domingo, junio 04, 2006

Les enfants de la patrie

De todas las frases que han enmarcado la mayoría de los himnos nacionales del mundo (excepto España, que no tiene letra), ésta es sin duda la que más he recordado en los últimos días. Porque aunque es una de las frases que enarbolan uno de los himnos extranjeros más bellos del mundo, la Marsellesa, es completamente inspiradora de mis letras sobre la actual situación de mi querido Chilito.

Y es que los jóvenes y niños de este país jamás han sido tomados en cuenta para nada en las políticas de estado, excepto por un par de organizaciones o departamentos para niños desamparados o con problemas de salud. Mucho se debe a que los niños y jóvenes no son un espectro necesario a la hora de los votos, algo de demuestra el básico pensamiento de nuestros políticos, cuando son esos mismos niños y jóvenes quienes decidirán el futuro del país. Otra parte de culpa la tenemos los mismos jóvenes, quienes nos hemos quedado al margen de la participación ciudadana por nuestro “no estoy ni ahí” y el no realizar cambios, pero igual criticar a quienes los hacen; una actitud por lo demás muy chilena.

Esta semana la cosa fue distinta. Después de días de amenazas de paro estudiantil de un par de colegios de renombre (Instituto Nacional y Liceo de Aplicación) al gobierno, a través de su ministro, se rió en la cara de estos secundarios que buscaban el pase gratis, la micro liberada de tarifas y la PSU gratis para todos. Y lo que vino después no se lo esperó nadie.

Como un tsunami que no se puede avisar a tiempo, la ola de comunicaciones instantáneas que cayó por la internet a cada hogar de este largo país logró algo nunca antes visto: 600.000 jóvenes movilizados y en toma en la mayoría de los colegios de Chile. Y por supuesto, las exigencias no sólo se limitaron a las sabidas rebajas arancelarias en pasajes y PSU, sino que pasaron a ser la propuesta de un cambio mayor, una cirugía a tajo abierto a la educación completa, al criticar la LOCE o “Ley Orgánica Constitucional para la Educación”. Esta ley es la que, entre otras cosas, fija los niveles mínimos para la enseñanza de básica y media, la gratuidad de la educación en este nivel por parte del estado, la responsabilidad de padres y el mismo estado en la educación, la libertad de contenidos, las universidades, etc. Y por supuesto se criticó también la jornada encolar completa, esa que muchos no alcanzamos a sufrir y que significó que miles llegaran a las 21:00 hrs a sus casa luego del liceo porque sus hogares quedan a mucha distancia, o que ya no les quede tiempo para hacer bien las tareas.

Y fue entonces cuando el gobierno sintió escalofríos. Porque cuando ya se lleva 16 años en el gobierno, no le puedes achacar los problemas actuales al dictador anterior. Si,porque estos problemas son democráticos, son problemas que no significaron nada en ninguna agenda de gobierno, problemas que realmente a nadie le importaron. Claro, porque no era importante que los alumnos no tuviesen establecimientos dignos, ni comedores en buen estado y espacioso, ni tuviesen que comer por turnos; o que los baños jamás estuviesen en condiciones humanas para ser usados; o que los profesores no tuviesen la calidad contenidos necesaria para rellenar las horas nuevas que se sumaron; o que los alumnos sufrieran de fatiga mental y se estresaran a tan temprana edad, cuando tendrán toda una vida para hacerlo. Y es que, como pasa en todas partes, los problemas sólo se arreglan cuando estallan en la cara. El gobierno tuvo miedo. Sintió remecer sus cimientos cuando los profesores, esos traidores que exigen un sueldo decente, se volvían a sublevar apoyando a sus alumnos; cuando los padres alimentaban a los insurrectos y los apoyaban; cuando los dirigentes resultaron ser más capaces que muchos políticos al mando del país; cuando se dieron cuenta que no trataban con niños, sino con futuros adultos...

Así que tuvo que ser la mujer que dice estar contigo, la Michelita, quien salió a dirimir en el asunto. Calmó los ánimos con medidas a corto plazo y con posibles medidas a largo plazo. Y los secundarios sonrieron felices. Sí, porque gracias a ellos y a los medios de comunicación que cubrieron cada una de las aristas del conflicto, el gobierno tuvo que agachar el moño y aceptar que se había equivocado al tomar tan a la ligera el problema. Y también sonrieron por haber sido el movimiento secundario más grande y efectivo de los últimos 30 años, el que logró un éxito inusitado y planteó un parámetro para las políticas futuras. Porque ya los políticos no podrán hacer la vista gorda y tendrán que generar propuestas que signifiquen avances para este sector, avances para nuestros “infantes de la patria”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Pablo ( Escoba), muy interesantes tus textos. Cuéntame algo de esto po fa..

Soy el Ale, Nicolini o marcelo de cachureos.

Saludos,

AVD

Manuel Silva dijo...

Esa es otra muestra de lo idiotas que son los políticos en Chile...
Si estuvieramos en un país en vías de desarrollo reales, esto no hubiera pasado.

Saludos