Es cierto, me sorprendió. Yo creo que como a todos en el mundo. TRUMP PRESIDENTE. Si, tal como lo lee. El narcisista, misógino, mal hablado, prepotente, antigay, xenófobo y megalómano multimillonario logró hacerse del poder a través del sistema mal llamado democrático de elecciones que tienen los gringos.
USA cometió su más grande error. No estoy hablando de no haber votado por Hillary. Ella es harina de otro costal, aunque realmente venga del mismo molino que Trump. Estoy hablando de qué es lo que ganó en esta elección. USA no votó por Trump, votó por el odio que encarna. En una sociedad como la gringa, aún más alienada por los medios que la nuestra, en la que no se puede separar la realidad de los realities, en que siguen pensando que son los más poderosos del mundo aunque tengan una deuda externa catastrófica, lo que Trump llevó a la palestra es la cachetada del blanco red neck racista de los 50. Porque el discurso trumpiano se basó en eso: atacar a los musulmanes, las minorías sexuales, denostar a las mujeres y acusar a los latinos de todos los males posibles. Trump levantó la bandera confederada y se subió al General Lee de los Dukes de Hazard para unir a un pueblo que estaba harto de saber que sus industrias no funcionaban y se iban porque la mano de obra es más barata en otros lados.
Trump tiene su mérito: jamás cambió su discurso violento. Muchos lo comparan de forma muy ignorante con Hitler, pero olvidan que al alemán no lo eligieron presidente, si no que fue designado primer ministro por un acuerdo con Hindenburg para darle más estabilidad al país y luego, al morir él, asumió el control de país para luego convertirlo en una dictadura fascista. En lo que sí coinciden, al igual que el gordo Mossulinni, es en usar a los extranjeros como la causa de todos sus males.
Hoy en la mañana cientos de niños twitearon su miedo a ir al colegio, de caminar en la calle por ser musulmanes, latinos, indocumentados, gays o negros. Muchos rasgaron vestiduras por lo que había ocurrido.... pero sabemos quienes son los culpables. La desidia de los que no fueron a votar fue lo que marcó la tendencia. Muy bien lo decía Edmund Burke "Lo único necesario para que el mal triunfe es que la gente buena no haga nada". El ausentismo de los negros y latinos en la votación fue abismante, sobre todo los afroamericanos que no se sentían cómodos con ninguno de los dos candidatos. Y en vez de usar ese descontento votando por el partido verde y demostrarlo como un voto descontento, simplemente no fueron a votar. ¿Les recuerda algo eso? en Chile hicimos lo mismo.
El colorín ridículo y boca floja logró darle un puñetazo de lleno al mundo y declarar abiertamente que los tiempos de los idiotas han vuelto. Y esta vez para quedarse.
Crónicas de la vida diaria. Las cosas que vemos, las que no y las que simplemente no queremos ver.
miércoles, noviembre 09, 2016
viernes, julio 01, 2016
Líderes
Hace años que me he interrogado el por qué de los liderazgos que rigen nuestra sociedad. Basándome simplemente en los hechos, el liderazgo de las personas que mandan en nuestro medio, en nuestra nación, se ve un marco predefinido, determinado por una secuencia de hechos o atributos que pugnan por validar algo que antiguamente sería visto con ojos extrañados.
Durante milenios las castas han regido el mundo. Es algo que no debe extrañar, ya que siempre los líderes se juntaron por una marcada obsesión de mantenerse en el poder. Así los faraones se casaban con sus hermanas, los reyes casaban a sus hijas con otros hijos de reyes, manteniendo todo en un círculo cerrado intentando vanamente evitar las guerras y las divisiones. Luego de la Revolución Francesa del siglo XVIII parecía todo volverse hacia un pluralismo donde la aristocracia tuvo que dar paso al poder económico. En ese cisma algunos lograron sobrevivir, como las monarquías inglesas, sueca, española y otras del orbe del primer mundo, pero a muchos otros les iría muy mal, partiendo por la monarquía francesa. Y a pesar del gran cambio cultural, de promover la democracia como instrumento de gobierno y control de las masas, el poder sólo cambió de una monarquía a una oligarquía escudada en la ilustración y la premisa de que el pueblo DEBE ser gobernado para evitar que se descarrile.
Un cambio sustancial vino con la Revolución Rusa, que catapultó el concepto de la igualdad de los hombres y la participación igualitaria por el bien común. Pero como obviamente sucedió, el sistema debía ser regido y adoptado a la fuerza, evitando cuestionamientos y disidencias. Desde la otra vereda, el fascismo hizo lo propio, prometiendo crecimiento y poder para todos, la gran nación sobre los hombres individuales y el concepto colectividad empoderada. Por obvias razones, ambos emplazamientos terminaron por fracasar. La libertad de pensamiento y la individualidad no pudieron ser controladas de una manera completa, fracturando los dogmas que terminaron por caer por su propio peso, sin sustentación en lo que prometieron sería la base de su éxito: el pueblo.
