El concepto de la resurrección es tan fuerte en sí mismo que cada vez que llega semana santa me pongo a pensar en lo terriblemente duro que es el aceptarlo o no. Porque al fin y al cabo toda la creencia en Jesús se basa en ese momento, en el que se levanta de entre los muertos para volver a la vida y despedirse de sus discípulos antes de volver a la derecha de su padre.
Yo considero que la creencia en este momento es un salto de fe al vacío oscuro y sin vuelta. Para quienes son agnósticos está claro que es imposible. Para quienes creen en Jesús es algo obvio y no se puede siquiera poner en duda. Y las generaciones de creyentes han pasado de boca en boca la historia del hijo de Dios que renació entre los muertos, sembrando la esperanza en el poder y la gloria de quien alguna vez en los años finales de la vida del hombre, nos vuelva a la vida en su santo reino.
Para mí es algo indescifrable, porque en todas las ocasiones que he cruzado la línea del análisis frío y calculador, la historia me parece muy bien armada por quienes quieren que nos la traguemos; pero luego aparece mi ser interior, ese ser espiritual que se mantiene muy alejado y escondido entre mis entrañas que me dice "en algo hay que creer". Y es entonces cuando me cuestiono la real causa de la necesidad de creencia en algo divino. Y me parece que es por la necesidad de pertenencia. En algunos casos (como debió pasarle a la mayoría de ustedes) son bautizados antes de poder decidirlo por sí mismos. Y entonces, la tradición familiar se convierte en el dogma, no por convicción, sino por obligación. Y desde ese minuto es que la creencia religiosa se convierte en algo muy poco sustancial. El pensamiento lógico más precario puede echar por tierra todo lo que plantean las religiones, ya que su único fundamento es decir ante cualquier duda "es un acto de fe".
Admiro a quienes creen en algo tanto como para odiar a quienes no lo ven como ellos. Me encantaría saber que se siente estar dentro de una burbuja tal en la que nada pueda ser revelado como improbable. Aunque fui acólito durante muchos años y estuve a punto de ser seminarista, nunca llegué al punto de creer que tenía la verdad absoluta. Y es que siempre me pareció que todas las religiones apelan a lo mismo que los mitos: la explicación divina para los hechos naturales extraordinarios. Es por eso que me parece tan extraño que todos por su parte traten de tomar las banderas de la única verdad. No existe una religión pandémica, una que reúna a todos en un solo credo, porque es imposible generar una creencia tal, sin base ni pruebas, que convenza a todo el mundo.
Por eso que cada vez más las sectas se están convirtiendo en una fuerza importante dentro de las vetas religiosas, los cultos de pocas personas, más extremos, cerrados y sectarios permiten un mejor manejo del control sobre sus feligreses.
Hay veces en que digo "es necesario creer en algo más". Pero hace algún tiempo le he encontrado toda la razón a Lennon cuando escribía esa canción en que no creía absolutamente en nada, sólo creía en él.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario