Difícil es llegar al momento dado y dar el mensaje de cierre. Lo es para los festivales, el final de un libro, la frase que cierra un chiste o simplemente la palabra que dirá el adiós a todo lo que conociste y dará vuelta la página de una vez por todas. El obituario y sobretodo el discurso o palabras de los deudos sobre quien se va de este mundo deben ser de las más difíciles de escribir.
Cuando mi mamá falleció el 2003, hice un discurso que me salió muy rápido, sin trabas, como si hubiese estado guardado en mi subconsciente desde hacía mucho. Tal vez mi mente estaba esperando ese momento sin decírmelo, como quien guarda absurdamente un secreto que no tenía por qué ser guardado. Y el discurso fue emotivo, pero sobretodo chistoso. Recordé muchas de sus tallas, las tonteras que nos decía y algunas situaciones cómicas que tuvo en su vida. Y la gente perdió por un momento el rictus trágico de la muerte ajena y miró el ataúd con alegría sincera de haber conocido a mi mamá.
Hoy acompañé a una amiga, Alejandra, en el entierro de su padre, un hombre esforzado que trabajó toda su vida muy duro y que tenía múltiples males que lo perturbaban y le impedían hacer una vida normal. Fue muy lejos, en un cementerio llamado "Jardín Sacramental" en San Bernardo. La familia y algunos amigos buscábamos dar nuestro pésame, hacer sentir el apoyo tan magro y sin peso que todos damos en una situación en la que no puedes hacer absolutamente nada por esa persona; su dolor la consume por dentro, ninguna palabra ni frase hecha sirve para estos casos. Por eso, cuando la abracé sólo atiné a decirle "te quiero mucho". Pensé en lo burda y tontas de las palabras, podría haberlas ocupado en cualquier otra ocasión, pero salieron con una rapidez tal que mis labios se rebelaron ante mi cerebro que intentó en vano parar algunas de sus sílabas finales.
Cuando el sepelio se realizó vinieron los discursos y cantos de rigor. Y como siempre, todos quienes nos dejan en este mundo pasan a ser parte de esa casta que no tiene errores, que son casi perfectos. La muerte tiene esa capacidad única de limpiar todo cuanto hacemos mal y resaltar lo bueno exclusivamente. Y tal vez siempre debería ser así; seguramente nos querríamos más y pelearíamos muchísimo menos, pero eso es otro tema.
Lo que me insta a escribir hoy es que, al igual como yo hice mi despedida de una manera inusual para el entierro de mi madre, la Jana hizo su despedida de una manera que jamás había escuchado. No habló de su padre, a quien amaba y respetaba mucho, sino de quienes lo rodearon. Explicó que para ella su padre había sido un gran hombre gracias a todos quienes le habían acompañado en la vida, quienes lo formaron y apoyaron. Incluso les agradeció por ello y les felicitó por las grandes y bellas familias que con esa actitud han ido sembrando. Y fue la primera vez que un obituario me hizo tanto sentido. Porque todos somos entes unitarios, únicos e imperfectos que vagamos por este mundo buscando un objetivo. Siempre pensamos que nuestros logros son nuestros, pero también son de todos aquellos que han estado a tu lado. Tus fracasos son apoyados por ellos y tus triunfos son disfrutados con alegría sincera casi como si fuesen propios. Y de eso se trata. Si haces que los demás se sientan bien, tú te sentirás bien. Si logras ayudar a quienes te acompañan en este camino, es probable que a ti también te ayuden en otra ocasión. Pero no es por eso que debemos hacerlo, tiene que ser por la genuina razón de que no tenemos nada mejor que ofrecer a este mundo que hacer que quienes te rodean estén mejor.
Y tal vez por eso los obituarios son tan importantes, porque en el momento de mayor dolor te hacen sentir reconfortado; y nos hacen entender que todos (cual más, cuál menos) fuimos grandes personas en algún momento de nuestras vidas.
Crónicas de la vida diaria. Las cosas que vemos, las que no y las que simplemente no queremos ver.
domingo, abril 25, 2010
lunes, abril 19, 2010
La nueva forma de gobernar
Ésta fue la frase que ocupó la Alianza por Chile en su campaña presidencial del 2009. No es una gran frase, es muy ambigua y sin peso, pero hay que ver que a la mitad más uno de los chilenos les pareció que era hora de ver que tal era estar del otro lado. Y así ha ocurrido durante estos meses iniciáticos del 2010.