Y he aquí donde a mediados del siglo XX y hasta nuestros días comenzó a gestarse una nueva oportunidad. tras la postguerra y el derrumbe de los regímenes comunistas, pareció que la oportunidad de la democracia como única bandera de los países en el mundo sería la respuesta tan esperada por un pueblo que siempre pidió ser el regente de sus propias vidas. Pero el paradigma del poder evita las libertades desatadas. Es por eso que el poder de la oligarquía volvió a controlar todo. El latifundio, tan apedreado en el pasado y la esclavitud, un concepto descartado en nuestra sociedad, se volvieron a abrir paso vestidos de libre mercado. Cuando el capitalismo acérrimo logró hincarle el diente a la democracia en pleno, logró un objetivo anhelado por el poder y que hasta ahora no se había logrado: la esclavitud consensuada. El trabajador promedio pasó a ser un objeto bursátil cuando a través de manejos políticos y decretos viciados nuestros recursos se convirtieron en el alimento de la banca y los especuladores. Las AFP son el fiel reflejo y el hasta de bandera de la causa a favor del dinero y el poder en desmedro de la sociedad completa.
Y es ahora cuando un nuevo cisma comienza a fraguarse, tal vez uno del que no exista retorno. En una sociedad tan individualizada, en que todos buscan su propia mejoría en desmedro del resto (porque ése es el pensamiento que se nos implantó desde que nacimos bajo estos términos) el capitalismo comienza a desmoronarse. La política cedió ante las presiones del mercado, se vendió al mejor postor e hipotecó la dignidad por un poder efímero. La deuda carcomió lo más básico que necesitaba para funcionar: la base trabajadora. Cuando quienes trabajan no alcanzan a vivir bien y cuando no tienen oportunidades para crecer mientras otros se ensalzan en montañas de privilegios y poder, comienza a crecer la desidia que inundó al mundo contra la monarquía. Pero a diferencia de esa rebelión, la que se está fraguando es en contra de todo el sistema mundial.
Las personas por sobre la institución, ese es el grito de guerra que comienza a murmurar en las calles. Tímidamente, en forma solapada y a veces explosiva, las personas han comenzado a entender que todo lo que hemos asumido como real es una mera ilusión, una matrix a la que estamos conectados, no por cables ni mangueras, si no por una tarjeta de plástico y un código de barra. Pasará mi generación seguramente hablando retóricamente de los pasos a seguir, de la hoja de ruta, de los niveles que se presentarán ante el desafío y de la limpieza de nuestro sistema, pero no veremos el cambio. El cambio será violento, duro, inconcebible para muchos y seguramente nos pondrá al borde del precipicio como sociedad, pero no por eso debe temérsele. Por el contrario, el momento en que las personas entiendan que son más que un número de cuenta corriente o un bien inmueble abrirán los ojos a un nuevo tipo de líder: los propios.
Es hora que los ratones dejen de elegir gatos.
Durante milenios las castas han regido el mundo. Es algo que no debe extrañar, ya que siempre los líderes se juntaron por una marcada obsesión de mantenerse en el poder. Así los faraones se casaban con sus hermanas, los reyes casaban a sus hijas con otros hijos de reyes, manteniendo todo en un círculo cerrado intentando vanamente evitar las guerras y las divisiones. Luego de la Revolución Francesa del siglo XVIII parecía todo volverse hacia un pluralismo donde la aristocracia tuvo que dar paso al poder económico. En ese cisma algunos lograron sobrevivir, como las monarquías inglesas, sueca, española y otras del orbe del primer mundo, pero a muchos otros les iría muy mal, partiendo por la monarquía francesa. Y a pesar del gran cambio cultural, de promover la democracia como instrumento de gobierno y control de las masas, el poder sólo cambió de una monarquía a una oligarquía escudada en la ilustración y la premisa de que el pueblo DEBE ser gobernado para evitar que se descarrile.
Un cambio sustancial vino con la Revolución Rusa, que catapultó el concepto de la igualdad de los hombres y la participación igualitaria por el bien común. Pero como obviamente sucedió, el sistema debía ser regido y adoptado a la fuerza, evitando cuestionamientos y disidencias. Desde la otra vereda, el fascismo hizo lo propio, prometiendo crecimiento y poder para todos, la gran nación sobre los hombres individuales y el concepto colectividad empoderada. Por obvias razones, ambos emplazamientos terminaron por fracasar. La libertad de pensamiento y la individualidad no pudieron ser controladas de una manera completa, fracturando los dogmas que terminaron por caer por su propio peso, sin sustentación en lo que prometieron sería la base de su éxito: el pueblo.
