Cuando Alejandro Chávez de “Viva la mañana” hizo el primer contacto con el estudio central durante las primeras horas de hoy, comenzó a hacer la revisión en terreno de una denuncia que los vecinos de Estación Central había realizado por el hallazgo de un camión abandonado luego de los operativos antidrogas de las policías en los barrios del sector centro y poniente de Santiago. El robusto periodista se acercó al vehículo completamente rayado buscando explicar que los vecinos temían por el estado del mismo, que se había convertido en el refugio de varios vagabundos y que pronto se podría convertir en un foco de delincuencia para el barrio. Mientras en el estudio explicaban nueva e innecesariamente la situación, Chávez llegó junto a la puerta del camión y escuchó movimiento en su interior. Con mucha autoridad llamó y le pidió a la persona que habitaba el camión que saliera a la calle y le explicara por qué se había apropiado del vehículo. El hombre que se notaba bastante joven, se negó en un principio al ver la presencia de cámaras de TV. Pero Chávez insistió, buscando encarar a lo que presumía un indigente drogadicto.
Mientras en el estudio lanzaban la cortina comercial de turno, Chávez logró que el vagabundo saliera del camión. Era un joven que bordeaba los 20 años llamado Sebastián, que de forma muy educada y muy buenos modales comenzó a explicar por qué se encontraba en ese lugar. Su madre engaño a su padre cuando él tenía 3 años y se fue de la casa con su amante. Como éste no quería al niño, ella (la madre del año) lo entregó a unos tíos que se hicieron cargo de muy mala gana. Fue así como este niño se esforzó por sacar sus estudios adelante hasta que, en enseñanza media y con 14 años, se fue de su casa porque no soportaba el trato que recibía. Así deambuló por muchas partes, desde casas de amigos, familiares, hogares e incluso la calle. Trabajó en todo lo que pudo. Y conoció a una niña de nombre Charlotte a quien dejó embarazada y que dio a luz a su hijo Kurt que ahora tiene aproximadamente 1 año. Sebastián tenía trabajos temporales hasta hace unas semanas cuando lo echaron y no tuvo más que quedarse a la espera de un nuevo empleo. Como la vida no había sido buena con él era obvio que no tenía un lugar digno donde vivir. Hace unos 6 meses encontró el camión abandonado y lo hizo su hogar.
Charlotte por su parte fue abandonada a los 10 años por su madre en un hogar, donde estuvo hasta los 16, cuando empezó a trabajar. A los 17 conoció a Sebastián, se enamoraron y quedó embarazada. Como quería superarse, mientras avanzaba su embarazo hizo su enseñanza media hasta segundo año medio en un 2 en 1. Trabajó y estudió hasta que tuvo a su hijo. Fue ahí cuando la necesidad la obligó a ir a un hogar. Se quedó por 6 meses en él hasta que tuvo que retirarse dejando a su hijo, ya que no soportó el tener que escaparse cada vez que quería que Sebastián viera a Kurt. Como no tenía hogar, Charlotte se fue al camión, mientras buscaba un trabajo que nunca llegó, ya que a pesar de tener 18 años su apariencia física es de una niña de 15 y además no tiene una dirección real, por lo que los empleadores no se arriesgan a contratarla.
Chávez y los animadores del estudio estaban pasmados. No podían dar crédito a lo que oían. Dos jóvenes esforzados clamaban por una oportunidad y el mundo les daba la espalda sin mediar palabra. Las gargantas flaqueaban en los conductores del matinal y Chávez buscó que los jóvenes tuviesen algún tipo de ayuda para solucionar su problema. Desde el estudio la blonda Hansen llamó al público a estirar la mano solidaria que tanto dice tener el chileno, pero que tanto se extraña cuando no hay Teletón. Y comenzaron a sonar los teléfonos, la gente del barrio salió a la calle, incluso los mismos que habían denunciado la situación se acercaron a ver a quienes necesitaban de tanta ayuda. Se acercaron con comida y buenas intenciones, mientras en el estudio daban la mención de rigor al suavizante de ropa y volvían con una llamara de un hombre dueño de una panadería en Estación Central que le ofrecía a Sebastián un trabajo que con el tiempo hasta podría llegar a ser un panadero de oficio. El joven se alegró, Chávez se emocionó y Hansen y Lindorfo tragaron saliva evitando que una lágrima se asomara a sus ojos. Fue entonces cuan un segundo llamado fue puesto al aire. Un hombre mayor les contaba que vivía solo hacía varios años porque sus hijos se habían ido y tenía una casa en la que tenía un departamento aparte con dos habitaciones amuebladas. Cuando vio el contacto del matinal vio en Sebastián a su propio nieto de igual nombre y decidió que era hora de dejar la soledad y entregar este lugar a los jóvenes del camión. Les ofreció una habitación, un hogar y el punto de partida para una nueva vida. Todos aplaudieron, mientras los jóvenes sonreían sin poder creer que todo esto les estaba ocurriendo; Sebastián recordaba que no había querido abrir la puerta hace un rato y que quizás si se hubiese seguido negando no habría obtenido nada de la comunidad.
Y luego de esto, vinieron las sonrisas, los abrazos, los datos tras cámara y los comerciales, esos que también veían las personas que ahora se acercaba con comida y gestos de apoyo a favor de quienes hasta hace un hora eran una amenaza para todo el barrio.
Da para pensar… ¿no?