¿Qué ha pasado? todo y nada. ¿Por qué? porque nuestro nuevo gobierno encabezado por Piñera y sus Chicago Boys se ha visto en la precaria situación de ver que todo lo que criticaban no era tan fácil de cambiar y que todo lo que creían poder hacer mejor están a mucha distancia de lograr siquiera de igualarlo. Y es que su inexperiencia se les nota a la legua. Es cosa de ver a quienes han ido ocupando los cargos que fueron desdeñados por los cabecillas y mandamases de la derecha, como las vocerías, subsecretarías, seremis y otros. Y es en este nivel en el cual Chile realmente se mueve. No crean ustedes que Chile lo maneja el presidente o que el congreso hace algo que cambie tu vida de un día para otro. Todos los procesos gubernamentales en los tres poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) comprenden procesos largos, tediosos y llenos de revisiones y contrarevisiones para aunar mejor todas las opiniones. Es así como una idea muy buena termina siendo un barniz del original y dejando mucho como estaba sin arreglar nada de fondo.
Pero en el caso de los seremis y subsecretarios eso es distinto. Muchas decisiones se toman en estas instancias, lejos de la mano protectora del presidente y bajo la mirada perdida del ministro. Y si pones gente sin experiencia o sin manejo de las situaciones, tendrás un gobierno muy poco estable.
Otra cosa que he notado es la improvisación. Ya que en el conglomerado no tienen suficiente gente para llenar los cupos, llaman a personas que cumplen funciones parecidas pero en lugares donde la presión por ese tipo de trabajo es infinitamente menor. Es así como el encargado de prensa renunció al poco rato, ya que por culpa de su nuevo trabajo (cambió la dirección de su diario en Osorno por el trabajo en la Moneda) perdió a su mujer y las ganas de seguir trabajando. Así que tomó todas sus pilchas y se mandó a cambiar de nuevo al sur. Y bien por él.
Estaba claro que el inicio de un gobierno como éste iba a ser raro, lleno de errores y sobretodo mucho bla-bla y pocas soluciones. Lo peor es que ni siquiera el presidente cuenta con la empatía para revertir esto. Claro, porque todos conocemos a Piñera y su infinito afán de figurar, de hacerse ver y de dejar huella. Es la personificación del político rancio de principio de los 70 en USA, cuando se sacaban fotos con los hippies mientras hacían leyes que promovían guerras contra las que los hippies luchaban. Por eso me dio tanta rabia ver cómo la imagen que Chile había alcanzado en el exterior con Lagos y Bachelet se iba al carajo con un "Do yo want to see my watch?" lanzado sin tapujos frente a un Barack Obama que no entendía porqué un tipo como éste copiaba las ideas de su mujer. Escucharlo en el podio hablar su excelente inglés con el acento más latino tercermundista de la historia y sus trajes 4 tallas más grandes me dio escalofríos. Qué decir cuando supe que se había ido a trotar con el presidente de Colombia y sólo trotó la primera cuadra para que le sacaran fotos. Ese tipo de cosas hacen que todo lo que pensé de Piñera siempre se confirme punto por punto.
Una pena para el país, pero una alegría sincera para los medios de comunicación. Tendremos circo por varios años, un circo pobre con un señor corales de traje 4 veces más grande y al que le faltan los leones, el domador y los trapecistas, pero que está rodeado de muchísimos payasos.
¿Qué ha pasado? todo y nada. ¿Por qué? porque nuestro nuevo gobierno encabezado por Piñera y sus Chicago Boys se ha visto en la precaria situación de ver que todo lo que criticaban no era tan fácil de cambiar y que todo lo que creían poder hacer mejor están a mucha distancia de lograr siquiera de igualarlo. Y es que su inexperiencia se les nota a la legua. Es cosa de ver a quienes han ido ocupando los cargos que fueron desdeñados por los cabecillas y mandamases de la derecha, como las vocerías, subsecretarías, seremis y otros. Y es en este nivel en el cual Chile realmente se mueve. No crean ustedes que Chile lo maneja el presidente o que el congreso hace algo que cambie tu vida de un día para otro. Todos los procesos gubernamentales en los tres poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) comprenden procesos largos, tediosos y llenos de revisiones y contrarevisiones para aunar mejor todas las opiniones. Es así como una idea muy buena termina siendo un barniz del original y dejando mucho como estaba sin arreglar nada de fondo.
