lunes, agosto 01, 2011

Los colistas de la carrera evolutiva

Parecería que nuestra sociedad Darwinista se ha empecinado en evidenciar todas y cada una de las diferencias físicas que nuestra especie tiene con todos sus antecesores en la escala evolutiva. Pasando desde el Erectus, el Australopitecus, el Java, el Neanderthal y el Cromagnon hasta nuestro Homo Sapiens moderno, hay similitudes muy marcadas, así como diferencias que son imposibles de obviar. Son estas diferencias las que me inspiran hoy a escribir al respecto.

Sí, porque de todos los cambios que el ser humano ha tenido durante estos milenios el del pelo ha sido el más notorio. Hemos dejado de ser monos y a simple vista nos vemos distintos a todos los otros primates como nosotros. Entonces es raro pensar que aún hay niveles de pérdida del pelo corporal en nuestra raza. Al parecer, la vida no sólo ha sido cruel en dar distintos tipos físicos, faciales, de piel, de belleza si no también de peludez. Y es por esto que ahora me siento afectado.

Es que no sólo resulta que la baja estatura sirve para generar complejos porque la caja de cereal siempre es inalcanzable o el ser corto de vista es sinónimo de cerebrito. Ahora, además de todo eso, soy menos evolucionado que el resto. Así parece. Sucede que soy el más mono de mis amigos. Si hasta la idea de subirme a los árboles me parece atractiva.

Y una vez que me di cuenta de ello, sentí la discriminación hacia el vello corporal.

¿Por qué llegué a esta conclusión? porque en infinidad de ocasiones he visto que esta sociedad completa discrimina el vello de una manera horrible. No es que diga que el parecer mono sea lo más atractivo del planeta, pero cuando veo tanta depilación láser en hombres... es como decir "quiero ser una guagua excitante". Y tanto ha sido el bombardeo de la Gillette, la Prestobarba, la Schick, que el Match 20.000 y las 50 hojas de afeitar, la depilación permanente, que la brasileña, que láser pulsado, que ¡Ahhhhhhhhh!

He pasado a ser un paria en esta sociedad lampiña. Sucede que por mucho que me preocupe de mantener mis pelos a raya, por más que me acicale y me revise las pulgas todas las semanas, no debería tener ni un solo pelo sobre mi cuerpo. Es discriminatorio. ¿Y que si soy más mono que el resto? ¿y que si tengo que soplar para ver la hora en el reloj? ¿y que si cuando llevo al perro a bañarse siempre me ofrecen un 2x1?

¡Soy un ser humano! mis pelos se merecen respeto. Es cierto, soy menos evolucionado, pero soy más calentito. Puedo usar ropa con velcro cuando la parte suave se echa a perder. Y en el resto de las cosas, sigo siento tan humano como ustedes. Así que espero más respeto, señores y señoritas sin pelo. Porque aunque no lo crean, somos muchos los primates involucionados que pululamos entre ustedes. Más temprano que tarde nos verán en zungas o diminutos bañadores recorriendo playas y piscinas y notarán que seguimos siendo muchos, que no estamos solos.

¡Por un mundo con igualdad de derechos!

¡Por la diversidad velluda!

¡Los peludos también somos personas!

He dicho.

1 comentario:

paola dijo...

buena tio cosa sin dramas hay los que amamos a los peluches de carne y huesito ¡¡¡