Cuando hace algunas semanas supe la noticia, no lo podía creer. Sí, el viejo general de generales, el hombre fuerte, el tipo que se creía dios en TVN había sido cesado de sus funciones como Director de Programación, el cargo más importante a nivel de contenidos dentro de la televisora estatal. Sí, el Director de TV ascendido hace algunos años a ese cargo y su suche habían sido despedidos. Vicente Sabatini y Pablo Ávila se habían convertido a sí mismo en amos y señores de la TV local, sacando y poniendo a su sola voluntad y egoísta preferencia los programas, capítulos o contenidos que a ellos se les ocurría. Fue así como el área de prensa se vio atrapada en la vorágine de las cancelaciones, las reprogramaciones, cambios en la parrilla, despidos, etc, en pos de programas de alto contenido cultural e informativo, pero además de mucho rating como “El juego del miedo” u “Hombre al agua”. Sabatini cometió error tras error que demostraron no sólo una gran incapacidad al momento de gestionar una malla programática que sólo privilegiaba las producciones dramáticas, sino también una falta de respeto hacia el espectador. Y es muy probable que como todos los directores famosillos haya dicho “¿y el público qué? no tienen idea qué quieren ver”.
Pero lo que no sabía Sabatini es que el rating se basa en personas, no en animales o muñecas de trapo. Y toda esa tozudez y altanería lo terminaron alejando del vulgo que lo hizo tan grande en las teleseries. Porque la gente se dio cuenta que los programas se los cambiaban a cada rato de horario, que comenzaban a repetir los capítulos de temporadas anteriores en medio de la temporada actual, que los nuevos lanzamientos eran malos, que los rostros eran siempre los mismos y los contenidos, de no ser por el área de prensa, eran de lo más escasos. Por suerte TVN terminó por darse cuenta y algún gerente por ahí hizo sus movidas y terminaron sacándolo, no sin antes mediar una teleserie (propia de él) en que su elenco y sobretodo su mujer, el rostro ancla de las telecebollas nacionales, decidieron hacer un reclamo, golpear la mesa y llorar en los pasillos para evitar que el dios televisivo fuese echado a la calle. Pero nada sirvió. Sabatini se fue sin vuelta atrás.
Pero aún queda otro imberbe que está haciendo trizas la TV nacional. En la estación católica, la UCTV, está Vasco Moulián. Este actorcillo de segunda tiene mucho talento para los proyectos infantiles, con los cuales se dio la fama de “hombre rating” cuando ya nadie veía el canal 13. Gracias a “Los Pulentos”, “Diego y Glot” y “Cubox” Vasco logró ser considerado para el cargo de Director de Programación del canal monacal. Pero el error de su nombramiento no se dejó esperar. Apeló a todo para hacer sucumbir al televidente promedio con comedias de poco contenido, enredos estudiantiles, teleseries sin gusto ni identificación con el público y ensalzando a la Feña y a Amango como el fin último de la TV del mañana. Y es verdad que el público adolescente está agradecido, pero ¿a qué costo?.
La verdad es que ni Sabatini ni Moulián tienen la capacidad de ver hacia el futuro el daño que ya han hecho. Si, porque cuando el gobierno está en el mejor pie para apoyar la industria audiovisual nacional con más fondos que en toda la historia de nuestro país, estos tipejos se dan el lujo de rechazarlos e incluso de dejar de exhibir trabajos que ya habían sido aprobados por ellos, como la miniserie documental de APLAPLAC “Chile Serio” que por lo visto jamás saldrá al aire; o la segunda temporada de “Gen Mishima” que había tenido muy buen rating; la cancelación de “Tierra Adentro”, etc. Y Chile sabe que su televisión es una mierda, pero prefiere ver los recocidos de “Video Loco” desde 1980 hasta ahora, ver los videos más asombrosos de choques, reírse con las rutinas de los ‘90, sólo para olvidar que estamos en la crisis económica mundial. Y el problema es que la alienación no es la solución. La risa ayuda, pero cuando termine el día las deudas estarán igual ahí, las cuentas llegarán por debajo de la puerta, los niños tendrán que ir al colegio y todos se darán cuenta que en la tele no vieron nada que valiera la pena.
Gracias por esta mierda, Vasco y Vicente.
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