jueves, septiembre 05, 2013

Los 40

La próxima semana se cumplen 40 años... 4 décadas de una fecha nefasta para nuestro país. El 11 de septiembre de 1973 es una fecha grabada a fuego en nuestra sociedad, en quienes la vivieron y en quienes nos hemos visto obligados a vivir la herencia del odio y la injusticia que existieron en esos años. Ese día, el día del golpe militar, Chile sucumbió a la falta de visión, a la influencia extranjera, al manejo del dinero y a la injusticia de quienes quisieron cambiar todo por el alivio y necesidad de unos pocos.

Pero también es cierto que Chile no es nuevo en golpes, guerras civiles y traiciones políticas. Desde que el país se independizó de España siempre ha tenido problemas para mantener la insitucionalidad, aunque nos quieran contar una historia más bonita que remarque este momento como el peor de nuestra historia. Es cierto, una dictadura como la de Pinochet durante 17 años es algo que realmente deja una huella nefasta en un pueblo acostumbrado a agachar el moño y que decidan por él desde el coloniaje; pero eso no quita que hemos tenido bastantes horrores en nuestra vida republicana.

Primero, la Dirección Suprema de O'Higgins, que intentó por todos los medios dar al país su propia visión en desmedro de clases sociales dispares y personas con mucho poder e influencia. No fue el mejor gobernante, pero fue obligado a abdicar y exiliarse por el bien de la república naciente. Que decir del vanagloriado Diego Portales, que se dio maña de manejar el país y cometer atrocidades bajo el cargo de Primer Ministro, haciendo del Presidente un monigote sin peso ni opinión... o de la traición que nuestras amadas fuerzas armadas cometieron contra nuestro presidente Balmaceda, quien jamás estuvo de acuerdo con la Guerra del Pacífico, ya que fue peleada para salvar los intereses de capitales extranjeros en el negocio del salitre; cuando Balmaceda comenzó a realizar cambios generales a nuestro país y a tener en contra a aquellos mismos que Chile salvó a pesar del gran costo humano, éstos traicionaron a Chile y crearon un ambiente falso que terminó por declarar la guerra civil y terminar con la vida del presidente.

Que decir del parlamentarismo y su seguidilla de presidentes destituídos... la masacre de la escuela Santa María o del golpe de estado de Carlos Ibañez del Campo... otro dictador terrible que a la gente se le olvida por completo y que incluso sus contemporáneos olvidaron tanto que lo eligieron presidente al poco tiempo...

Chile es un país acostumbrado a las traiciones políticas, a que el pueblo sea una masa ignorante que no avanza sin que sus patrones les digan que hacer. Y cuando las cosas cambian... los patrones tiran la correa de sus perros guardianes para que todo vuelva a la normalidad.

Entre todas las muestras de arrepentimiento falsas y forzadas que he visto estos últimos días y la intransigencia de muchos sectores al respecto de que fue lo que causó el quiebre de nuestra democrcia, me asalta la reflexión que Chile está igual de dividido que antes... sólo que ahora además el pueblo está entendiendo por primera vez que nadie jamás bogará por ellos. Es la primera vez que, estando en democracia y viviendo una realidad no demasiado ignorante, el ciudadano promedio busca que sus derechos y los de su patria sean respetados... por primera vez los intereses de unos pocos no son importantes...

Por eso el escuchar hace un tiempo a Hermógenes Pérez de Arce, un personaje siniestro y patético que aseguró que el golpe puede volver a ocurrir si cambiamos la constitución con una asamblea constituyente (tesis que el vendido de Camilo Escalona también sostuvo) me hizo erizar los pelos... ¿cuanto pasará para que vuelvan a tirar la correa del perro guardián? ¿cuanto permitirán que el pueblo se manifieste y busque una mejor vida?

Puede que el plazo sea corto... espero que no. Pero mientras tanto gritaré por las causas que creo justas. Chile es un país desigual, sin proyección real, donde unos cuantos tienen todo y el resto se pudre lentamente en la abulia de su realidad y la televisión basura.

Para que un 11 no vuelva a ocurrir no es el pueblo o la nación la que debe cambiar. Son los que manejan los hilos quienes tienen que entender que esos hilos se pueden cortar. Las marionetas ya han tomado conciencia. El teatro de títeres está pronto a cerrar sus cortinas.

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