Sí, fue un año difícil, lleno de baches, dudas, rabia, tristeza, golpes, autodestrucción y donde muchas veces el tirar la toalla era una opción demasiado tentadora.
Este año fue raro. El peor de mi vida en muchos aspectos, si. Pero no puedo decir que fue un año mal vivido. Partió horrible, me separé del amor de mi vida después de 14 años de relación. Fue duro dejar atrás el único proyecto de vida que tuve alguna vez, apagar las luces de mi futuro y cerrar la puerta a lo que alguna vez fue la confianza plena e incondicional a una mujer. La desilusión se convirtió en el mayor alimentador de la ira que me consumió por meses y ahora es la misma que apacigua mis tormentosas aguas internas.
El terremoto me encontró sin hogar, viviendo de allegado donde mi hermano, a sólo días de haberme separado. El vivir ese mes con su familia, bajo su techo sin pedir nada a cambio, apoyando cada paso, cada tropiezo, cada locura y cada lágrima sin preguntar, sólo oyendo una y otra vez mi voz gastada de contar lo que sentía. Les estoy en deuda por el resto de mi vida.
Encontrar un departamento donde vivir fue un problema aparte y la única solución que encontré fue el lugar más terapéutico que pude encontrar: frente a la casa donde la conocí. Irónico ¿no?
Por otro lado me reencontré con alguien que jamás pensé que se convertiría en una piedra de tope y un pilar para que no me dejase vencer por la pena y el dolor. Álvaro, mi gran amigo de la infancia, ese que había desaparecido durante años de mi vida y que ahora me apoyaba de una manera incondicional y sin preguntas, sacándome del hastío, llevándome a conocer nueva gente, haciéndome parte del proyecto de Metalstar y dándole a mi hígado proporciones insospechadas.
Jesucristo Metalstar (JMS) fue uno de los puntos álgidos de este año. Por primera vez en mucho tiempo me sentí útil, pero sobretodo reconocido, no siendo la sombra de alguien o quien hacía el trabajo para el crédito de otros. Conocí grandes personas, personajes extraños, locos y muchos que me sorprendieron, dándome una amistad que me emocionó por su entrega fácil y completa. Me sentí parte de algo importante para mí, me sentí yo de nuevo.
La vida como trabajador independiente nunca se me hizo tan difícil, pero gracias a Paolo Di Girólamo y Oscar Furman, esos incondicionales que siempre me han dado una mano y a quienes siempre les he respondido de la mejor manera, las cosas no pasaron a ser tan desesperantes. Logré sobrevivir muchos meses hasta que la máquina me consumió y tuve que meterme a trabajar en una agencia.
Después del Metalstar también viví una etapa de ajuste interno. Darme la oportunidad de dar vuelta la hoja, de conocer otras personas, mujeres locas, buenas, entretenidas, sexys, tiernas, pero sobretodo mujeres que al parecer nunca fueron escuchadas. Me di cuenta que este año me hice de muchas amigas (con y sin ventaja) las que encontraron en mí un hombro en quien apoyarse y que a cambio me dieron el cariño que necesitaba. Les doy las gracias a cada una de ellas.
Perdí a personas importantes, amigos, madres de éstos, personas a quienes admiraba. Por desgracia un parte de mí dejó de sentir las penas como antes. Tal vez me puse más insensible, quien sabe. Espero que todos aquellos a quienes acompané hayan sentido o entendido el esfuerzo que fue para mí estar en esa situación. Les pido disculpas si no fui un mejor apoyo, no estaba bien.
Fue un año que me dio mucho tiempo para pensar, para preguntarme mil veces las cosas, para decidir por primera vez en mi vida ponerme sobre todo el resto. Siempre consideré que debía estar en un nivel más bajo que el resto, preocupándome de todos, haciendo que todos crecieran, que todos fueran felices, pero nunca me preocupé de mí. Y si hay algo que rescato de este año es que me di cuenta que soy lo único que realmente tengo. Y por primera vez en mi vida me acepté, con mis aciertos y fracasos, mis virtudes y mis defectos, tal cual soy. Y desde ahí partió una transformación que hasta ahora me ha llevado a dar pasos que no creí posibles. Si hasta me hice un tatuaje, po.
Volví a la música. Después de años volví a componer y no he parado de hacerlo. Formé un grupo y las cosas van bien con ellos, al igual que mis proyectos paralelos. De la costumbre narcisista de grabarme salió algo inesperado como fue la aparición en TV y en radio de mi canción a los mineros, las miles de descargas por internet, la entrevista para la BBC y otras cosas. Buenas noticias fueron la difusión de "Esta conversación podría ser grabada" en Argentina y de mi podcast "Disco Stop" en Argentina y ahora en Venezuela. La noches de karaoke me sirvieron para lidiar con mi falta de confianza en el escenario, el conocer personas talentosas y volver a reírme con ganas, como pensé que no podría volver a hacer.
Fue un año difícil, especial, duro, molesto, pero que a la vez me hizo crecer mucho. En el fondo, aunque me duele admitirlo, fue un año necesario en mi vida. Una gran amiga me dijo una vez que el universo abre muchas ventanas, espacios para que tengas la oportunidad de crecer, de avanzar y encontrar un objetivo en la vida. Yo dejé pasar muchas ventanas en pos de realizar los sueños de otros. Y parece que al universo no se le ocurrió nada mejor para zamarrearme que darme un hocicazo en el piso que nunca se me olvidará en la vida.
Así que me despido de tí, 2010, a sólo un par de horas que te mueras totalmente y que por fin podré decir que no me derrotaste, que no importó cuantas veces me golpeaste, aquí estoy, parado, firme, mirando hacia adelante y sabiendo perfectamente quien soy y de qué soy capaz.
Adiós 2010. Muere en paz.