Pero en el caso de los seremis y subsecretarios eso es distinto. Muchas decisiones se toman en estas instancias, lejos de la mano protectora del presidente y bajo la mirada perdida del ministro. Y si pones gente sin experiencia o sin manejo de las situaciones, tendrás un gobierno muy poco estable.
Otra cosa que he notado es la improvisación. Ya que en el conglomerado no tienen suficiente gente para llenar los cupos, llaman a personas que cumplen funciones parecidas pero en lugares donde la presión por ese tipo de trabajo es infinitamente menor. Es así como el encargado de prensa renunció al poco rato, ya que por culpa de su nuevo trabajo (cambió la dirección de su diario en Osorno por el trabajo en la Moneda) perdió a su mujer y las ganas de seguir trabajando. Así que tomó todas sus pilchas y se mandó a cambiar de nuevo al sur. Y bien por él.
Estaba claro que el inicio de un gobierno como éste iba a ser raro, lleno de errores y sobretodo mucho bla-bla y pocas soluciones. Lo peor es que ni siquiera el presidente cuenta con la empatía para revertir esto. Claro, porque todos conocemos a Piñera y su infinito afán de figurar, de hacerse ver y de dejar huella. Es la personificación del político rancio de principio de los 70 en USA, cuando se sacaban fotos con los hippies mientras hacían leyes que promovían guerras contra las que los hippies luchaban. Por eso me dio tanta rabia ver cómo la imagen que Chile había alcanzado en el exterior con Lagos y Bachelet se iba al carajo con un "Do yo want to see my watch?" lanzado sin tapujos frente a un Barack Obama que no entendía porqué un tipo como éste copiaba las ideas de su mujer. Escucharlo en el podio hablar su excelente inglés con el acento más latino tercermundista de la historia y sus trajes 4 tallas más grandes me dio escalofríos. Qué decir cuando supe que se había ido a trotar con el presidente de Colombia y sólo trotó la primera cuadra para que le sacaran fotos. Ese tipo de cosas hacen que todo lo que pensé de Piñera siempre se confirme punto por punto.
Una pena para el país, pero una alegría sincera para los medios de comunicación. Tendremos circo por varios años, un circo pobre con un señor corales de traje 4 veces más grande y al que le faltan los leones, el domador y los trapecistas, pero que está rodeado de muchísimos payasos.
martes, abril 06, 2010
La resurrección
El concepto de la resurrección es tan fuerte en sí mismo que cada vez que llega semana santa me pongo a pensar en lo terriblemente duro que es el aceptarlo o no. Porque al fin y al cabo toda la creencia en Jesús se basa en ese momento, en el que se levanta de entre los muertos para volver a la vida y despedirse de sus discípulos antes de volver a la derecha de su padre.
Yo considero que la creencia en este momento es un salto de fe al vacío oscuro y sin vuelta. Para quienes son agnósticos está claro que es imposible. Para quienes creen en Jesús es algo obvio y no se puede siquiera poner en duda. Y las generaciones de creyentes han pasado de boca en boca la historia del hijo de Dios que renació entre los muertos, sembrando la esperanza en el poder y la gloria de quien alguna vez en los años finales de la vida del hombre, nos vuelva a la vida en su santo reino.
Para mí es algo indescifrable, porque en todas las ocasiones que he cruzado la línea del análisis frío y calculador, la historia me parece muy bien armada por quienes quieren que nos la traguemos; pero luego aparece mi ser interior, ese ser espiritual que se mantiene muy alejado y escondido entre mis entrañas que me dice "en algo hay que creer". Y es entonces cuando me cuestiono la real causa de la necesidad de creencia en algo divino. Y me parece que es por la necesidad de pertenencia. En algunos casos (como debió pasarle a la mayoría de ustedes) son bautizados antes de poder decidirlo por sí mismos. Y entonces, la tradición familiar se convierte en el dogma, no por convicción, sino por obligación. Y desde ese minuto es que la creencia religiosa se convierte en algo muy poco sustancial. El pensamiento lógico más precario puede echar por tierra todo lo que plantean las religiones, ya que su único fundamento es decir ante cualquier duda "es un acto de fe".
