Hace meses que llama la atención de mi vista cansada un personaje que merece un especial reconocimiento en estas líneas. He demostrado y remarcado cada cierto tiempo que soy un hombre que no tiene ninguna tendencia política, porque no existe un partido político que me identifique; soy agnóstico y además prefiero la verdad dura que los voladores de luces, bonitos y sin sustancia.
La pasada elección presidencial me tentó con un personaje que, aunque nunca fue de mi agrado en su forma de plantear su discurso... era la primera vez que presentaba problemáticas más reales y soluciones distintas, más jugadas, fuera del duopolio que gobierna nuestro país hace 23 años, herencia de la "dictablanda" de Pinochet. MEO fue uno de quienes se pararon con una nueva visión, pero que terminó cayendo por los vicios propios que la política partidista presenta. No pudo sobreponerse a lo que los conglomerados hicieron para desacreditarlo y para crear una paranoia de ingobernabilidad a su alrededor.
Hoy quien me llama la atención es Marcel Claude. A diferencia de MEO, Marcel me encuentra en un momento distinto de mi vida, con otra forma de mirar las cosas, más analítica, menos idealista, más realista y dura. Y es por eso, en una realidad que cada día me muestra lo bajo del ser humano, lo poco que valora todo lo que tiene a su alrededor y defraudarme de la masa de ovejas que pastan a 2 lucas la hora de pastoreo es que Marcel simplemente me ha permitido darme un lujo. Sí. Desde que tomé conciencia de quién soy en esta sociedad, decidí que no le daría mi voto a nadie... al principio era por el "no estoy ni ahí" tan propio de mi generación nacida en la desidia de los hijos de la dictadura y jóvenes parranderos que gozamos de la libertad sin sufrir más que las cargas que nuestras familias arrastraron esos años; luego fue por el círculo vicioso que significa el sistema binominal y la podredumbre de políticos que ya hacen de Chile uno de los países más vendidos y con menos conciencia social de la región; finalmente no votaría porque simplemente no quería perder mi tiempo en promesas vacías.
Pero hoy la historia es distinta. Desde que los movimientos sociales aparecieron en escena hace unos años con la revolución de los pingüinos y los estudiantes secundario más próximamente, se desató en mí una rabia que había guardado por mucho tiempo referente a la estructura que gobierna nuestro Chile. Hace años que postulo una forma nueva de mejorar este país y hacer que todos y no sólo 7 familias tengamos un mejor pasar. Y esa rabia y desidia creció a tal punto que hoy por hoy dejaré de reclamar mirando la tele y levantaré mi culo para ir a votar.
Marcel Claude es sin dudas un tipo muy claro, lleno de ideas (muchas de las cuales hemos tratado miles de veces entre muchos) y además considera las culpabilidades y quiere que quienes nos tienen así paguen por el daño que han hecho. Chile es un país lleno de riqueza, de la cual su gente no ve absolutamente nada. Es un país que podría mantener a todo su pueblo con estándares decentes de vida y generar crecimiento, pero que amparado en el temor de los poderosos y en la ignorancia y comodidad de una masa popular inocua, esos cambio no se concretarán. Marcel es quien me hizo ver que no estaba solo en esta lucha conceptual, es un agente de cambio que realmente tiene un discurso y un planteamiento que me esperanza. Y sí, es hora de votar... no votaré por senadores ni diputados, esas mierdas se eligen solas y no son ningún aporte. No hay forma de sacarlos con el sistema binominal, así que no me gasto. Pero en las presidenciales, mi voto va para Marcel.
Como dijo Redolés, prefiero el caos a esta realidad tan charcha.