miércoles, marzo 02, 2011

La causa perdida

Siempre creí que el mundo giraba para el lado de quien lo quisiera hacer girar. Bueno, también creía que el mundo era un lugar donde todos podían ser felices de algún modo y tener oportunidades y que las cosas se podían hacer bien si uno realmente tenía ganas de hacerlo. La vida, por desgracia, ha ido matando esos sueños uno a uno, porque la misma gente que vive aquí me ha desilusionado demasiado y demasiadas veces.

Pareciera que la forma de ser feliz y vivir con las condiciones que uno quiera y no las que te impone la sociedad es pasar a llevar a todos, limpiarte el culo con las leyes y no tener ninguna clase de conciencia. Pepe Grillo está francamente desempleado hace años, nadie le hace caso a un grillo llorón que te reta por todo.

El factor que inspira mi crónica es la innegable capacidad de mi país para meter la pata una y mil veces a sabiendas que está cometiendo un error. No es algo sólo de política gubernamental (que mucho tiene que ver en todo esto) si no algo mucho más, algo que que llega hasta el tuétano de nuestra idiosincrasia. Pensaba escribir sobre la central aprobada en Castilla o de los delicuentes que tienen tomada la ANFP o de los negocios millonarios que logra la firma de los ex socios de Hinzpeter hace gracias a las influencias del Ministro del Interior, o el montaje que éste hizo con el pakistaní, o de las promesas incumplidas por Piñera, de la ida de Bielsa o simplemente de la desigualdad social en que vivimos por culpa del lastre empresarial que nos subyuga por el transantiago. Pero recapitulando, me di cuenta que tantas injusticias y problemas sociales, engaños y fraudes atañen a un factor común: la condición de ser chileno.

El chileno vive quejándose de que el país es una mierda, que la gente es flaite, que los recursos están mal repartidos, que la vida es injusta, que nuestros vecinos nos odian y que nos va mal en el fútbol. El chileno es un inconformista fome y flojo, reclama desde la comodidad de su sillón comprado a 48 cuotas y que le durará apenas un año antes de que esté completamente manchado y meado por el gato. Decide sobre cosas sobre las que no tiene poder, reclama gritando a la tele y desprecia desde el otro lado de la calle. El chileno busca la aprobación del resto, pero no el individualismo. Un chileno siempre quiere destacar, pero no demasiado... sabe como son los otros chilenos. Claro, porque un chileno que se destaque solo, que sea bueno en lo que hace y que muestre una vida intachable tiene que tener algo malo escondido... porque no está mostrando lo que todos los chilenos tienen y que se jactan de poseer... esa "picardía". Y ese concepto del año de la pera me hace hervir el buche de gusanos, como diría el gran Pedro Picapiedra. Porque parece consensuada a nivel nacional la actitud "pícara" de la población general del país; esa misma que lleva a todos a quedarse con el vuelto de más, que si a alguien se le cae un billete se lo guarda aunque la persona esté a su lado, que se queda con todos los encendedores que pide, que no paga su cuenta y se hace el loco para que sus amigos la paguen, que pide veinte licencias post parto, que se hace el tonto para no pagar la entrada de la disco y después reclama adentro porque no le dan el trago que venía de regalo.

Si, el chileno es un cara de raja con todas sus letras. Le encanta renegar de su pasado indígena, causa de mofa y bulling; le molesta ser comparado con peruanos y bolivianos, pero un brasileño o un argentino sí son dignos de estar a su nivel; se creen estadounidenses o ingleses de América Latina cuando apenas si conocen 4 palabras de inglés. El chileno no lucha por sus sueños, espera que se le cumplan, le gusta el desafío fácil, la entrega inmediata de las regalías y por supuesto la glorificación por lo que cualquiera en su lugar podría haber hecho mejor. El chileno odia al que puede hacer algo que él no, rechaza cualquier influencia extranjera hasta que todos están hablando de ella y se siente tan fuera del rebaño que la acepta como propia y llega a tornarse fundamentalista. Qué decir de las tendencias musicales de moda o el reality de turno. El chileno del pueblo tomará partido de inmediato por el personaje más humilde o el mino de turno; el Chile de plata no lo verá, pero le interesará que repercusión tiene para sus productos; el Chile intelectual dirá no verlo, pero se mantendrá al tanto de lo que ocurre porque siempre hay un renegado de su grupo que no aguantó ser nadie y se metió al programa por unos minutos de fama.

El chileno es uno de esos animales raros de analizar. Dice tener un gran corazón, pero realmente ayuda cuando no hay otra cosa que hacer. Por eso la Teletón pega tan bien aquí. El chileno es flojo para todo, pero para ayudar lo es más aún. Prefiere ser una mierda con todos los indigentes los 364 días que no hay Teletón para después sentarse 27 horas a ver la desgracia ajena y sentir por primera vez que es una persona afortunada. El corazón se le remueve y dona sus 5 lucas, pensando que ya hizo algo grande, porque en realidad ya compró la canasta de productos asociados, esos mismos que pertenecen a las empresas que donarán cientos de millones mientras dejan de pagar miles de millones en impuestos por hacer caridad. Todo chileno dirá que es caritativo porque redondea el vuelto en la caja del supermercado para la Fundación de los Niños Afectados por lo que esté de Moda.