Y he aquí donde a mediados del siglo XX y hasta nuestros días comenzó a gestarse una nueva oportunidad. tras la postguerra y el derrumbe de los regímenes comunistas, pareció que la oportunidad de la democracia como única bandera de los países en el mundo sería la respuesta tan esperada por un pueblo que siempre pidió ser el regente de sus propias vidas. Pero el paradigma del poder evita las libertades desatadas. Es por eso que el poder de la oligarquía volvió a controlar todo. El latifundio, tan apedreado en el pasado y la esclavitud, un concepto descartado en nuestra sociedad, se volvieron a abrir paso vestidos de libre mercado. Cuando el capitalismo acérrimo logró hincarle el diente a la democracia en pleno, logró un objetivo anhelado por el poder y que hasta ahora no se había logrado: la esclavitud consensuada. El trabajador promedio pasó a ser un objeto bursátil cuando a través de manejos políticos y decretos viciados nuestros recursos se convirtieron en el alimento de la banca y los especuladores. Las AFP son el fiel reflejo y el hasta de bandera de la causa a favor del dinero y el poder en desmedro de la sociedad completa.
Y es ahora cuando un nuevo cisma comienza a fraguarse, tal vez uno del que no exista retorno. En una sociedad tan individualizada, en que todos buscan su propia mejoría en desmedro del resto (porque ése es el pensamiento que se nos implantó desde que nacimos bajo estos términos) el capitalismo comienza a desmoronarse. La política cedió ante las presiones del mercado, se vendió al mejor postor e hipotecó la dignidad por un poder efímero. La deuda carcomió lo más básico que necesitaba para funcionar: la base trabajadora. Cuando quienes trabajan no alcanzan a vivir bien y cuando no tienen oportunidades para crecer mientras otros se ensalzan en montañas de privilegios y poder, comienza a crecer la desidia que inundó al mundo contra la monarquía. Pero a diferencia de esa rebelión, la que se está fraguando es en contra de todo el sistema mundial.
Las personas por sobre la institución, ese es el grito de guerra que comienza a murmurar en las calles. Tímidamente, en forma solapada y a veces explosiva, las personas han comenzado a entender que todo lo que hemos asumido como real es una mera ilusión, una matrix a la que estamos conectados, no por cables ni mangueras, si no por una tarjeta de plástico y un código de barra. Pasará mi generación seguramente hablando retóricamente de los pasos a seguir, de la hoja de ruta, de los niveles que se presentarán ante el desafío y de la limpieza de nuestro sistema, pero no veremos el cambio. El cambio será violento, duro, inconcebible para muchos y seguramente nos pondrá al borde del precipicio como sociedad, pero no por eso debe temérsele. Por el contrario, el momento en que las personas entiendan que son más que un número de cuenta corriente o un bien inmueble abrirán los ojos a un nuevo tipo de líder: los propios.
Es hora que los ratones dejen de elegir gatos.
martes, febrero 23, 2016
Edo, el rostro del hastío
Anoche se presentó en el Festival de Viña 2016 la rutina del mago-humorista Edo Caroe. Desde hace años no veo el festival, digamos que desde los 90, ya que casi nunca vienen artistas actuales o de un peso y renombre internacional. Casi siempre vienen los mismos y alguno que otro extraño caso de calidad tipo Sting para que no digan que está tan malo el famoso "festival de los festivales". Pero cada cierto tiempo veo algunos pasajes de dicho evento, sobre todo cuando veo la posibilidad de estar frente a un personaje que salga de lo común. Este año ha sido (y creo que será) Edo Caroe.
¿Por qué? porque con su rutina contínua y sin bis salió airoso, en un día donde lo tiraron para que fallara, con un público lleno de señoras adictas a la balada romántica con olor a naftalina y mojadas después de 2 horas y media de Marco Antonio Solís, uno de los artistas de cabecera de las mamás del pueblo chilensis. Porque fue el punto negro para las autoridades, porque se pasó por el aro muchas prohibiciones y censuras que en otros años no muy lejanos sintieron varios y sobre todo el Lagarto Murdock.
