismático. En incontables ocasiones he tratado el tema con conocidos y con otros que no lo son tanto. Piñera está camino a hacer un autogolpe. Lo dije en noviembre, antes del acuerdo de paz, que me hizo olvidar esa idea al ver que se abría un proceso medianamente democrático en su lugar. Pero, luego de la aparición del coronavirus en nuestras vidas, ha vuelto al camino que imaginaba en mis peores pesadillas. Cada intervención, cada nuevo decreto, cada nuevo proyecto de ley, cada roce con el congreso y el poder judicial muestran un claro fin: una autocracia. Y a diferencia de la de un Hitler que era seguido por millones por su capacidad de convocatoria y la alienación de la sociedad alemana por buscar venganza por una guerra pasada, aquí está casi completamente solo. Pero quienes lo acompañan velan por los intereses de una élite que no sólo jamás se ha preocupado de los demás, si no que ahora quieren eliminar cualquier posibilidad de un brote reaccionario popular. Estamos ante el principio del fin de la democracia mentirosa que hemos tenido por 30 años. Y sólo se ven dos posibilidades a corto plazo: la dimisión o el autogolpe.
Cabe preguntarse de qué lado se pondrán las FFAA si Luksic y sus amigos deciden que es malo para sus negocios que Piñera acabe con el estado de derecho y gobierne como un pseudo dictador. Porque ténganlo claro, las FFAA no defenderán el estado de derecho porque sea ético o porque decidan defender a la población. Las FFAA en Chile trabajan para el mejor postor.
Se vienen tiempos inciertos.

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