Cada vez que pienso en mi hogar, intento verlo como uno que yo haya diseñado para todos mis gustos personales: con un estudio para grabar mis temas, una sala de visionado de películas, un bar, una cocina con todo lo necesario para pasar un día entero preparando una tremenda cena familiar, un living para que todos mis amigos puedan conversar sentados y un lugar para hacer un asadito de vez en cuando... una pieza matrimonial que permita correr por ella si quiero y un baño con un jacuzzi en el que pueda nadar si quiero. Claro que esas son mis fantasías inmobiliarias.
Lo que la realidad me entrega es un departamento de 2 dormitorios y un baño con unos balcones pequeños y una cocina en que cabe una persona cómodamente y otro puede conversar desde el pasillo. La pieza tiene unas esquinas, ya que está en el último piso, con las que me golpeo de vez en cuando al hacer la cama y el living-comedor sólo me alcanza para comedor. Pero igual ha sido mi feliz hogar desde hace tres años.
El problema es que con la bulla de los vecinos (algo que había comentado en otra crónica) además del calor infernal en verano y el gélido aire que entumece hasta los mismísimos huesos en invierno, la vida comenzó a ser un poco menos apacible que al principio. Súmenle a eso 5 pisos sin ascensor. Claro, al principio, al ser nuestro primer lugar, nuestro refugio, todo se vio mejor. Aceptamos los problemas y lo mejoramos al máximo, incluso tuvimos plantas (nuestra ahora querida naturaleza muerta) en el balcón. Pero la paciencia nos colmó y decidimos buscar departamento nuevo.
El primer escollo es buscar el depto. El trámite lo hicimos por internet y periódico y logramos encontrar una gama bastante amplia de inmuebles dentro de nuestra capacidad de pago, por lo que nos dispusimos a recorrer Santiago en busca de nuestro lugar soñado. Claro que sólo a nosotros se nos tenía que ocurrir buscar en diciembre, el mes más caluroso de este año. A pleno sol, deshidratados, caminamos por sinuosas calles mirando hacia el cielo en busca del letrerito de “se arrienda”. Y encontramos varios. Pero debo decir que en Chile necesitamos una ley contra la mentira en los avisos de arriendo. Porque no es posible que pongan que un departamento es “acogedor” cuando con suerte cabe uno de pie en el living; que es “luminoso” cuando a las tres de la tarde el sol lo deja a uno sin pestañas; que tiene “agradable vista” cuando el balcón da a un árbol o a otro edificio; que diga “tranquilo” cuando es en comunidad y los pendejos corren y gritan todo el santo día; que diga “cocina” cuando es una tabla con dos platos de horno eléctrico empotrados; que diga “terraza” cuando tiene un balcón en el que si se te paras en él tienes que tener la ventana abierta para tener el culo dentro del depto. porque sino no cabes.
Y es que es así. Luego de casi un mes de búsqueda me he encontrado con cada caso de publicidad engañosa que realmente da vergüenza. Y vergüenza ajena, porque además cobran unos arriendos del demonio que superan los $200.000 por departamentos que todavía tienen baño con cadena de esos viejos de colegio básico o que tienen la alfombra tan quemada que es mejor quemar lo que queda para que se vea cool. Y además cobran unos gastos comunes impresionantes. $50.000 por tener al conserje mirando para la calle y que le abra a todo el que toca el timbre (en la visita a los deptos. llego, toco y entro, nadie me hace problemas ni nada).
Y otra cosa que me tiene chato son los conserjes y las corredoras de propiedad. Cuando uno se acerca a alguno de estos tipejos a pedir información, sea cual sea, te miran de arriba abajo como si hicieran un perfil tuyo para ver si “encajas” en la comunidad a la cual aspiras. ¡Qué se creen, tropa de agentes inmobiliarios!. Claro que cuando se trata de plata, los “señor” y “señora” se aglomeran en sus bocas para que firmes el contrato.
Claro que siempre hay excepciones, como don Juan. El hombre hizo todo lo posible para que arrendásemos el departamento de nuestros sueños, con espacio para todo, con vista a la cordillera, sin ruidos molestos y que no hacían problemas por tener perro. Incluso, nos consiguió cuenta corriente, ya que somos independientes y nadie nos quería dar antes de un año. Pero el sueño del depto. se esfumó como por arte de magia cuando el dueño decidió pasárselo a su hijo. Así que estamos de nuevo en busca de otro depto.
Sólo espero que cuando lo encuentre se me quite el tic de mirar hacia arriba en busca del letrerito de “se arrienda”.
1 comentario:
aaahhh pablito, yo vivi algo muy muy parecido pero fue cuando mis papas estaban buscando una casa, olvidate casas de millones de pesos que si la querias comprar tenias que construirla de nuevo... o otras que se veian indas por afuera y horribles por dentro... me imagino como es con los deptos.. ya llegara el dia en que los dos encuentren el dpto de sus sueños... y ese dia ayudare para que se cambien ejejej cuidate bye
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