sábado, marzo 11, 2006

Ricardo I

Chile, desde la declaración de independencia de 1810, jamás a tenido un gobierno monárquico. Claro, porque como la mayoría de los países latinoamericanos lograron la independencia de una monarquía tiránica como la española, la idea principal de los fundadores de la patria fue que el modelo de gobierno a seguir era el de la democracia o gobierno del pueblo. Claro que la democracia es un modelo que lejos de ser “del pueblo” es “para el pueblo”, ya que muy pocas veces vemos a un hombre salido del pueblo mismo, de clase baja, llegar a ocupar el máximo puesto de la nación. Por supuesto en cada gobierno, desde tiempos remotos, son ciertos grupos los que se reparten el poder, desde las empresas o los ministerios, desde embajadas o las fuerzas armadas. Y con el tiempo nos hemos acostumbrado a ver a los mismos dándose vuelta en todos los cargos posibles.

A pesar de esto, hay algunos casos que llegan a sorprendernos. Cuando Ricky, el único hijo de una familia de clase media, decidió entrar a estudiar derecho y ser parte de los grupos estudiantiles y las nuevas tendencias políticas que por esos años revolucionaban el país, jamás pretendió ser un caudillo. Pero claro, es difícil no destacarse cuando se tiene un carácter fuerte y las ideas muy claras. Por esas cosas del destino, desde que lanzó su tesis de final de carrera, se convirtió en un hombre que daba que hablar. Al denunciar la mal repartición de dinero y empresas en el Chile de los ‘60s y demostrar que sólo unos cuantos controlaban todo, los aludidos intentaron por todos los medios acallarlo. Con los años, las gestiones y su carisma lo catapultaron hasta puestos e influencias mayores a los que esperaría a su temprana edad. Incluso pudo llegar a ser ministro o embajador durante la UP, pero no se le dio la oportunidad en la mayoría de los casos; la única vez que el cargo ya estaba destinado a él fue cuando le ofrecieron ser embajador en la URSS, cosa que no aceptó por la lejanía del cargo. Sin querer, salvó su vida al no vincularse en forma oficial al gobierno de Allende.

Si todos queremos recordar un momento que nos paró los pelos, fue cuando se tomó la palabra en “De cara al País” y acusó a Pinochet de déspota y emplazó a todos los chilenos a echarlo del gobierno. Fue uno de los pocos que no temió, que encaró al dictador y a sus secuaces, que sin importar consecuencias, prefirió calar hondo en el pueblo con sus palabras. Y lo consiguió. Muchos piensan que fueron estas palabras las que inclinaron la balanza a favor del NO, ya que permitió que muchos perdieran el miedo y votaran por lo que realmente querían.

Y aunque Ricky no buscó el poder más que el resto, se convirtió en la máxima carta para que la concertación de partidos que él mismo ayudó a formar lograra mantenerse en el gobierno un tiempo equivalente al que estuvo la “Junta” anteriormente. Muchos tuvieron reparos en su postulación, en su segunda vuelta con Lavín; hasta el manejo de sus anteriores ministerios le vendría a caer como una molesta sombra que marcaba sus pasos iniciales como presidente.

Pero Ricky se las arregló para sorprendernos, generando proyectos y programas que revolucionaron la salud y la educación, la justicia y la conformación del gobierno desde sus bases. A partir de este momento lo comenzamos a sentir como un presidente que estaba haciendo algo, por fin uno que no sólo viajaba o le bajaba el perfil a los problemas.

La guinda del pastel fue cuando lo vimos defendernos como una fiera ante las acusaciones internacionales de Bolivia; cuando encaró a Bush y se negó a apoyar la guerra con Irak; cuando dejó a todo el mundo boquiabierto al aparecer en los programas de televisión hablando como cualquier ciudadano; cuando utilizó la radio para acercarse a la gente; cuando se bañó en la playa para demostrar que no estaba contaminada; cuando levantó la voz para corregir a sus ministros o subsecretarios y dejar en claro la postura del gobierno; cuando nos hizo reír con sus comentarios o salidas durante sus discursos o en las contramanifestaciones; cuando dejó todo por su mujer y la acompañó en su enfermedad; cuando vimos la tristeza recorrer su rostro al morir su madre; cuando logró acercar a Chile al resto del mundo con los tratados que se firmaron con la UE y USA.

Todos tenemos, cual más cual menos, que reconocer en Ricky al mejor presidente que este país ha tenido en mucho tiempo. Porque no sólo se convirtió en el presidente del pueblo; también lo escuchó, lo ayudó y acompañó, fue duro y firme cuando se lo necesitó. Pero tal vez lo más rescatable es que fue el primero en mucho tiempo en ganarse el cariño y la admiración de todo un país que, a pesar de sus diferencias sociales, políticas y económicas, aprendió a quererlo como a un amigo. Y muchos postularon la posibilidad de cambiar la constitución para reelegirlo, cosa que él no permitió, demostrando aún más su calidad de estadista.

Por eso, aunque en Chile jamás ha habido monarquía propia y la sangre azul no es parte de nuestra idiosincrasia, quisiera proclamar hoy, el día en que deja la presidencia en manos de la primera mujer que alcanzó el cargo, el nacimiento de la dinastía Lagos, donde Ricardo Lagos Escobar será proclamado “Ricardo I”. Porque en el fondo, nos encantaría que siguiera gobernando por mucho, muchísimo más tiempo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El principio de tu cronica, donde dices que pocas veces una persona de clase baja llega al poder, me recordó una historia real que contó una vez Paulsen en la radio que la encuentro muy tierna.
Es de un gallo de clase baja, que se tiro de candidato a diputado hace años atras, antes de Pin8, por un pueblo del campo, de donde era esta persona.
Resulta que ganó por amplia mayoria, y cuando llegó fin de mes hizo la fila en la ventanilla donde se cobraba el sueldo, el funcionario le entrego su dinero, el recibio todos los billetes dudoso, y los contó varias veces al un lado de la ventanilla. Estaba como preocupado y miraba el dinero una y otra vez, hasta que se decidió y con mucha humildad le dijo al funcionario "Disculpe... ¿usted podria dividirme el sueldo del año en 12 partes y entregarme una parte cada mes?"

Demian Brown, firmando como anonimo porque no me acuerdo de mi contraseña

Anónimo dijo...

muy buena historia, lo que le digo al personaje que habla tanto del lagos, yo no vivi en la epoca de pinochet, pero mis papas si y antes no tenian ni portecciones en la casa porque nadie robaba en cambio ahora su casa parece una fortaleza, gracias a quien? a la concertacion que aplica mano dura a los ladrones ya que con eso mantiene cierta parte del pais engañandoles con que se van a crear mas trabajo y asi nadie robara, pura mierda, 16 años de mentiras, en este pais se debe aplicar el dicho ojo por ojo siente por diente, al que mata hay que matarlo ya que no existen sus derechos cuando traspaso la linea de los derechos de su vicima.