Admiro a quienes creen en algo tanto como para odiar a quienes no lo ven como ellos. Me encantaría saber que se siente estar dentro de una burbuja tal en la que nada pueda ser revelado como improbable. Aunque fui acólito durante muchos años y estuve a punto de ser seminarista, nunca llegué al punto de creer que tenía la verdad absoluta. Y es que siempre me pareció que todas las religiones apelan a lo mismo que los mitos: la explicación divina para los hechos naturales extraordinarios. Es por eso que me parece tan extraño que todos por su parte traten de tomar las banderas de la única verdad. No existe una religión pandémica, una que reúna a todos en un solo credo, porque es imposible generar una creencia tal, sin base ni pruebas, que convenza a todo el mundo.
Por eso que cada vez más las sectas se están convirtiendo en una fuerza importante dentro de las vetas religiosas, los cultos de pocas personas, más extremos, cerrados y sectarios permiten un mejor manejo del control sobre sus feligreses.
Hay veces en que digo "es necesario creer en algo más". Pero hace algún tiempo le he encontrado toda la razón a Lennon cuando escribía esa canción en que no creía absolutamente en nada, sólo creía en él.
Yo considero que la creencia en este momento es un salto de fe al vacío oscuro y sin vuelta. Para quienes son agnósticos está claro que es imposible. Para quienes creen en Jesús es algo obvio y no se puede siquiera poner en duda. Y las generaciones de creyentes han pasado de boca en boca la historia del hijo de Dios que renació entre los muertos, sembrando la esperanza en el poder y la gloria de quien alguna vez en los años finales de la vida del hombre, nos vuelva a la vida en su santo reino.
Para mí es algo indescifrable, porque en todas las ocasiones que he cruzado la línea del análisis frío y calculador, la historia me parece muy bien armada por quienes quieren que nos la traguemos; pero luego aparece mi ser interior, ese ser espiritual que se mantiene muy alejado y escondido entre mis entrañas que me dice "en algo hay que creer". Y es entonces cuando me cuestiono la real causa de la necesidad de creencia en algo divino. Y me parece que es por la necesidad de pertenencia. En algunos casos (como debió pasarle a la mayoría de ustedes) son bautizados antes de poder decidirlo por sí mismos. Y entonces, la tradición familiar se convierte en el dogma, no por convicción, sino por obligación. Y desde ese minuto es que la creencia religiosa se convierte en algo muy poco sustancial. El pensamiento lógico más precario puede echar por tierra todo lo que plantean las religiones, ya que su único fundamento es decir ante cualquier duda "es un acto de fe".
Admiro a quienes creen en algo tanto como para odiar a quienes no lo ven como ellos. Me encantaría saber que se siente estar dentro de una burbuja tal en la que nada pueda ser revelado como improbable. Aunque fui acólito durante muchos años y estuve a punto de ser seminarista, nunca llegué al punto de creer que tenía la verdad absoluta. Y es que siempre me pareció que todas las religiones apelan a lo mismo que los mitos: la explicación divina para los hechos naturales extraordinarios. Es por eso que me parece tan extraño que todos por su parte traten de tomar las banderas de la única verdad. No existe una religión pandémica, una que reúna a todos en un solo credo, porque es imposible generar una creencia tal, sin base ni pruebas, que convenza a todo el mundo.
Por eso que cada vez más las sectas se están convirtiendo en una fuerza importante dentro de las vetas religiosas, los cultos de pocas personas, más extremos, cerrados y sectarios permiten un mejor manejo del control sobre sus feligreses.
Hay veces en que digo "es necesario creer en algo más". Pero hace algún tiempo le he encontrado toda la razón a Lennon cuando escribía esa canción en que no creía absolutamente en nada, sólo creía en él.
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