Edo Caroe hizo lo que hace Coco Legrand, pero menos derechista y más cercano a la realidad, no tan esquemáticamente situado (y robando rutinas viejas de George Carlin) como lo hace ese grande del humor. Edo logró echarse encima a toda la clase política, pero a diferencia de sus antecesores, esta vez él habló con nombre y apellido. Desde la presidenta hasta el último diputado, los presidentes de partidos, los coimeros, ladrones, apitutados, "hijos de" y traficantes de influencias. Hizo lo que muchos queríamos y no tenemos la tribuna: les dijo en su cara que eran una tropa de caras de raja y colocó a varios en su puesto de huevones imbéciles y abusivos. Tal vez me hubiese gustado escuchar también un poco más del caso Penta y Longueira en la Ley de Pesca, de los camioneros y sus paros inventados y cómo destrozaron la reforma educacional hasta quedar en un chiste.
Pero creo que además de los políticos, sentí que por primera vez alguien se paró contra los empresarios, los verdaderos hijos de puta en todo ésto. Porque hasta ahora ningún humorista le decía en la cara al canal en que estaba siendo transmitido que sus programas valían mierda y no aportaban, que los que auspiciaban eran una tropa de coludidos, que robaban y además tenían el descaro de hacerse los tontos; el primero que desafió a Matte y su comparsa de ladrones; el primero en decir lo que todos pensamos de Luksic, nuestro criollo "Mr. Burns". Magistral fue su comparación del dedo de Jara con el dedo de Lagos y dejar en claro el político sucio y funesto que es, así como Larraín, Hasbún y la comparsa de derecha. Al final todos son lo mismo, como dijo Edo.
Lo que logró Caroe ayer fue una catarsis. Como bien señaló, Chile está en una crisis, que es cuando lo que no funciona no ha muerto y lo que funciona no ha nacido aún. Y estar en estos tiempos puede ser terriblemente tenso y darnos miedo... pero a la vez es emocionante. Y gracias a personas como Edo podemos catalizar nuestro enojo, nuestra decepción y nuestra crítica en quienes nos gobiernan y mandan de derecho y facto sin importarles quienes somos ni queremos.
Ayer se escuchó en señal abierta y para el mundo lo que Chile piensa en su mayoría. A ver si el día de mañana lo recuerdan antes de una nueva elección.
¿Por qué? porque con su rutina contínua y sin bis salió airoso, en un día donde lo tiraron para que fallara, con un público lleno de señoras adictas a la balada romántica con olor a naftalina y mojadas después de 2 horas y media de Marco Antonio Solís, uno de los artistas de cabecera de las mamás del pueblo chilensis. Porque fue el punto negro para las autoridades, porque se pasó por el aro muchas prohibiciones y censuras que en otros años no muy lejanos sintieron varios y sobre todo el Lagarto Murdock.
Edo Caroe hizo lo que hace Coco Legrand, pero menos derechista y más cercano a la realidad, no tan esquemáticamente situado (y robando rutinas viejas de George Carlin) como lo hace ese grande del humor. Edo logró echarse encima a toda la clase política, pero a diferencia de sus antecesores, esta vez él habló con nombre y apellido. Desde la presidenta hasta el último diputado, los presidentes de partidos, los coimeros, ladrones, apitutados, "hijos de" y traficantes de influencias. Hizo lo que muchos queríamos y no tenemos la tribuna: les dijo en su cara que eran una tropa de caras de raja y colocó a varios en su puesto de huevones imbéciles y abusivos. Tal vez me hubiese gustado escuchar también un poco más del caso Penta y Longueira en la Ley de Pesca, de los camioneros y sus paros inventados y cómo destrozaron la reforma educacional hasta quedar en un chiste.
Pero creo que además de los políticos, sentí que por primera vez alguien se paró contra los empresarios, los verdaderos hijos de puta en todo ésto. Porque hasta ahora ningún humorista le decía en la cara al canal en que estaba siendo transmitido que sus programas valían mierda y no aportaban, que los que auspiciaban eran una tropa de coludidos, que robaban y además tenían el descaro de hacerse los tontos; el primero que desafió a Matte y su comparsa de ladrones; el primero en decir lo que todos pensamos de Luksic, nuestro criollo "Mr. Burns". Magistral fue su comparación del dedo de Jara con el dedo de Lagos y dejar en claro el político sucio y funesto que es, así como Larraín, Hasbún y la comparsa de derecha. Al final todos son lo mismo, como dijo Edo.
Lo que logró Caroe ayer fue una catarsis. Como bien señaló, Chile está en una crisis, que es cuando lo que no funciona no ha muerto y lo que funciona no ha nacido aún. Y estar en estos tiempos puede ser terriblemente tenso y darnos miedo... pero a la vez es emocionante. Y gracias a personas como Edo podemos catalizar nuestro enojo, nuestra decepción y nuestra crítica en quienes nos gobiernan y mandan de derecho y facto sin importarles quienes somos ni queremos.
Ayer se escuchó en señal abierta y para el mundo lo que Chile piensa en su mayoría. A ver si el día de mañana lo recuerdan antes de una nueva elección.
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