El chileno promedio vive la vida que no quiere, con el sueldo que no quiere, soñando con cambios que nunca logrará porque le da una real paja levantar el culo del sillón y hacerlos. Reclamará contra el empresario que se llenó de plata mientras él sigue igual que siempre, gritará porque el suelo mínimo es injusto, pero no marchará para cambiar las cosas y dejará que los artistas, hippies y jóvenes estudiantes que no tienen nada mejor que hacer lo representen. Dirá que es un activista ambiental porque apoya la causa contra Hidroaysén en facebook, pero jamás se inscribirá en una fundación o movimiento tipo Greenpeace o WWF.

El chileno golpea la mesa y luego silba, para que nadie sepa que fue él. Es un reclamón demasiado cobarde para hacer cambios reales en su propio país. Por eso es que tenemos la soberana cagada aquí. Porque como reclamamos echados en el sillón, los empresarios mantienen los sueldos bajos y presionan a los gobiernos para evitar leyes que tengan más programas sociales y beneficios monetarios para los trabajadores; los políticos hacen lobby y aprueban leyes y proyectos que consumen recursos, vidas, ecosistemas y simplemente les importa un rábano... es que saben que veinte mil "me gusta" en facebook realmente no significan nada; los dirigentes que no se sienten a gusto cambiarán siempre al DT o al presidente que hace las cosas correctamente y no les permite robar; el diputado seguirá ocupando recursos públicos para mantener a su amante y el senador seguirá recibiendo coimas para rechazar proyectos que cambien algo; las farmacias pagarán unas multas ínfimas y traspasarán esa deuda a los precios de los remedios para seguir timando a la población vendiendo cada tableta diez veces más cara que su valor real; el chileno promedio seguirá haciendo la revisión técnica trucha, dejará de pagar las cuotas de las tiendas que por lo demás le roban peso a peso con cobros que nunca están completamente justificados; el chileno dirá que no paga el transantiago porque es injusto que le cobren tanto. Los chilenos en general ocuparán su "picardía" para vengarse de la "picardía" del resto que tiene más poder sobre ellos.

Y este es un cuento de nunca acabar. Chile no cambiará nunca, porque está lleno de gente que deja que la vida les pase por delante, que reclama hoy, pero mañana lo olvida, que no tiene conciencia de su entorno y que tampoco se la juega por cambios reales.

Chile es el país de la aceptación por cansancio. El país perfecto para que los demás triunfen a costa nuestra.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Disculpa, soy nuevo en esto de los blog, me llamo Hernán y quiero decirte que después de haber leído tu columna creo que eres una persona que esta profundamente equivocada en como se plantea su vida. Sinceramente, y no quiero ser rudo, pero creo que has escribido una sarta de barbaridades. Yo soy papá soltero, vivo con mi hijo y quiero decirte que el chileno de por sí es extremadamente aperrado, trabajador, honesto y no puedo aceptar lo que escribes por que es un insulto para la gran mayoría de este país....y lo que es peor, tú haces lo mismo que las personas que criticas al tirar tanta porqueria. Me pregunto si tu te has evantado algun dia a las 5 de la mañana para llevar a tu hijo al colegio ah?...no lo creo

Pablo Escobar dijo...

Hernán, la gracia de los blogs así como toda publicación de opinión es exactamente esa: opinar. En mi caso, no tengo hijos, soy hijo de una madre separada que jamás tuvo a su padre cerca, pero que me hice cargo de problemas de otras familias. Si quieres preguntarme por esfuerzos no quiero latearte con los años que no pude dormir por trabajar turnos continuos ni las vejaciones que tuve que sufrir por malos jefes y tratos abusivos ni por como cada vez que creí ver algo positivo la gente terminaba dandolo vuelta. Es cierto, Chile tiene buenas personas, no lo negaré. Es esa actitud generalizada del statuo quo la que me revienta, que todo les pase por encima, que todos abusen de ellos y simplemente no hagan nada para evitarlo. Me siento solo peleando por las causas perdidas, aún tengo esperanza de que el chileno promedio despierte.

Admiro que te levantes a las 5 de la mañana por tu hijo y que lo críes solo, pero si te pones a pensar, estás cumpliendo con tu deber, no estás haciendo absolutamente nada extraordinario. Tu realidad es esa, pero TIENES que hacerlo porque ese hijo es tuyo. Si me dices "me levanto a las 5 de la mañana a servirle café a los indigentes" ahí te creo.

Bueno, espero que no tomes a mal todo lo que he escrito. Es crónica fue un tanto ácida, pero es mi opinión. Espero la respetes así como yo respeto la tuya.