Hoy ha sido un día negro. Después de 15 años mi perro de toda la vida, mi Willy adorado ha dejado este mundo. Por desgracia, tuve que decidirlo yo. Estaba tan enfermo, tan decaído, sufría a cada minuto, no podía caminar, tenía problemas digestivos de años y no se podía mantener en pie. Y fue tan difícil este momento que lo he llorado todo el día.
Es que si dijera "perro" como para todos, diría un animal canino que mueve la cola y se da al mejor postor, seguramente buscando comida. Pero Willy era mucho más. Era un compañero, un amigo, confidente, que me vio en días buenos y malos, felices y tristes, que me vio acabado y triunfante y que jamás me pidió una explicación, simplemente me dio lo único que sabía dar: amor. Es muy difícil para mí escribir estas palabras, porque es un momento en los que un amigo, un hermano, se ha ido de mi vida. Y además no puedo más que recordar que siempre fuimos inseparables, a pesar que era el perro de mi madre y lo heredé cuando ella murió. Willy fue el centro, la piedra de tope, el cable a tierra que siempre tuve durante mi vida de adulto y que en los últimos 3 años me permitió seguir viviendo. Fue mi razón para volver a levantarme.
Se que para algunos los perros como mascotas no son más que un aditamento a sus vidas, una especie de "plus". Para mí este perro fue todo, llenó en mi casa la falta de amor y aprecio que sentí por muchos años, me hizo sentir responsable, me alegró en momentos tristes, aguantó mis lágrimas y siempre me hizo sentir bienvenido en mi casa.
Ahora que veo sus juguetes, su cama, sus platos y su comida sólo pienso en lo feliz que me hizo y en todo lo que entregué por él. Creo que fue justo; yo sacrifiqué mi tiempo y mi atención en él y él me dio todo lo que pudo de cariño y lealtad.
Fue el mejor amigo, fue mi partner. Fue un grande.
Gracias Willy por haber sido parte de mi vida. Siempre serás mi único perro. El mejor.
Te extraño demasiado.