Es duro tomar decisiones difíciles en la vida. Es tan duro que mucha gente no las toma y viven desdichados por nunca arriesgarse. Así es como la gente tiene trabajos horribles y no se cambia; viven matrimonios desgarrados de rabia y angustia y siguen aparentando con los amigos; callan los abusos y perdonan de la boca para afuera.
Ante todos estos aspectos de la vida apretada y dura en que muchos prefieren sufrir a cambiar, los niños nos dan el ejemplo. Claro porque en estos días ya van 3 de ellos que se van de sus casas sin decir nada o dejando una nota de agradecimiento y un hasta nunca. Y es que como van las cosas, a veces es mejor dar el paso a un costado. Y eso es lo que hacen los niños ahora. Saben que la vida es apresurada, que los padres nunca están y que la vida siempre será más dura de lo que la pintan. Por eso, en forma madura y otras veces en forma irresponsable, deciden lanzarse de una vez a la vida. Es algo así como “pa’ qué esperar tanto, si igual la voy a pasar mal”. Y es que con lo que ven en la sociedad no es muy difícil ponerse así.
Cuando nosotros éramos chicos la gente pensaba más en política idealista que en las realidades duras. Así todos vimos como la ideología se abrió paso ante el poder fáctico y comenzó un arduo camino, lleno de baches. Era tanto el miedo al fracaso, que esto se tradujo en la juventud que comenzaba, la cual desechó el matrimonio de plano, las carreras y trabajos esperaron y la salida de la casa de los padres fue el proceso más largo de todos. Claro, es difícil querer salir a la vida solo cuando te han cuidado siempre y la vida se viene encima con tantas responsabilidades que no puedes llegar a contar.
En cambio, para esta generación, la cosa es distinta. El mundo gira, las familias se separan, los padres trabajan siempre y por sobretodo los han bombardeado con el tema de que la vida se vive demasiado rápido. Y como la vida es rápida y al fin y al cabo los padres no están, es hora de buscar nuevos horizontes y otras personas con las que sentirse a gusto y con quienes compartir.
Y vemos en la televisión como los matinales lloran por los niños, llaman a radios regionales, buscan la exclusiva en casa de la familia afectada y se dan todo el crédito cuando el niño es encontrado... y luego vienen los 3 días de repaso de la noticia, las notas “humanas” el relato del vecino de l cuadra del lado que vio como el niño se subió a una micro “pero jamás creí que se fuera de la casa”, etc, etc, etc... Y la familia recibe al niño frente a las cámaras, perdonan todo, la opinión pública juzga el ambiente familiar y da consejos, asusta con la posibilidad de que el próximo que escape sea tu hijo y finalmente aparece la familia diciendo que desde ahora tomarán mas en cuenta al niño y que no lo van a retar.
Me pongo a pensar y me imagino la sacada de chucha que me habrían dado en mi casa si me hubiera ido así... Bueno son otros tiempos.
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