viernes, agosto 05, 2011

Volver a los '80

La jornada de ayer, 4 de Agosto de 2011, puede ser considerada histórica. Muchos dirán que fue un día perdido, un día que no produjo nada bueno para el país, un día que manchó la democracia más tranquila de la región. Pero no. Ayer, Chile tuvo una jornada que marca un antes y un después de la forma en que el pueblo chileno en general se comporta y reacciona.

Sí, porque por años vivimos en una dictadura que no permitió libertades civiles completas, que negó el derecho a reunión, el de libre expresión y las manifestaciones ciudadanas. Y fue tanto el tiempo que Chile vivió así, que se acostumbró a no pensar, a no exigir, a tener miedo de las instituciones y pensar "es más fácil si otros opinan por mí". Chile gracias al régimen de Pinochet generó un pueblo burbuja, que no escuchaba la realidad, que no veía lo que les hacían y, peor aún, no le importaba estar así... era un status quo horrible de los que muchos fuimos parte en nuestra niñez.

Cuando volvió la democracia, todo pareció mejor. La gente se escandalizaba aún por las performance de los artistas retornados, el sexo pasó a la palestra como tema necesario de discutir, los escritores comenzaron a lanzar dardos en todas direcciones y la institucionalidad, vestida con la cara de un viejo bonachón y lento, se hizo más amigable para todos. Pero bajo esa careta de libertad y nueva vida democrática, se mantenía el mismo sistema acuñado durante la dictadura, con una democracia a medias, que no representaba (aún no lo hace hoy) el voto popular, con un sistema de elecciones binominal (único en el mundo), con leyes que se contradicen en sus artículos para así ser interpretables según el mejor postor, con un sistema económico cruel y que evita la posibilidad de un crecimiento sostenido e igualitario para todas las clases, promoviendo el enriquecimiento desmedido.

Y cuando los gobiernos de la Concertación se fueron sucediendo uno tras otro, las medidas para hacer de este país algo mejor se volvieron cada vez más cosméticas. Se atacaron los problemas más visibles, pero el fondo seguía estando tan torcido como al principio... derechos básicos como educación y salud relegados a un último plano, con una población endeudada para lograr el sueño de vivir como se les había inculcado que debían: con dinero y muchos hijos.

Cuando apareció el 2009 la candidatura del actual presidente, nadie pudo comprender cómo salió electo si la gente lo detestaba, lo encontraba ridículo, falso y con intereses creados... además viniendo del gobierno más apoyado por el pueblo en décadas. Y lo peor de todo no fue su elección... fue su equipo y las ideologías que defendían. A muchos se les había olvidado (que es el cáncer chileno por excelencia) que ellos mismos fueron parte del gobierno de la dictadura y muchos seguían bajo el alero de las mismas creencias, modelos económicos y políticas represivas de esos años.

Es por eso que lo que sucedió ayer fue algo sin precedentes. Fue un nuevo aire a las protestas. Fue una versión actual de los '80, pero sin miedo. La gente se cansó. Este gobierno ha tenido más protestas que ninguno desde la dictadura; el presidente tiene el menor porcentaje de aprobación desde Pinochet; las políticas gubernamentales no han hecho nada, es más, retrocedimos en derechos y beneficios. Cada vez el país se ve envuelto en más injusticias sociales y económicas, mientras el mundo entero está viendo su propio colapso administrativo y económico. Y fue ayer cuando, después de una nueva protesta doble de los estudiantes exigiendo una educación gratuita y de calidad, todo el país se rebeló. Por primera vez en años, el país entero salió a las calles a protestar contra el gobierno, pero no sólo por ser un pésimo gobierno, si no por cómo trataba a su propia gente, a sus hijos, a quienes buscaban realizar los ideales de un país más justo. Por primera vez se vio a Chile en una actitud desafiante y desaprobadora, familias enteras caceroleando en plena calle, sin ánimo de disturbios, sólo expresar su descontento, su ánimo de cambios, su tan esperada voz propia.

Ayer Chile cambió. Y todo fue gracias a una generación que no tenía guardados recuerdos que los controlaban, ni tenían el miedo inyectado en la mamadera. Una generación que nació limpia y en democracia. Una generación que se valora y que ama a su país. Una generación que contagia a todo un país con sus ideales por un futuro mejor y más justo.

Ya era hora que Chile despertara. Ahora a hacer que tome café y no se nos duerma de nuevo.


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